No me diste tanto tiempo para prepararme como lo hizo Jack.
Sólo tardaste tres segundos.
Te agachaste, acercaste tu mano derecha y rascaste tras mi oreja.
Parecía tan fácil en ti quererme.
No me moví, no quise asustarte, no quise perderte.
Dejaste tu comida en el suelo y te despediste.
He de reconocer que Marta hace los mejores bocadillos que he probado.
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Un trozo de tu felicidad
Short StoryA pesar de no ser más que una fiera, me diste la oportunidad de cambiar