CAPITULO 31

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Astargon levantó su espada que ardía al igual que su cuerpo. Sus ojos, boca, y cada extremidad estaban cubiertas de un intenso fuego abrazador. Elena lo miraba pasiva no era muy consciente de su condición sólo que un inmenso poder la recorría, ella y el ángel eran uno.

-Basta Astargon, sabes que te regresaremos al infierno, serás castigado con el destierro eterno.

No era la voz de Elena, era como si dos voces se fusionaran en una.

El demonio rio con ganas, mirando con burla a la celestial criatura que tenía al frente.

-Crees que me vencerás, no eres nadie ante mi grandeza.

-Soy Uriel, el arcángel del Señor, represento el Fuego de Dios y esta noche serás destruido.

Astargon lucía furioso. -Basta de charlas, no he esperado tanto tiempo para sostener efímeras conversaciones contigo.

La espada de los templarios yacía junto al cuerpo de Andrew, ésta se elevó y llegó a manos de Elena que al contacto con su mano se convirtió en una refulgente espada de luz.

El demonio incrementó las llamas que cubrían su espada, y con un gutural grito se abalanzó sobre Elena quién tomo posición de defensa. Fuego y luz destellaban en la negra noche, cada vez que las espadas se tocaban, el cielo tronaba, mientras que luminosos relámpagos se precipitaban hacia el suelo. Las grises nubes se arremolinaban alrededor de la luna sangrienta. La tierra empezó a estremecerse, la contienda daba inicio.

Susanne estaba aterrorizada, aprovechando que Astargon estaba concentrado en el enfrentamiento desapareció llevándose el libro con ella.

Cameron y Ritter intentaban salir de su encierro pero todos sus esfuerzos eran inútiles, al cabo de un rato desisten y ambos regresan a su forma humana.

El demonio forma en la palma de su mano una inmensa bola de fuego que lanza contra Elena, pero no es capaz de llegar, Elena levanta su mano derecha y la deshace.

-Ríndete Astargon, no puedes contra la gracia divina.

-Nunca, no volveré ahí. _Y al decir esto incrementa su tamaño, viéndose más temible, mientras que Elena lucía insignificante ante su presencia.

La joven no se intimida, por el contrario se eleva dejando que sus hermosas alas se extiendan a sus anchas.

El demonio abre la boca y dejar salir azufre mezclado con fuego y lo vomita sobre ella, pero Elena repele nuevamente el ataque.

La Guardiana coloca la espada en frente de su rostro y parece orar, al momento ésta brilla con tal intensidad que Astargon tiene que cubrir sus ojos, una potente energía se desprende golpeando al demonio al grado de hacerlo perder el equilibrio y caer sobre sus espaldas. El cuerpo de Astargon vuelve a su tamaño original. Tendido en el suelo, se sentía débil, no podía ser cierto, una chiquilla no sería su derrota, con ayuda de la espada se puso de pie, mientras que Elena descendía hasta quedar ambos frente a frente.

-Es tu fin. _El ángel empuña su espada y arremete contra él. Sin embargo, éste se defiende con su último aliento, las embestidas son más fuertes, no le sería tan sencillo dominarlo. Pero poco a poco fue perdiendo poder tanto que sin tener control se convierte en humano.

-Astargon, quedarás desterrado de este mundo, vivirás en las tinieblas hasta el fin de los días, hasta aquí llega tu maldad. _Clava la espalda en su corazón. Al momento Astargon grita de dolor mientras que su cuerpo se fracciona en diminutos cristales hasta convertirse en polvo.

-Está hecho. _El ser celestial sonríe, abandonando el cuerpo de la joven, se materializa ante ella.

Elena toma bocanadas de aire, se siente mareada y un poco desubicada. No es muy consciente de lo ocurrido, pero sabe que el demonio fue eliminado.

Uriel la mira con dulzura, haciendo una reverencia honrando a la joven por su valentía.

-Espera, ¿Qué pasará con Andrew?

El arcángel se aproxima al cuerpo de Andrew tocándolo en la frente, una cálida luz lo la envuelve y le hace señas a Elena para que se acerque. Ella lo hace, se arrodilla acariciando los cabellos de Andrew, se inclina sobre él para colocar un casto beso en sus labios.

El arcángel sonríe satisfecho y como un destello, regresa al cielo. El amanecer sobresale en el horizonte, señal inminente que todo había terminado.

El Secreto de la Mansión HolmesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora