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What day

La observación en un punto inquieto, sin muchas ganas de accionar sino más bien de razonar. Mí problema es querer pensarlo todo, para que el mundo me sea predecible y yo serle impredecible a sus problemáticas. Observo durante horas lo que las marca, el reloj. No era de mí ayuda la negatividad, me llevaba a caminos de algo de melancolía.

Ya no sabía qué hacer. No sólo por el hecho de que lo que planeé en mí ciudad ya no ocurriría, sino por mí aburrimiento en lo presente.

No estaba en mi día creativo, estaba en mi mal día.

Los chicos habían empezado las clases de colegio, estaba negada a firmar mis papeles. Luke insistió, pero no tenía ánimos.

Aún intento asimilar.
Pero realmente no puedo.

Mis padres intentaron comunicarse conmigo pero estaba decepcionada.

Tan sólo faltaba una hora para que volviera a casa Luke y eso mejoraba las cosas.

Me levanté demasiado temprano, así que estaba algo cansada. Descanse mí cabeza sobre la isla de la cocina, aún sentada sobre una de las sillas y sentí mis ojos pesar.

Iba a dormir a las dos de la tarde.

Que linda vida.

(...)

Sentí unos golpes en mí cabeza y me levanté asustada, adolorida en mí dorsal.

- Uhm-. Contesté algo atontada, no podía entender que pasaba a mi al rededor. Levanto mi cabeza y mi vista comienza a enfocarse de a poco hacia mi frente. Ashton sonreía divertido y bufé para mis adentros.
Debía verme horrible, que triste, que vergonzoso.

- ¿Qué hora es?-. Refriego mis ojos con las yemas de mis dedos tratando aun de poder despertarme. Suspiro estirando mi espalda. Ríe suave.

- Son las dos de la tarde-. Aún no despegaba su sonrisa del rostro. - ¿Qué haces durmiendo a esta hora y en la cocina?-. Arruga la nariz y se cruza de brazos divertido.
Lo observo unos segundos, llevaba el uniforme y le quedaba muy aniñado.

- Me desperté temprano, y estuve toda la semana pensando desde el desayuno, me dormí no sé, hace un rato creo-. Trato de explicar con algunas trabas sobre mí lengua. Luego recuerdo que los chicos vuelven hacia las tres de la tarde.
Fruncí el ceño. - Ash, ¿no deberías salir del colegio a las tres?-. Trato de peinar un poco mi cabello. Él niega y toma un vaso para servir agua.

- Yo soy más grande que los chicos, cambian los horarios de salida-. Sirve agua y me ofrece, yo asentí y bebí.
Reí para mis adentros recordando lo de ayer y la metafórica agua.

- No quiero sonar mal educada, pero, ¿qué haces aquí entonces?-. Hago una mueca, torciendo la boca de lado. - Espera, ¿cómo entraste? -. Abro grande mis ojos. Él ríe.

- La puerta estaba abierta-. Rueda sus ojos como si fuera predecible y ordinario. - y vengo a afinar los instrumentos antes de que los chicos regresen. Eso acordamos con Luke-.

Asiento sin mucho más por contestar.

- ¿Siempre vas a atender mí presencia con tu pijama, despeinado y en la cocina?-. Sus palabras llevaban un mar de entonaciones graves y agudos. No pude contener carcajadas.

- Puede ser-. Asiento divertida y me levanto para mostrarle mí pijama por completo, me permití girar para que observe. Tenía una camiseta rosa de tiras, un pantalón rosa con caras de Elmo repartidas repetidas veces. Ríe y guiño un ojo.

- Tengo que admitir que me gusta-. Eleva sus cejas.
Sonrío divertida y camino hacia el sótano, mientras Ashton me seguía hacia mis espaldas.
Ya íbamos bajando las escaleras en cuanto observamos que los instrumentos no estaban por ninguna parte. Hice un sonido con mí boca. Ashton suspiró.
Intenté recordar qué había pasado en los últimos movimientos de la casa. Recordé que Luke suele cambiar las cosas de lugar, cuando va a haber algo nuevo en su día, es una manía que tiene.
Lo vi pasar por las escaleras de entrada con la guitarra acústica. Supongo que debe haber guardado todo en su habitación.

- Están en su habitación-. Me giro y ruedo los ojos. Su rostro mostraba confusión y gracia a la vez.
Lo ayude a bajar cosa por cosa y lo tomé como castigo de Luke para ambos, por habernos besado.

Aunque lógicamente, Luke no es tan maniático como para armar una cosa así, eso creo.

Tal vez fueron unos cuarenta minutos que estuvimos bajando las cosas y otros diez para armarlas. En todo ese proceso, jamás dejó de sonar el CD que tenía la lista de reproducción que era inspiración para nuestras letras, pensamientos, momentos preciados míos y de Luke. En su mayoría eran canciones de antigüedad, hasta de los cincuenta, versiones remasterizadas.

Y comenzó a sonar un clásico, Let it be, de los Beatles. Dí una vuelta en el lugar y doy balanceos de lado a lado, en juego. Amaba bailar, pero tuve que dejarlo en cuanto recordé que no estoy con Luke, estoy con Ashton y no hago más que quedar en ridículo.
Como si lo estuviera llamando por telepatía, me observa unos instantes y sonríe tiernamente. Omite toda concentración en las cuerdas de la guitarra que estaba afinando y camina hacia mis espaldas. Giré mi rostro para chocar con un par de piedras preciosas avellanas y vegetal. Sus ojos completando los míos. Colocó sus manos en mí cintura, que por su tamaño la abarcaba casi por completo y su mentón descansaba en la curva de mí cuello, mientras nos balanceaba el ritmo nuestros cuerpos por naturalidad, la canción transmitía una harmonía muy preciosa.
Su respiración en mi piel hacia llevarme a puntos de relajación motriz.

- Me encanta la dulzura que transmiten tus palabras, tus sonrisas. En un minuto podes darme todo aquello que sentía que no existía, me haces sacar sonrisas-. Murmura con mucha paz. Hizo erizar mí piel y llevar una sonrisa enorme en mí. No hace tanto que lo conozco pero lo creía tímido, me encanta esta faceta, me encanta este chico.
Me doy la vuelta lentamente y tomo su rostro con delicadeza, mientras aún nos movemos de lado a lado.

- ¿Alguien puede hacer florecer mi alma en tan poco tiempo como Ashton Fletcher Irwin?-. Le contesto divertida mientras nuestras sonrisas se mezclan entre la cercanía y choque de narices. La canción comenzaba a terminar y escucho como unos pasos se acercan por el corredor.

Allí es cuando noto que estaba rompiendo un código de amistad, un secreto emocional del alma, una costumbre ritual de Luke.

Nuestro disco, nuestro espacio, nuestro ritmo.

Pero ahora hay alguien nuevo en la habitación, con quién mí corazón parece palpitar a un ritmo sentido a la propia sintonía del suyo.

Espero que los chicos sepan perdonar el crimen, pero me siento deseable, me siento bien.

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FriendsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora