CAPITULO 6

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Elena dormía profundamente cuando escuchó que alguien le hablaba al oído, se sorprendió al notar que ella contestó pero en un lenguaje que no conocía. Abrió los ojos y miró a su alrededor, la luz continuaba encendida tal y como ella la dejó antes de irse a la cama. Otra pesadilla pensó, se disponía a volver a dormir cuando su cama comenzó a mecerse a los lados.

"Temblor" -Gritó asustada y saltó  con dirección a la puerta pero al intentar abrirla no pudo.

-¡Qué demonios! -Expresó consternada. Miró la cama pero ya no se movía, su corazón se disparó, ¿Estaría soñando otra vez?

La silla junto al escritorio se deslizo hasta llegar al centro de la habitación junto a la chimenea. Quiso gritar pero no pudo, las palabras se ahogaban en su garganta. Corrió de regreso a la cama y tomando la gruesa colcha se cubrió con ella. Entró completamente en pánico cuando la luz se apagó, escuchó unos pasos acercándose y luego sintió que se subían a la cama.

La respiración de Elena se detuvo unos instantes, cuando a sus pies jalaron la colcha, ella la sujetó con firmeza mientras que el pecho se le oprimía, cada palpitación era una punzada de dolor.

-"Déjame" -Dijo como pudo. Se paralizó cuando sintió que se acostaron a su lado, podía oír con claridad la pesada respiración. "Elena" -Una voz gutural la llamó. ¡Oh por Dios! -Exclamó mientras su cuerpo empezó a temblar, no había notado lo frío que estaba el cuarto. "Elena" -Volvió a llamarla aquella voz que hacía que su piel se pusiera de gallina.

"No es real", "no es real", "no es real" -Repetía una y otra vez. Cerró los ojos y espero pero no ocurrió nada, los abrió con precaución y notó que la luz volvía a estar encendida, retiró la colcha despacio y observó a su alrededor. Trató de calmar el temblor de sus manos y a controlar su acelerada respiración. ¿Qué estaba pasando? No entendía nada. Salió de la cama y se aproximó de nuevo a la puerta, esta vez sí pudo abrirla, afuera todo estaba oscuro y el silencio inundaba cada rincón. ¿A dónde iría? Cerró la puerta y se recostó sobre ella cayendo despacio sobre sus espaldas hasta tocar suelo. Lloró y comenzó a llamar a su mamá, la odio por morir, por dejarla sola y se odio así misma por haber decidido ir a ese horrible lugar, la Casa Hogar era cien veces mejor que la mansión.

Tomó posición fetal y abrazó sus rodillas, sus ojos le pesaban, estaba cansada pero no quería dormirse, sin embargo sin darse cuenta el sueño la venció. Se despertó exaltada, ya era de día y su primera reacción fue ir a abrir las cortinas, le dolía el cuerpo por haber dormido sobre el piso. El evento de la noche anterior seguía latente, no pudo ser una pesadilla esta vez fue real, Susanne tendría que darle respuestas, bajó las gradas frenando drásticamente ya que su padre la esperaba al final de las escaleras.

-¿Dónde estuviste ayer? -Su voz sonó autoritaria y fría.

-Por los alrededores. -Contestó ella titubeando.

-No me gusta que me mientan.

-No te estoy mintiendo.

-¡Elena! -Exclamó Cameron con enojo.

Ella lo miró aterrorizada, sus ojos cambiaron del verde que los caracterizaba a un negro azabache.

-Tus ojos. -Señaló ella a su padre.

Éste bajó la mirada y cuando la volvió a ver ya eran nuevamente verdes.

-No me desafíes Elena, no sabes lo que soy capaz de hacer si lo haces.

Ella no cuestionó, se encontraba muy alterada para hacerlo.

-Estaré todo el día fuera, regresaré en la noche, espero que recuerdes las reglas y las cumplas -(enfatizó esta ultima parte). -¿Entendido?

-Sí señor. -Respondió sin mirarlo.

-"Jürgen" -Lo llamó mientras tomaba su larga gabardina y un sombrero. El anciano apareció presuroso, ninguno de los dos la determinó, salieron dejándola con la más amarga angustia clavada en su corazón.

Se sentó en el escalón en el cual se encontraba y comenzó a llorar, se sentía impotente, indefensa y lloraba como si eso fuera lo único que la pudiera liberar del dolor que se arremolinaba en todo su ser, como un puñal invisible que la atravesaba.

-"Elena" -Se oyó una voz llena de preocupación. Susanne se sentó junto a ella y acarició sus cabellos. La joven en un acto involuntario coloco su cabeza sobre el regazo de la anciana y desahogo todo lo que llevaba por dentro. Cuando los sollozos terminaron, levanto su rostro y se encontró con unos ojos grises que la observaban con ternura.

-¿Estás bien cariño? ¿Qué ha pasado?

-He tenido una noche horrible.

-¿Otra pesadilla?

-No, esta vez fue real, lo juro.

-¿A qué te refieres?

-No me lo creerías si te lo dijera.

-Pruébame.

Elena medita unos momentos si contarle o no a Susanne, no sabía por qué pero la anciana le inspiraba confianza.

-Anoche sucedieron cosas extrañas. No sé explicarlas.

La anciana suspiró, y Elena pudo ver la angustia en su mirada.

-Debió ser un mal sueño, no le des importancia. Ven, el desayuno está listo.

-¿No me crees verdad?

-Antes de dormir te prepararé un té, es una receta familiar, veras como duermes toda la noche.

Elena no discutió, la anciana no le diría nada. No tenía apetito pero comió algo debido a la insistencia de Susanne, luego subió a su cuarto y casi le da un infarto cuando ve el libro de pasta roja sobre su cama. Buscó la llave y la sintió en su pecho, su padre y Jürgen no estaban, Susanne estuvo con ella todo el tiempo, ¿Quién puso el libro ahí?

El Secreto de la Mansión HolmesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora