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La casa seguía pareciendome demasiado grande y demasiado vacía. Cuatro meses después de dejar a los chicos seguir con la gira, seguía sin atenderles el teléfono. No quería hablar con nadie, no quería salir, no quería nada.
Me colgué mi mochila al hombro y salí, rumbo a la casa de los Ducaster. Londres resultaba intranquilamente sereno a esta hora. La casa se alzaba, vieja, caída, lastimosa.
El anciano me abrió y yo le sonreí.
-Buenos días, señor Ducaster.
-Buenos días, señorita Griffin.-dijo él.- ¿Preparada para seguir transformando en cisne a este patito feo?-preguntó señalando la casa y yo asentí.- Entonces vamos, ya hace frío para un viejo como yo.
-Usted no está viejo, señor Ducaster. Está en la flor de la vida.
Él rió y me invitó a entrar. Hacía ya unos días que había empezado a trabajar con él, pintando cada una de las paredes de la casa en su interior. Él me relataba historias que yo plasmaba con mi pincel y mis pinturas. Pasábamos largas tardes juntos.
El colegio había terminado y no me apetecía permanecer sola en la casa durante todas las vacaciones.
Por otro lado, él me daba su opinión sobre la composición de mis canciones. Ambos la pasábamos bien juntos.
-Tu teléfono, amore mío. -dijo y yo lo miré.- Atendele a tu hermano. Yo voy a buscar algo para tomar.
Bufé y tomé mi celular. Harry.
-Hola.-suspiré.
-¿Se puede saber por qué no me atendes el celular desde hace meses?-se oía molesto.
-Estoy trabajando, Harry.-dije y enganché el pincel sobre mi oreja.
-Jane...-empezó.
-Te dije que no puedo. -le corté.
-Tranquila amore mío. -dijo Patrick y yo corté la llamada.- Vamos a almorzar.

Al regresar esa noche a la casa, Louis estaba ahí. Lo miré confundida y él se acercó a mi con paso decidido. Me rodeó con sus brazos, levantándome del suelo y yo reí, feliz.
No habíamos dejado de hablar en estos cuatro meses pero nunca pensé que él iba a venir a verme.
-Te odio.-murmuró en mi oído y yo me aferré a él con más fuerza.- Te odio, llevas todo el día sin atenderme. Después de que hablaste con Harry... Te odio tanto.
-Ya.-dije y enterré mi rostro en su cuello, inundandome con el aroma que desprendía.- Estaba trabajando.
-Harry está a punto de venir a buscarte para llevarte a la gira.
-No voy a ir. Me niego. Él me hechó.
-Jane, él solo quería lo mejor para vos. Tenía miedo. Le aterra lastimarte.
-Louis, desde que subí a ese maldito avión sin que él se despidiera... él me asesinó a sangre fría en ese momento.
Louis rozó mi oreja con sis labios y me estremecí.
-No quería que te fueras.-susurró con voz más profunda. Mi cuerpo, involuntariamente, se pegó más al suyo.- Me venis atormentando con tu ausencia hace demasiado tiempo.
-Ya empezaba a creer que eras puras palabras.-reí con suavidad mientras él comenzaba a retroceder, sin soltarme, rumbo a la casa.
-Te podría haber demostrado con más que palabras pero no estabas.-dijo y abrió la puerta, haciendo que mis piernas lo rodearan.- Ojalá hubiera podido...-dijo y dejó un besó bajo mi oreja.- Decir desde un principio....- bajó un poco más y presionó los labios contra mi piel.- Todo lo que estaba pasando.
Se apartó con suavidad y me miró durante unos segundos que se me antojaron eternos.
-No puedo hacerlo.-dijo y bajé la vista sintiendo mis ojos cristalizarse.- Jane...
-No importa. -susurré y mi voz sonó rota.
-Quiero ir lento con vos. Quiero que todo sea perfecto. Necesito que todo sea perfecto.-tomó mis manos entre las suyas y las besó.- Te quiero y me odiaria si lo arruinara.
Lo miré y sentí la sinceridad en sus palabras.
-Pero esto...-dijo, tomando mi rostro entre sus manos.- Esto lo vengo esperando hace demasiado tiempo.
Acarició mis labios con los suyos, logrando que mi interior se encogiera en mil sensaciones. Su lengua recorrió mi labio superior y sus manos bajaron hacia mi cintura y me atrajo hacia sí.
-Me volves loco.-susurró y pegó sus labios a los míos. Era un beso suave que comenzó a volverse más y más intenso. Entonces reconocí que yo también lo esperaba y necesitaba. Louis. Louis. Louis.
Mi mente llena de él, abrumada en sentimientos y adormecida por sus besos.
Al apartarme de él, ambos estábamos tirados en el sillón y él se encontraba sobre mi. Se apoyaba en sus antebrazos, a una distancia mínima de mi.
-Te quiero.-susurré y volví a sentir sus labios sobre los míos.- No puedo creer que estés acá.
El celular de él empezó a sonar y lo puso en alta voz.
-¿Hola?-dijo.
-Explicame por qué hay fotos tuyas con mi hermana dando vueltas por ahí. -pidió Harry, furioso.
-Porque él sí se acordó de mí y vino a buscarme.-dije.- Él sí volvió a casa. Y, ¿Sabes qué? A él no le da miedo que lo vean conmigo en público.
-Jane...-susurró Louis apoyando su frente en la mía.- Hermano, no la jodas. Ahora voy a llevarla para allá.
-No.-le corté.
-Por favor.-pidió Louis.
-Jane, de verdad necesito que vengas.-dijo Harry y me puse de costado, evitando las lágrimas. Sentí como Louis se acostaba detrás de mi y me pegaba a su cuerpo.
-Dijiste que ya no ibas a cambiar tu humor.
-Pero te golpeé, Jane. Maldita sea. Te golpeé. -sonaba desesperado.- Te lastimé porque soy ub imbécil y sigo sin saber como hacer las cosas bien. Quiero que vuelvas, beba. Te lo suplico.
Los labios de Louis se presionaron contra la parte alta de mi cuello y sus brazos se ajustaron a mi alrededor. Coloqué mis manos sobre las suyas y suspiré.
-Necesito unos días para terminar mi trabajo.-dije.- ¿Puede ser?
-Si.-suspiró Harry. - Te amo.
No pude responder y Louis cortó la llamada.
-Puedo quedarme hasta las tres de la mañana de mañana.-dijo y yo asentí.-¿Cuántos días necesitas?
-Diez.-murmuré.
Él me hizo voltear y pegó sus labios a los míos. Sonreí sobre ellos y él igual.
-¿Sabías que tu cuello es una maldita adicción? -preguntó y yo reí.- No quiero que nadie lo vea. Es mío.
Volví a besarlo y me quedé ahí, entre sus brazos, sintiendo que todo podía llegar a estar bien si él estaba cerca.

No importa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora