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-Jane Grifin.-dijo un chico acercándose a la chica de los cabellos colorados. Ella le arrebató la botella de las manos y le dio un largo trago.- ¿Bailas?
-Jonas, Jonas...-dijo ella, chasqueando la lengua.- No voy a terminar en tu casa, ¿Lo sabes?
-Tenía que intentarlo.-rió él mirándola fijamente a sus enormes ojos color esmeralda.- De todas formas, levanta tu trasero, dejá la botella y bailá conmigo.
Ella rodó los ojos y dejó la botella, siguiendolo. No era una novedad, para nada. Jonas siempre lo intentaba y ella estaba acostumbrada, después de todo, él era su mejor amigo. Bailaron un largo rato y él la acompañó a casa, en las afueras del pueblo.
-Dentro de poco se cae a pedazos.-rió ella mirando la casa y luego calló.- ¿Qué vamos a hacer cuando eso pase, Jonas?
-No lo sé. -suspiró él.
A lo lejos, los observaban pero ellos no se percataban.
-Creo que voy a tomar el trabajo. -dijo ella.
-Ya tenes el trabajo acá.
-Pero se necesita mas. Voy a seguir trabajando con los campos pero... anoche no tenía papilla para Steve.
Sonrió con tristeza y él le pasó el brazo sobre los hombros.
La casa se caía a pedazos y ella no entendía como había aguantado tanto.
Las fiestas eran su escape, era un rato en el que se olvidaba de todo y se embriagaba hasta que sus labios se dormían y llegaba la hora de volver a casa.
-Nos vemos mañana. -dijo él.- Paso por tu nuevo trabajo.
Ella se despidió con un gesto de su mano y entró en la casa.
Se dejó caer contra la puerta y pronto escuchó unos pasos en la escalera.
-Hola, hija.-suspiró su padre y bajó a desayunar.- Voy a trabajar.
-Te acompaño.-suspiró ella.- Esperá que me cambio.
-Dormí un poco.
-No. Voy a ayudarte.
-Pero acabas de llegar.
-No importa.
Ella subió y se cambió poniéndose un enterito de jean gastado. Ató su pelo y se fijó que Steve durmiera. El pequeño bebé aún tenía sus ojos cerrados usando solo su pañal. Jane lo tapó con la vista fija en la cicatriz que surcaba su espalda. Esa tarde debía llevarlo al hospital nuevamente.
-¿Cómo está?
-Bien.-suspiró ella.- Lo tengo que llevar hoy a la tarde. Vos no te preocupes.
El hombre del cabello negro se llevó las manos al rostro, frustrado.
-Ya, papá. Él va a estar bien.-dijo ella.
-Espero que, al menos, llegue a cumplir un año.-dijo él.
-Mientras no siga sufriendo..-dijo ella encojiendose de hombros.- Sé que suena cruel pero prefiero que no sufra.
Ambos salieron de la casa y comenzaron a trabajar en los campos.
Steve.-pensó ella.- ¿Por qué justo vos tuviste que nacer así? ¿Qué hiciste para que esto te tocara?
Miró la ventana del niño y suspiró antes de comenzar con su trabajo.

No importa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora