The Past Is Behind [Supernatural]

18. Apariciones de infarto

18. Apariciones de infarto

A eso de las once y cuarto, Emma se despertó lentamente. Abrió los ojos con cautela y sintió tranquilidad. La habitación estaba más soleada que la noche anterior y observó a la persona que tenía en frente.

Sam dormía plácidamente y se había quedado en la misma posición toda la noche, abrazando a Emma y tranquilo. Emma supo por las sábanas que ella no se había quedado quieta ni un segundo, pero eso no le impidió que el menor de los hermanos sacara sus brazos de su alrededor.

Lentamente intentó moverse para ver la hora. Nunca le pasaba de dormir hasta tarde, las pesadillas no le dejaban. Pero algo extraordinario había sucedido: no tuvo ninguna pesadilla. No soñó con Rachel culpándole de todo, ni con su padre o Trial torturándole. Esta vez durmió plácidamente y por un largo tiempo.

No supo cómo reaccionar al despertarse sin pesadillas, para ella se sentía como despertarse y ver que te faltaran los pantalones. No sabía qué hacer. Cuando se despertaba sudorosa y con la respiración agitada sabía que era la hora de ir a trabajar, pero al despertarse tranquila no supo qué seguía después de eso.

Después de ver la hora en el reloj mecánico de a su lado, se giró y se mantuvo unos segundos en frente de Sam, quien seguía durmiendo.

Miró atentamente sus facciones faciales y admiró lo tranquilo que se veía. Sin preocupaciones, ni Apocalipsis, ni Trial, ni nadie. No pudo quitar sus ojos del hermano menor y se puso a pensar en lo rápido que ella había caído por él.

En un día la salvaron, en dos resolvieron un caso juntos y para ese entonces ya sabía que sentía algo por Sam. En menos de un mes había caído en brazos deWinchester menor. Cayó tan rápido que parecía irreal, hasta un amorío adolescente. Pero sabía que no era así, no sentía una simple atracción. Le gustaba que Sam le hiciera sentir especial, le gustaba que él la animara con cualquier cosa. Le gustaba cada centímetro de actitud de Sam Winchester. Sin mencionar que venía con un buen físico. Tal vez demasiado alto, ya que Emma debía ponerse de puntas de pie para darle un beso, pero su altura lo hacía más especial.

Después de que Emma se diera cuenta de lo mucho que lo quería al menor, decidió levantarse de la cama e ir a hablar con su amigo que probablemente ya esté levantado. Intentó no hacer ningún ruido para no despertar al cazador a su lado.

Separó las manos del hermano de su cadera y las posó sobre el colchón. Se detuvo un momento pensando que lo había despertado pero Sam seguía durmiendo. Posteriormente, se bajó poniendo las piernas en lugares en que no hiciera ni el más mínimo ruido.

Sus pies tocaron una madera algo floja pero no lo notó al poner su peso encima. Estaba parada a espaldas del cazador cuando el crujido de la madera sonó. Cerró los ojos y no se movió. Escuchó cómo el menor se revolvía en la cama pero no parecía haberse despertado.

Al comprobarlo sin darse la vuelta, pudo volver a respirar normal. Bajó los brazos, que habían quedado arriba por el instinto de no hacer ruido, y suspiró. Abrió los ojos y dio un paso para delante cuando una mano le tomó el brazo y con leve fuerza la tiró a la cama.

Emma, con el corazón en la garganta, miró al hermano que tenía los ojos cerrados y una sonrisa.

-¿A dónde crees que vas? -preguntó con voz ronca de haberse recién despertado. Emma respiró.

-Rayos, Sam. Me asustaste -suspiró ella mientras sus latidos bajaban el ritmo. Luego sonrió y colocó su cuerpo enfrentándose al cazador.

-¿Yo te asusté? -indicó inocente.

-Pues claro, tontín. Me levanto tranquila para no hacer ningún ruido y dejarte dormir un rato más, y ¡puf! En un segundo vuelvo a la cama, me asustaste.