CAPITULO 7

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Se acercó lentamente dejando la mano extendida sobre el libro, no se atrevía a tocarlo. Sus ojos verdes escudriñaron la portada, no entendía por qué pero el libro la invitaba a leerlo. Se sentó en la cama y lo colocó sobre su regazo, la perfecta caligrafía volvía a aparecer pero estupefacta se dio cuenta que podía entenderlo, ya no estaba en escritura antigua, dudó si se trataba del mismo libro y corrió hacia el armario y tirando el tapete al suelo, abrió y sin entrar pudo notar que no se encontraba en el estante.

Su cara revelaba la sorpresa, al menos que hubiera alguien más en la casa a parte de ellos era imposible que el libro llegara por sus propios medios a la cama. A menos, pensó Elena, que no se tratara de un libro ordinario, le sucedían tantas cosas desde que llegó ahí, por qué no un poco de misterio y quizás incluso magia. La idea la emocionó, se vistió rápidamente y tomando el libro lo metió en su mochila, bajó las escaleras, apresurándose a abandonar la mansión.

El día estaba nublado parecía que llovería en cualquier momento, esto no le importo y rodeó la casa, cruzó el cementerio y nuevamente se vio en frente de la muralla. Escaló como lo hiciera el día anterior y se dirigió al castillo, buscó donde sentarse y rondando los alrededores ,encontró un trono de piedra cubierto por una enredadera con vivaces flores violeta. Se acercó y colocando la mochila a un lado se sentó y miró a la redonda, si hubiera sido una niña jugaría a que era una princesa y aquellos eras sus dominios, sonrío para sus adentros, sacó el libro, se acomodó en el trono y comenzó a leer.

De repente sintió un mareo, todo empezó a dar vueltas, cerró los ojos y al abrirlos escuchó voces. Anonadada contempló lo que parecía ser una junta, varios hombres vestidos con ropas de antaño, estaban sentados alrededor de una larga mesa, lo que más la sorprendió es que se encontraban dentro del castillo, admirando cómo fue alguna vez, cuando sus paredes aún se mantenían en pie.

Enormes tapetes y cuadros cubrían las paredes y en lo alto varios ventanales iluminaban la estancia. Había guardias colocados frente a la puerta principal llevaban armaduras y armas medievales. Se pellizco pensando que aquello era irreal pero al sentir el dolor se dio cuenta que no era así. Se acercó y notó que ellos no podían verla puso atención a su conversación.

-Sir Jacobs, esto es una locura, nos estamos enfrentando a fuerzas oscuras superiores a nuestro conocimiento.

-No debemos dejarnos amedrentar por eso. Es nuestro deber detenerlo, somos los únicos capaces de impedir el caos.

-Podemos luchar contra hombres pero no contra demonios.

-Los templarios protegemos el libro, desde tiempos inmemorables, no permitiré que la oscuridad lo posea.

Cuando mencionaron la palabra "Libro" Elena se preguntó si sería el mismo que ella encontró. Sus sospechas quedaron apagadas cuando lo vio colocado en un estante, protegido con un campo de fuerza, notó cuatro cristales alrededor, como la fuente de la energía.

Sir Jacobs caminó por la estancia con las manos cruzadas a su espalda, su semblante marcaba preocupación.

-Hicieron lo que les ordené.

-Sí señor, su esposa e hijo están a salvo.

-Debemos proteger el libro a toda costa, así me cobre la vida en el proceso.

Un guarda entró presuroso, su armadura está rasgada y se encuentra mal herido.

-¿Qué ha ocurrido?

-Están atacando el castillo Sir Jacobs, es una masacre.

-Señor hay que esconder el libro. _Le recomienda su segundo al mando.

-No es necesario.

-Los cristales no serán suficientes.

-He puesto un hechizo sobre el libro, no podrá tenerlo quién lo desee, sólo el Guardián podrá encontrarlo.

Las puertas de la habitación explotan y los guardias que se encontraban cerca murieron al momento. Elena se hizo hacia atrás, ocultándose tras el trono, la figura que tenía al frente se parecía mucho al demonio que luchaba contra el ángel, estaba aterrorizada por su apariencia tenebrosa, más intimidante que en la pintura.

-¿Dónde está? -Habló la criatura retumbando su voz como un eco.

La mirada de Sir Jacobs se dirigió al libro y el demonio sonrió satisfecho.

-Tantos sacrificios y al final va a ser mío.

Sir Jacobs no contestó, el demonio pulverizó los cristales sin tocarlos, tan solo levanto la mano y éstos se desvanecieron, pero su sorpresa se hizo notar cuando al querer tomarlo, el libro desapareció. La criatura dejó salir un grito gutural que hizo que se le erizara la piel a Elena.

-Dime ¿Dónde lo has enviado?

-Nunca será tuyo.

-Te torturaré hasta que me lo digas.

-Jamás. -Lo enfrentó Sir Jacobs con valentía.

Elena volvió a sentir el mareo, cuando abrió los ojos se encontraba nuevamente en las ruinas, la visión había terminado. Miró el libro, "sólo el Guardián podrá encontrarlo" esas palabras se repetían una y otra vez.

Ella lo encontró, eso la convertía en su Guardiana, y ¿De quién debía protegerlo? ¿Qué pasó con Sir Jacobs? Una tormenta de preguntas la inundaron hasta que la cabeza parecía querer explotar.

Pequeñas gotas se precipitaron, truenos resonaron con fuerza anunciando que pronto llovería. No le daría tiempo de llegar a la mansión, corrió hasta la torre mientras la copiosa lluvia se pronunciaba con insistencia. Logró llegar y comenzó el ascenso, al llegar a la cúspide se sentó, abrazó el libro, nada tenía sentido pero ella se encargaría de encontrar la verdad, no entendía por qué, pero tenía una corazonada que su padre de alguna forma estaba involucrado.

El Secreto de la Mansión HolmesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora