06

16 1 0
                                    


Timidez


Cuando lo observo casi me atraganto y comienzo a toser.
Que vergüenza, mi dios.

Era Joaquín, me gustaba desde primer año. Era un buen chico. Solo lo observo en los recesos de entre clase y clase.

- Estoy un poco aburrido-. Comienza a hablar. - Las chicas son todas muy fáciles, mis amigos ya están fuera de sí, y creo que volveré a casa. Creí que sería mejor-. Habla con sinceridad.

- Mis amigos están en sus mundos, y yo prefiero seguir virgen-. Digo sin pensarlo. Me tapó la boca. Que idiota soy. - Es decir, solo me senté aquí y pedí algo de tomar para dispersar mi mente un poco, y escapar de Emanuel-. Reí incómoda. Él sonrió.

- Me caes bien-. Choca su puño con el mio.
Moriré.

- Vine junto a ti, porque sabía que eras diferente y que al menos podría terminar mi noche menos antisocial, supongo-. Hace una mueca. Sonrío y dejo la cerveza de lado. Miro hacia el frente sin saber qué palabras decir, o de que tema hablar y puedo ver como las chicas hacen competencia para ver quién besa más chicos. Juro que voy a vomitar.

- ¿Quieres jugar?-. Pregunta un chico a mi lado. Hago una mueca de disgusto y Joaquin me toma por el codo guiandome al patio trasero de la casa mientras reía
. Solo había uno que otro chico totalmente dormido en el suelo y muchas botellas.
Hay un viento un poco frío.
Caminamos hacia el final del cemento y nos sentamos en un bajo escalón, pisando la hierba.

- Manuel me habló mucho de ti-. Comenzó a hablar. Suspiro cansada. - Y él solo quiere que seas solo de él-. Comienzo a jugar con mis dedos. - Pero yo creo que es un idiota-. Lo observo.

- ¿Por qué lo dices? Eres su amigo-. Me sorprendo. - ¿Por qué me lo dices a mi?-.

- No te mereces ninguna mentira. Él si te hubiera amado no lo hubiera hecho. En realidad nunca entendí su forma de pensar-. Rió. - Pero, desde que comenzaron a salir te llevó por un mal camino. No te dejes ensuciar. Eres perfecta así. Muchas de nuestras amigas te critican-. Bajo la cabeza. Eso es cierto. - Pero critican cosas ridículas, porque yo creo que tu tienes personalidad muy propia, y no tienes que avergonzarte si aún eres virgen. Yo aún lo soy por ejemplo, aún que ellos no lo saben-.
Lo observo agrandando mis ojos. Él asiente.

¿qué es lo que acabo de escuchar?

- ¿Por qué me cuentas esto?-.

- Primero, tengo una que otra copa bebida, así que no tengo tanta timidez por encima, pero además, hace rato quería hablar contigo, pero Manuel no me dejaba acercarme mucho-. Rasco su nuca.
Comencé a reir.

- ¿Por qué?-. Pregunté.

- Él me dijo que yo te gustaba, que no me acercara-.
Nunca tendría que haberle dicho a Manuel eso. Imbécil.

- De todas formas, estas muy linda esta noche-. Sonrió hacia mi y sentí mucho calor en mi rostro.

- Gracias-. Hable tímida.

Había un gran silencio desde este ángulo, pero aún así había eco de la música desde adentro de la casa.
Escuchaba el sonido de grillos y del viento que brindaban las ramas de los árboles. No me quejaba, pero hubiera preferido que Hemmings estuviera haciendo ridiculeces aquí.

Giro mi rostro para observar mejor al castaño a mi lado. Él no ha cambiado mucho, y lo agradezco. Su castaño cabello claro, despeinado y con diversas ondas que parecen ser que tuvo rizos de pequeño, sus rosados labios, sus hoyuelos, su piel blanca bronceada, su respingada nariz y sus hermosos ojos avellanas con mezclas verdes. Es casi perfecto.

Él me capta observándolo y sonríe. Bajo la mirada.
Soy un poco obvia al parecer.

Toma mi rostro y capta mis labios.

Esto no está pasando. Tengo una especie de emoción.

Sus labios se movían y yo no respondía ya que estaba en una especie de shock, pero comencé a moverlos siguiéndole su ritmo. Era lento.
Comencé a acariciar su sedoso cabello. Bajó sus besos a mi mandíbula y volvió a mis labios. Presionó un ruidoso beso y se separó sonriendo.

- Lo siento-. Se mordió su labio inferior. - Yo ni siquiera... Lo siento-. Se pasó sus manos de forma brusca por su rostro.

- No es para tanto. De hecho me gusto-. Sonrío con mis labios cerrados. Siento una especie de escalofríos a causa del frío aquí fuera. - ¿Crees que encontremos algún lugar tranquilo dentro?-. Ideo. Se encoge de hombros y se levanta. Ayuda a levantarme y caminamos hacia adentro. Estaban todos muy descontrolados y pareciera que entró más gente.
Comenzamos a subir las escaleras y ver algún cuarto o balcón libre.

- Quiero irme a casa-. Me quejo.

- Puedo llevarte si quieres-. Propone él. Niego.

- No puedo, tengo que llevar a mi amigo australiano a casa-. Golpeo mi frente. - Se revocó con alguna probablemente-. Me encogo de hombros.

- ¿Te dejó sola?-. Preguntó un poco sorprendido. Asentí. Me tomó de la mano y me guió hacia una de las habitaciones donde recién parecía que se desocupa.
Nos adentramos y observamos un poco la habitación. Estaba la cama desecha. Era de saberse.

- Mira olvidaron un celular-. Habla Joaquín con un iPhone en mano. Rode los ojos sabiendo de quien es por la funda de un pingüino con forma de Bob esponja.

- Es de Luke, mi amigo australiano-. Lo tomo. Presiono el boton de desbloqueo y estábamos ambos tomando un helado de fondo.
Sí. Es de Luke.
No creo que alguien mas pueda portar tan ridícula funda. Al menos que seas una chica.

Luke pudo disfrutar, tal vez yo pueda divertirme como los demás chicos.
Me acerco a Joaquín.

- ¿Crees que podamos divertirnos?-. Sugiero. Él hace una mueca y asiente. Me paro de puntas y presiono mis labios con Los de él. Se sorprendió un poco, pero luego lo siguió tranquilo. Posa su mano en mi cintura y la otra un poco más cercana a mi parte baja trasera. Me sonroje un poco. Besó mi cuello tímidamente y sonrío. Vuelve a mis labios y apoyo mi lengua tímidamente en sus labios, el hace contacto con la suya también, y se rozan.

- Clara, nos vamos en este instante-. Escucho la demandante voz de Luke.

Oh.

.

.

.






FriendsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora