Al amanecer los rayos de sol no tardaron en despertar a Durand, quien se estiró y pegó un fuerte bostezo. Después se dio cuenta de que estaba solo en el carro junto a Akilina, con Celestia y con Kalixta, las tres durmiendo plácidamente donde la luz del sol no las alcanzaba. Entonces pensó que si él no podía dormir Akilina tampoco tenía por qué hacerlo y le pegó una suave patadita. Al ver que no se despertaba le propinó otra un poco más fuerte y esta vez terminó por despertarla.
—Ya es de día.
—¿Y por qué me despiertas solo a mí?
—Porque Celestia y Kalixta son unas niña y necesitan dormir. Ahora que te he molestado, si no te importa voy a ver cómo están Jestix y la chica, espero que no estén haciendo nada raro... Y menos con mis armas.
Durand salió del carruaje lo más rápido que pudo para ahorrarse un golpe de la chica. Acto seguido observó el agradable paisaje del bosque con las montañas de fondo y aspiró el aire puro de las inmensas praderas que lo rodeaban. Reparó entonces en dos figuras que entrenaban con sus preciosas y relucientes espadas —como temía, SUS espadas—, se movían rápida y eficazmente, pero claramente una de esas dos personas tenía más maestría y dejo a la otra tirada en el suelo en pocos segundos. Spico estaba con ellos, atento sin perderse un solo detalle con sus curiosos ojos azulados moviéndose de un lado a otro, siguiendo la dirección de los filos. Nidia se levantó de nuevo y atacó a Jestix con un tajo perfecto a la altura de las piernas. Jestix saltó acrobáticamente esquivando el tajo a la vez que ponía su espada en el cuello de la chica al caer.
—No lo haces mal para ser la segunda vez, pero tienes que estar preparada para cuando el oponente esquive la espada. Se nota que eres una novata, no sabes luchar como lo haría un guerrero de verdad, pero el potencial lo tienes —dijo Jestix, limpiando el filo de la espada con un pañuelo gris que tenía atado al cinturón. Ese acto de superioridad consiguió enfadar a la chica y esta cargó contra su maestro que, de un solo movimiento, la desarmó con facilidad mandando su espada a varios metros lejos de ellos, entonces volvió a rozar el cuello de la muchacha con el filo de la espada—. Si atacas dejándote llevar por sentimientos tan estúpidos como la furia ciega será fácil desarmarte, es algo que he acabado aprendiendo por las malas —le enseñaba mientras recorría las cicatrices de su cuerpo con el dedo índice—. Para ser un buen combatiente debes ser paciente e impasible, solo cuando el enemigo ataque podrás contraatacar tú, de esa forma si actúas rápido tendrás la ventaja no sólo de esquivar o golpear, sino de analizar el ataque de tu rival y contraatacar, con un poco de suerte, con un contraataque será más que suficiente. Esa es la primera lección de hoy. Y no dejes que el rival te enfurezca, solo conseguirás perder la capacidad de razonar.
Nidia se quedó un rato pensando y recobrando el aliento, el entrenamiento iba a ser duro, pero ella también lo era. Empuñó de nuevo la espada y se puso frente a su maestro para empezar de nuevo.
En cuanto a Akilina y Durand, se pusieron a desayunar unos cereales de trigo con leche y un poco de vino para darle su "toque". Celestia y Kalixta por su lado se levantaron un poco más tarde y desayunaron lo mismo que los dos ladrones, sólo que ellas sin vino de ningún tipo.
Cuando los cuatro hubieron desayunado, Durand levantó la mirada y reparó entonces en el colosal muro de piedra de la ciudadela que se erguía a poca distancia de donde se encontraban, delimitando el la ciudad de los pastos y las hostiles bestias de los bosques. Un lugar a salvo de la presencia Docas. Durand observó a su dragón con una sonrisa maliciosa y este se tapó la cara con las patas sabiendo ya lo que pretendía hacer su amo.
Jestix alzó la vista en dirección a los chicos y se lamentó por un instante de pensar lo que le rondaba la cabeza de aquel alocado muchacho.
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El Linaje Oscuro
Fantasy*Maravillosa portada hecha por el Universo Hogwarts* Ya no queda luz alguna en el corazón de los hombres ni de los pocos dragones que aún viven, el Linaje Oscuro ha consumido todo cuanto se interponía en su camino y propagado las tinieblas más a...