Elena corría hacia el castillo tan rápido como sus torpes piernas se lo permitían. Sentía a los No Muertos pisándole los talones, sabía que no podía escapar, ¿A dónde iría? Si no eran esas desagradables criaturas, el propio Cameron o Duntjen la atraparían. Pero aun así, su instinto de supervivencia la empujaba a continuar su recorrido hasta llegar a las conocidas ruinas.
Tropezó, perdiendo el equilibrio, por segunda vez el duro suelo la recibió. Se enderezó, intentando iniciar su marcha, pero uno de los cuerpos putrefactos la sujetó del gorro de la sudadera que vestía. Trataba desesperadamente de librarse pero pronto se vio rodeada a la altura de los codos por unos huesudos brazos cuya fuerza no le permitían moverse.
Dejó de luchar, qué caso tenía, pronto estuvo rodeada del resto de los cuerpos y sabía que Cameron y compañía pronto llegarían. Para su sorpresa, se escuchó un leve silbido, como una hoja de metal cortando el viento, vio horrorizada una cabeza rodar hasta sus pies, quiso divisar al recién llegado, pero no podía desde la posición en la cual se encontraba. Pasaron unos segundos que parecieron horas hasta que una voz que ella conocía perfectamente habló.
-Suéltala ahora.
El no muerto aflojó su agarre y Elena al sentirse liberada corrió y se ocultó detrás de lo que alguna vez fuera la parte de arriba de la segunda torre. Andrew empuñaba una espada, la hoja estaba cubierta con una tenue luz blanca. El no muerto se abalanzó contra él pero en un movimiento que Elena apenas pudo avistar lo decapitó. Los restos de los cuerpos aún seguían moviéndose, ¿Cómo matar algo que ya estaba muerto? Para su sorpresa Andrew clavó la espada en el suelo y sujetándola del mango con ambas manos recitó lo que pareció un conjuro en un idioma que ella no entendió, la espada resplandeció fugazmente tanto que lastimó sus ojos, al clavar su mirada en los cadáveres no estaban.
Quiso ir hacia él, abrazarlo, se sentía tan aliviada de verlo pero él leyendo sus pensamientos le hizo una señal que permaneciera en su lugar.
-Andrew Jacobs. __Resonó a sus espaldas.
Cameron Holmes lucía una sonrisa torcida, con aquellos profundos y penetrantes ojos negros.
-Así que eres verdaderamente El Enviado, sólo él podría empuñar la legendaria espada de los Templarios, la creí perdida.
-Ha estado en mi familia durante décadas.
-Ni siquiera esa reliquia te podrá proteger. Me llevaré a la mocosa y nada podrás hacer, como tampoco pudiste proteger a tu madre.
Esas palabras calan profundo en el corazón de Andrew, levanta la espada en posición de ataque lo que hace que Cameron suelte una sonora carcajada.
-Tantos siglos esperando para qué. _Se mofa Cameron mientras su cuerpo empezaba a cambiar. _Sabe ella lo que eres, se lo has dicho, no difieres de nosotros, estás maldito por el resto de tus días y para qué, para detener lo que es inevitable.
Conforme la transformación se producía su voz se hacía más áspera y gutural. Cuando el cambio estuvo completo, Elena contempló nuevamente a su padre convertido en un hombro lobo. Aulló y dejó salir sus afiladas garras, miró a Andrew divertido, le producía gran placer eliminar la única pieza del ajedrez que podía destronar a la reina.
Sin pensarlo dos veces se abalanzó sobre Andrew y Elena pudo ver como éste lo esquivaba, ambos se movían tan rápido que apenas era capaz de percibir sus movimientos. La bestia pareció más enfurecida, sus ojos negros ardían como brasas, Andrew no lo arremetía, se mantenía atento a sus movimientos, esperando el siguiente ataque.
-¿Qué haces? Ya te degollé una vez y ahora será la definitiva.
Esas palabras llegaron a Elena como un eco, se repetían en su cabeza, ¿A qué se refería con "Ya te degollé una vez"? ¿Acaso Andrew estaba muerto igual que Jürgen y Susanne?
Cameron lo embiste otra vez, rodea a Andrew y antes de que el aludido pueda voltearse le clava sus dientes en la nuca haciendo que éste emita un grito de dolor, sin embargo, Andrew logra zafarse y blandiendo la espada le hace una herida a la altura de las costillas a la bestia.
Elena contempla el panorama horrorizada, ve como la camisa blanca de Andrew se tiñe de rojo, pero a él no parece afectarle, retoma su posición de ataque.
-Enséñale lo que eres. _Enunciaba Cameron. _Sé que ella está aquí, puedo olerla. Muéstrale tu verdadera naturaleza.
Holmes tomó impulso y se dejó ir, acometía una y otra y otra vez, haciendo que Andrew sólo esquivara los constantes ataques de su adversario.
-Disfruté escuchar a tu madre chillar cuando la maté, pidiendo clemencia por su hijo, ¿Lo recuerdas?
Casi amanecía, el sol se asomaba por encima del horizonte, Elena tuvo una clara visión del rostro de Andrew, los ojos cambiaron de verde a rojo carmesí, emitió un gruñido que hizo se le pusiera la piel de gallina, sus hermosas facciones se endurecieron, mostrando una fiereza que la atemorizó. Fue entonces cuando empezó la contienda, Cameron lamentó haberlo provocado, cuando se dio cuenta estuvo tumbado a sus espaldas, la espada de Andrew ensangrentada se disponía a dar el golpe final.
-No. _Gritó Elena. _Si lo eliminas también matarás a mi padre.
Andrew se encontró con unos ojos suplicantes que lo contemplaban con temor, no lo soportó, bajó la mirada. Andrew levantó su mano izquierda, la luz de la espalda desapareció y una clase de bola de fuego se formó entre sus dedos lanzándola contra Cameron quién al recibirla quedó suspendido en el aire. Elena notó como su padre volvía a la normalidad, su cuerpo humano desnudo quedó tendido en el suelo. Ella corrió hacía él, sintiendo alivio al sentir su pulso.
-Estará bien. _Señaló Andrew con aire cansado.
La luz del sol iluminó los alrededores y fue cuando Elena pudo contemplar bien a Andrew, tenía la ropa rasgada y sangraba en la nuca, ambos brazos y el muslo, mostraban heridas, donde las garras de Cameron se clavaron sin piedad.
_Te ves terrible. _Agregó ella con una débil sonrisa.
-Sobreviviré. _Expresó el joven dirigiéndose hacia a Cameron.
-¿Qué haces?
-Debemos ponerlo a salvo, cuando despierte no estará muy contento. Lo protegeremos hasta que podamos devolverle su alma.
-Espera, la espada. _ Elena la levanta. _Ya no brilla. _Hace la observación.
-Utilicé todo su poder para neutralizarlo, ahora es una espada común.
Para sorpresa de Elena se dirigieron a la torre y comenzaron a ascender, no comprendía como un chico de 15 años podía cargar a un adulto sin mostrar si quiera agitación o cansancio, al llegar arriba Andrew colocó el cuerpo en el piso, se acercó a la pared, quitando uno de los bloques de roca, había un pequeño agujero, sacó una caja metálica que contenía cinco cristales, ella ya los había visto en su visión. Los puso alrededor de Cameron e inmediatamente se iluminaron, un domo cubrió el cuerpo que se suspendió en el aire.
-Ya lo he visto antes, ¿Qué son?
-Cristales mágicos, evitaran que puedan detectar a tu padre y que un enfadado demonio despierte. _Andrew cae pesadamente en el piso, no tiene buen semblante.
-¡Andrew! _Exclama Elena inclinándose a su altura.
-Estoy débil, no puedo sanar sin.........
-Sin qué. Inquirió ella, cansada de tanto misterio. _Dime la verdad Andrew, he visto en lo que te convertiste.
No
El muchacho la miró avergonzado, sus ojos celestes se encontraron con los de ella, no valía la pena guardar por más tiempo su secreto. Sin embargo, cómo explicarle que le falló a la Orden, a su padre y a sí mismo, no sería sencillo sincerarse ante una verdad que lo atormentaba sin tregua, el castigo por su egoísmo.
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El Secreto de la Mansión Holmes
Mystère / ThrillerDespués de la inesperada muerte de su madre, Elena debe ir a vivir con su papá, un hombre que no ha visto en 10 años. Al hacerlo se ve envuelta en una serie de eventos paranormales que encierra la Mansión Holmes y que está fuertemente ligada con el...