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Desperté en mi habitación y me llevé las manos al rostro. Quería mi vida de vuelta.
Abrí un cajón y tomé mis pinturas. Me senté en una esquina del cuarto y comencé a hacer diseños simples en la pared mientras cantaba Dios sabe que canción de cuna.
La puerta de abrió y unos pasos se detuvieron de golpe.
-¿Qué haces?-preguntaron a mi espalda. Harry. Tal vez no debería haber pintado la pared sin pedir permiso.
-Yo...-enmudecí y bajé la cabeza, avergonzada.- Perdón.
Él se sentó al lado mío y me acarició la mejilla con suavidad. Miró la pared y creí que me retaría pero eso no pasó.
-¿Quién es?-preguntó.
-Jonas.-suspiré.- Mi mejor amigo.
Él me rodeó con su brazo, pegándome a su lado.
-Yo te hice abandonar todo eso, ¿No es así?
-No importa.
-¿Por qué siempre decis eso?-preguntó, frustrado.
-Porque es verdad.-me limité a decir.
-¿Cómo hago que importe?
Me sorprendió, tengo que admitirlo. No creí que fuera a decirlo. Nadie me había preguntado eso jamás y no sabía que responder. Me encogí de hombros y él se puso de pie, tomando mi mano y levantándome.
-Nos vamos.-dijo.
-¿Qué? ¿A dónde? -pregunté confundida.
-No lo sé. A pasear.-dijo encogiéndose de hombros.
Lo seguí sin saber muy bien que hacer o decir y salimos de la casa.
Caminamos por largas calles y él comenzó a enseñarme Londres de una punta a la otra.
-¿Te gusta?-preguntó entonces.
-Es hermoso.-sonreí y, por su ceño, supe que algo de nostalgia se filtró en esa sonrisa.- Es muy distinto al pueblo.
-Si.-suspiró.
-Igual me gusta. Me siento algo perdida y bastante abrumada por la cantidad de gente y eso, pero es muy lindo.
De un segundo al otro, él me tomó por detrás de las rodillas y me hizo girar en el aire, mientras ambos reíamos.
-Tenemos que volver a casa pero... es que no quiero irme.-dijo y reí.- ¿Vos queres irte?-negué.- Entonces no nos vayamos.
Unos flashes comenzaron a cegarnos y mi hermano, sin soltarme, comenzó a correr.
-¿Harry, qué pasa?-pregunté algo asustada porque nos seguían.
-No importa si no queremos irnos, los paparazzi ya tomaron una decisión por nosotros.
Se oía enojado y yo enterré mi rostro en su cuello. No me gustaba esto. Huir no es lo mío y menos de tantos paparazzi. Él me sostuvo con más fuerza y entramos en la casa.
-Los odio.-gritó furioso. Yo no me moví, permanecí con el rostro en su cuello y mis manos alrededor de él.- Perdón. No quería asustarte. Jane... es que, solo quería pasear con vos y lo arruinaron. Siempre lo arruinan.
-E-está bien.-murmuré pero no me moví.
-¿Qué está bien? Estás temblando, Jane.
Me percaté de que tenía razón y él me abrazó con más fuerza. Me bajó con suavidad y quise que todo estuviera bien pero no podía porque estaba asustada, nunca antes me habían seguido.

No importa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora