No salías a pasear conmigo, simplemente no salías de tu habitación.
Faltabas a la escuela con la excusa de que estabas enferma, aunque ambos sabíamos que no era verdad.
Ya no tenías esa energía y vitalidad que me contagiabas.
No quise pasear con Daniel, me quedé toda la semana acurrucado a tu lado.
Te serví de compañía, de almohada e incluso de pañuelo.
Si tu no eras feliz, yo tampoco podía.
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Un trozo de tu felicidad
Short StoryA pesar de no ser más que una fiera, me diste la oportunidad de cambiar