Una espada le atravesó la cabeza al Docas centinela de uno de los barcos apostados lejos del nuevo frente de batalla. Su cuerpo cayó muerto, dejando tras de sí a Nidia envainando la espada dorada que le había quitado a Durand en sus primeros días juntos.
—Está despejado por el momento —declaró la chica, avanzando a través de la cubierta y examinando la extraña nave de los Docas construida con puro metal y humo negro, haciendo del barco una estructura imposible de flotar sin algún tipo de magia detrás—. Es muy tétrico, parece un barco abandonado... está hecho pedazos.
—Es propio de los Docas, se sienten atraídos por todo aquello que luce muerto y abandonado, igual que los que los han creado —respondió el mercenario, dando un impulso con sus alas para subir a la cubierta del barco.
—Por lo menos nos permitirá ocultarnos hasta que todo haya acabado.
La chica se acercó a las escaleras que daban al interior de las bodegas y, como esperaba, estaban absolutamente vacías. Sólo habían unos cuantos cañones con una apariencia poco fiable para una maquinaria tan delicada y alguna que otra cuerda rota tirada por ahí. Las paredes presentaban fisuras y el metal silbaba con cada ráfaga de viento helado que se colaba por sus recovecos, pero por lo menos el interior estaba menos frío que el exterior. De hecho, el metal de la nave se mantenía de alguna forma con una temperatura ambiente.
Jestix la siguió a duras penas, apoyándose en unos bastones improvisados con espadas Docas y se sentó en las escaleras.
—Ugh. Si tan sólo tuviésemos a un mago sanador, estas heridas no serían ningún problema.
—Los habría si no te hubieses lanzado sólo como un loco hacia los Docas.
—Ya, no ha sido de las cosas más inteligentes que he hecho.
—No estamos en peligro, así que todo está bien por el momento. Supongo que tendrémos que quedarnos aquí por un buen rato.
Jestix se quedó ahí por un rato completamente en silencio, meditando sobre lo sucedido.
—Oye, Nidia.
—¿Qué sucede?
El mercenario se acarició la muñeca algo incómodo.
—Gracias por salvarme, de no haber sido por ti no se que me hubiese podido suceder como prisionero de los Docas.
—Oh, no fue nada.
—Sí que lo fue, arriesgaste tu vida al venir a salvarme. Por ello, como amigo te doy las gracias por ser tan valiente... pero como maestro voy a reprenderte por ser tan irresponsable.
—¿¡Qué!? ¿¡Es una broma!?
—No, no lo es. Actuaste sin permiso y tuviste suerte, eso es todo.
Nidia bufó.
—¡Está bien, como quieras!
—Fuiste tú la que me insistió para convertirme en tu maestro.
—Lo sé, y no me arrepiento de nada.
—Ya te arrepentirás...
—¡Bueno, háblame de ti! —trató de cambiar de tema.
—¿Disculpa?
—Apenas sé nada de ti, podrías contármelo.
—Ah... Tienes suerte de que no tenga nada mejor que hacer y que estoy medio embobado por la pérdida de sangre, ¿qué quieres que te cuente?
—Todo, dónde naciste, dónde te criaste, todo.
—Eso es remontarse muy atrás. Pero bueno, nací en el Continente Dragón, del que ahora no queda una mierda. Sólo quedan Docas y podredumbre.
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El Linaje Oscuro
Fantasy*Maravillosa portada hecha por el Universo Hogwarts* Ya no queda luz alguna en el corazón de los hombres ni de los pocos dragones que aún viven, el Linaje Oscuro ha consumido todo cuanto se interponía en su camino y propagado las tinieblas más a...