Antes de acabar el verano llegaste con tu hermano mayor, Daniel.
Colocaste las manos alrededor de mi cuello y noté algo molesto en él.
Me miraste, con la sonrisa más sincera que podrías hacer y dijiste las tres palabras que cambiaron mi vida.
-Vamos a casa.
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Un trozo de tu felicidad
Short StoryA pesar de no ser más que una fiera, me diste la oportunidad de cambiar