CAPITULO 8

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La noche pasó tranquila, nada extraño ocurrió, el libro reposaba a su lado, no entendía por qué pero al tenerlo cerca por alguna razón, la hacía sentir protegida. Su cuerpo le pedía a gritos seguir durmiendo, recuperar las fuerzas y el sueño perdido, pero debía levantarse, hoy llegaba el tutor que su padre contrató para su educación.

Se levantó a regañadientes, tomó una ducha fría para terminar de desperezarse, a las 7:30 a.m. se dirigía a la cocina con un hambre atroz, Susanne la recibe con una amplia sonrisa.

-Buenos días señorita Holmes.

-Elena, señorita Holmes suena tan formal.

-Su padre giró instrucciones que se le llamara así.

-Cameron no está aquí, dime Elena por favor.

-Yo prefiero no desobedecer.

Elena puede ver el temor marcado en sus ojos. No sólo a ella Cameron Holmes la intimidaba.

Desayunó en silencio, meditaba todo lo acontecido días anteriores, por momentos creía que era ella la que no estaba bien. ¿Sería que la muerte de su madre la afecto tanto que ya no reconocía lo que era y no real?

Jürgen apareció indicando que el tutor acababa de llegar. Elena lo siguió hasta un salón que parecía ser una biblioteca, estantes llenos de libros se alzaban hasta el techo, enormes pinturas colgaban de las paredes con retratos, sus antepasados quizás, si pudieran hablar tendrían mucho que contar. La sangre se le congeló cuando vio en el centro de la biblioteca la misma imagen que en la puerta, el libro, el tapete, y la alfombra; una pintura de un ángel luchando contra un demonio, ¿Qué significaba? Estaba representado en toda la casa, ¿Era un recordatorio? O más bien algo que debía suceder. La piel se le erizó y un escalofrío le recorrió la espalda, tendría que leer el libro, quizás le diera pistas de su significado.

-Buenos días señorita Holmes.

La tosca voz la sacó de sus pensamientos, olvidó por completo que no se encontraba sola en la estancia. El tutor la miraba con severidad, llevaba su cabello castaño peinado hacia atrás, sus ojos marrones la miraban con desaprobación, tendría unos cuarenta y tantos.

-Me llamo Albert Buntjen. -Se presentó en perfecto inglés. -Como sabe seré su tutor y espero un total compromiso de su parte. A las 8:00 a.m. tendrá que estar aquí, no tolero la impuntualidad. Le dejaré trabajos diarios que revisaremos juntos al día siguiente, si tiene dudas sobre la materia estudiada, levantará la mano y esperará que le dé permiso para hablar. Si requiere ir al baño, igual procederá a solicitar el permiso correspondiente, no se permiten celulares ni ningún otro artefacto que provoque su distracción. Su padre me ha autorizado a aplicar la disciplina con usted, por lo cual espero su completa cooperación y no tener que tomar medidas que prefería evitar.

Elena se quedó fría, hasta el tutor era una persona desagradable, y con todo lo escuchado lo mejor era no dar problemas y esforzarse ya que no quería saber a qué se refería con "Tomar medidas disciplinarias", la situación empeoraba y se sentía más desmotivada.

Las clases fueron una tortura, ¿De dónde había salido este personaje? Matemática, ciencia, historia, ¿Latín? Quién en su sano juicio daba latín, era una lengua muerta. La mañana transcurrió lentamente, pero al fin las 12:00 p.m. resonaron en el reloj de pared, hora de almuerzo y recuperar fuerzas para la segunda fase del día, no podía odiar más su vida.

-Tiene cuarenta y cinco minutos para almorzar señorita Holmes, la espero aquí a las menos quince. _Le indica Albert mientras revisa unas notas.

Se levantó de aquella silla sin ganas, dirigió sus pasos por inercia hacia la cocina, Susanne ya le tenía servido pero no le apetecía comer, lo único que deseaba era salir de aquel lugar, si existía el infierno, aquello se le parecía bastante.

-¿No tiene hambre? -Le preguntó la anciana notando que la chica apenas y había probado bocado.

-No. -Contestó Elena con desánimo.

-¿Qué tal las clases?

-Aburridas.

-¿Y qué le parece el señor Buntjen?

-Te refieres a Hitler, parece más un dictador que un profesor.

Elena pudo notar una pequeña sonrisa dibujada en los labios de Sussanne, ella le agradaba, pero percibía ocultaba secretos y eso le molestaba.

-¿Qué significa la imagen del demonio luchando contra el ángel? Lo veo retratado por toda la casa, debe ser importante, ¿Qué es? acaso el escudo de la familia o algo así.

-Es una advertencia.

-¿Una advertencia? ¿A qué te refieres?

-Simboliza una perpetua batalla entre el bien y el mal.

-¿Y? sigo sin entender.

-Es mejor así, créame.

-Susanne, desde que llegué siento esta opresión en el pecho, y han ocurrido eventos...... no estoy loca, y no sé por qué pero al parecer ese dibujo tiene mucho que ver y está conectado de alguna forma con mi familia. Háblame, ilumíname te lo imploro.

La anciana la mira con preocupación y comprensión a la vez, iba a decir algo cuando Jürgen carraspea dos veces haciendo notar su presencia.

-El señor Holmes quiere hablarte. _Se dirige despectivamente a Susanne.

La anciana baja la cabeza y se retira con paso ligero. Elena queda sola, ahora estaba más confundida que nunca.

El Secreto de la Mansión HolmesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora