Capítulo 4 Sentimientos ocultos (T)

102 7 0
                                    

   El pequeño grupo de errantes pasó por varios pueblos antes de que cayera la noche, aunque eso no influyó en Jestix y su viaje, que continuó incansablemente después del ocaso. En el momento en el que la luna resplandecía con toda su intensidad sobre sus cabezas; el dragón, el ladrón y la recién adherida Akilina ya estaban dormidos. Pero Nidia aun estaba sentada junto a Jestix haciéndole compañía, sentada a un lado balanceando las piernas por fuera del carro y con la vista levantada, puesta en las estrellas.  

—¿Qué haces levantada a estas horas?—preguntó tajante. Al mercenario no le gustaba que le molestaran por la noche, tenía que soportar al chico todo el día y tener que soportar a alguien durante la noche le arrebataba las únicas horas de soledad de las que podía disfrutar en todo el día.

—Hacerte compañía, debes de sentirte muy solo.

—No, estoy bien.

—Sé cómo te sientes, yo también vivía sola antes de conocer a Akilina, pero, ¿sabes qué? Las penas se alivian más si son compartidas.

     Jestix no respondió o, al menos, no al momento. Se quedó callado sosteniendo las riendas sin que su rostro estoico hiciese una simple mueca. Nidia giró la cabeza y le miró a los ojos, era capaz de reconocer el rostro de quien había perdido algo muy querido y sabía con casi total seguridad que aquella máscara de frialdad era tan solo una cubierta para un ser herido. Mientras lo examinaba con más detenimiento, Jestix decidió responder.

—Soledad, eso fue lo que sentí una vez. Pero con el tiempo aprendí a ignorarla.

—La soledad no se puede ignorar.

—Sí, simplemente tienes que mantener tu mente proyectada en otra parte.

—No te creo, no conozco a nadie que haya sido capaz de conseguir semejante cosa.

—Durand es capaz de mantenerme distraído.

—Pero ahora él no está y sigo sin creerme que en estos momentos haya algo que pueda opacar la soledad. 

—Sí que hay algo; venganza. El camino de la venganza es uno que se recorre solo y sólo ignorando todo lo demás, incluso a mi mismo, seré capaz de alcanzarla. Es por eso que se dice que quien recorre un camino de venganza, que antes cave dos tumbas, ¿verdad?

     A decir verdad, a la chica no le sorprendía que un mercenario tuviese un pasado turbio. Sabía también de primera mano que preguntar directamente por los motivos de su venganza no sólo no serviría de nada, sino que también la alejaría de él. Quería saber más cosas de él, quería conocer su pasado y compartir su dolor como si fuese un amigo de toda la vida a quien debía de ayudar, pero eso era algo que conseguiría con el tiempo. 

—¿Y qué harás cuando te vengues? —preguntó por fin.

—Lo más probable es que muera antes de cumplir mis objetivos, seguramente sólo me sacrifique para que alguien pueda hacerlo por mi.

—Tienes una perspectiva bastante triste del mundo...

—Cuando veas todo lo que yo he visto, me comprenderás. Un simple asesinato, una mera masacre en un campo de batalla... Nada de eso se compara a los horrores que tuve que presenciar en mi hogar.

     La voz de Jestix seguía siendo fría como el invierno y su cara seguía siendo inexpresiva, pero Nidia era joven e ingeniosa, por lo que optó por atacar directamente. 

—¡Entonces si pretendes vengarte pase lo que pase, enséñame todo lo que sabes para que pueda ayudarte en un futuro, acéptame como tu aprendiza! ¡Quiero luchar como tú!

     El mercenario por fin enarcó una ceja.

—¿Estás de broma? ¿Qué te hace pensar que te voy a entrenar, más aún cuando no tienes dinero con el que pagarme? 

El Linaje Oscuro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora