Terminando el otoño rompí tus pantuflas azules, yo sólo quería jugar pero tú te enfadaste mucho.
Tenías que usar las antiguas zapatillas de dinosaurio de Daniel.
Me dolió más tu cara de decepción que tus gritos.
Aunque me abrazaste y me confesaste que te era casi inposible enojarte conmigo.
Yo me prometí no volver a hacerte daño.
ESTÁS LEYENDO
Un trozo de tu felicidad
Short StoryA pesar de no ser más que una fiera, me diste la oportunidad de cambiar