Kate 45

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No tuvimos que esperar mucho, justo como prometió el Doctor, la avaricia y necedad del enemigo, lo hizo volver a nuestras celdas. Las paredes de acero retumbaron, antes de que se abriera un agujero del tamaño de una puerta. La luz de las afueras entró por la apertura cegándonos unos minutos, entonces la Rodriguez entró acompañada de un par de robots de Kannabe Inc. Nos analizó lentamente.

-Él los quiere en la sala de control, ahora-ordenó.

El Doctor se hizo el confundido.

-¿Para qué?

-Quiere que contemplen ustedes mismos la destrucción del mundo. Con las bombas nucleares, los humanos no tendrán más opción que rendirse ante nosotros...¡andando!

Los androides se acercaron a nosotros, y con una increíble fuerza nos levantaron del suelo y nos arrastraron hacia afuera de la habitación. Aparecimos en un largo pasillo de acero, repleto de varias celdas como las nuestras. Ahí nos esperaban otro trio de robots, los cuales nos aprendieron utilizando unas extrañas esposas. Nos obligaron formarnos y avanzar en fila india por el pasillo.

Yo aún no entendía como era que este plan diera resultado, ni siquiera podríamos usar nuestros poderes, pero por alguna razón el Doctor Spielberg se sentía realmente confiado al respecto. Avanzamos por un laberinto sin fin de pasillos, lleno de distintas puertas de seguridad. Yo no podía parar de pensar en cómo encontraríamos el Albatraoz cuando tuviéramos que salir huyendo de ahí.

Al final, una enorme puerta circular se abrió en la pared mostrándonos un pequeño cuartito de elevador. Nos obligaron a entrar empujándonos, cuando todos estuvimos dentro, el cuarto se estremeció y comenzamos a subir rápidamente. Observé temerosa a Dylan y a Jake, ambos se veían igual de nerviosos y confundidos que yo. El doctor, parecía ser el único tranquilo.

Se detuvo. Y las puertas se abrieron, entramos a la sala de mando. Era una gran estancia circular, con las paredes de cristal que daban hacía una enorme caverna. En El resto de la habitación había cientos de computadores, tableros y pantallas que mostraban distintas imágenes y estadísticas. Había robots, en todas partes, debían ser unos cincuenta. Maldije mentalmente a Kanabe por vender tanto a las personas equivocadas.

Al fondo, observando la caverna había un grupo de personas. Todas se giraron al oírnos entrar. Comenzaré a describirlas una por una. Primero estaba aquel alto hombre, un poco robusto. De piel clara y traje de farmacéutico. Tenía un largo y delgado cabello castaño que le caía hasta los hombros, desde alrededor de la cabeza. Dejando la punta completamente calva. Tenía una larga barba marrón que iba desde debajo de las orejas a toda la barbilla. Tenía unos pequeños pero lunáticos ojos cafés, detrás de unas enormes gafas de laboratorio.

Luego estaba un alto y delgado hombre, parecía como sí una enfermedad terminal lo estuviese consumiendo. Tenía piel pálida, y un largo y alborotado cabello blanco, así como sus muy pobladas cejas y es pequeña barba alborotada casi de chivo. Tenía unos profundos ojos grises llenos de miedo, y una expresión de odio en el rostro. Traía un largo abrigo color negro, encima de un traje oscuro. Debía ser un poco más viejo que Browning, sin embargo se veía realmente atemorizante. Aunque me pareció bastante conocido, pero no podía recordar de donde lo había visto.

También estaban Hoffman y el Nigrum, todos nos observaron atentamente.

-Vaya, vaya-dijo el hombre del abrigo con una voz un tanto fría-Así que son ustedes los famosos chicos que nos han traído problemas...¿eh?

Dylan abrió los ojos como platos, había descubierto algo.

-Spielberg-le llamó el hombre-Por favor, coordínate con el Doctor Segura, por favor...preparen todo para el lanzamiento...

El hombre de bata blanca escoltó a Spielberg a un panel al otro lado de la sala. El Nigrum observó atentamente a un par de hormigas en el suelo, se limitó a lanzar un pequeño rayito de oscuridad con el dedo meñique, ambos insectos murieron al instante. Hoffman miraba perdido su bastón, seguramente pensando en la infinidad de formas con las que podría vengarse de nosotros utilizándolo.

El hombre del abrigo avanzó lentamente hacia nosotros.

-¿Y díganme, que tal va la Academia?-preguntó.

No respondimos.

-Sí no me equivoco, este año entrante llega el Festival Escolar Elohim, ¿saben donde será la sede?

Silencio.

-¡Santo cielo!-respondió-¿Acaso el transformista les comió la lengua?

Todos rieron, yo no pude entender la referencia.

-Como quieran-soltó-Me gustaría matarlos ahora, pero tengo la intención de que observen como inicia esta nueva conquista...este nuevo levantamiento. ¡Y esta vez, los Elohims vencerán!

-¿Quién es usted?-preguntó Jake.

-¿Enserio no me reconocen?-se mostró ofendido.

Negué con la cabeza.

-Creí que en la Academia quedaría algún vestigio mío, o que al menos me mencionarían en sus estúpidas clases de Orientación...¿aún existe eso?

-Eres Nastrond-soltó Dylan-¡Tu retrato esta en el Partenón! ¡Eres uno de los Siete Fundadores de la Academia!

-Así es, yo luché por la humanidad, y fundé esa estúpida escuela-reconoció-Y ahora, me encargaré yo mismo de la destrucción de ambas.

Me quedé helada, demasiado confundida y conmocionada para poder hacer algo. Entonces, el Doctor Segura soltó un grito al mismo tiempo que Spielberg se tiraba al suelo y el tablero que había estado operando estalló en llamas. Hubo un extraño sonido, y las luces de la sala de mando comenzaron a fallar. Anduve a oscuras mientras nuestros enemigos gritaban de pánico, cuando una mano me detuvo. Me espanté creyendo que se trataría de Hoffman, pero entonces mis manos fueron liberadas. Luego Jake, ya libre, encendió una llama iluminando a Spielberg enfrente de mí.

-Si mis cálculos son correctos, los efectos de la droga deberían estar pasando ya-sonrío y sus ojos emitieron un extraño destello-Ahora, a salvar el mundo.


Academia Neregunthur I: ElohimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora