Dylan 1

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Soy Dylan Warren.

Tal vez pienses que ser Elohim es la gran cosa, que es extraordinario, que puedo utilizar mis habilidades todo el tiempo; pero no. Sin mencionar los cansancios extremos, sin mencionar la dificultad de socializar con los...mortales. Y luego las enormes tares que realizar.

Si me vieras en la calle caminando, pensarías que soy tan normal como tú. Un chico de quince años, de piel clara, delgado y alto, con ojos azules; el cabello largo, negro y chino en un pequeño afro. Pero lamentablemente no soy normal. Aunque yo no lo supe siempre, hubo una época en la que sí fui normal, al menos eso creí. Me gustaría decir que esa fue una temporada feliz, pero te estaría mintiendo.

Siempre me pasaron cosas extrañas, señales de quien yo era en realidad. Claro que, en ese momento, yo solo me creía loco. Siempre eran situaciones diferentes y cada vez mas locas y problemáticas. Siempre que me lastimaba, cuando ya había llegado a la enfermería, la Señora Mary, me regañaba diciéndome que me encontraba en perfecto estado. Siempre era lo mismo, con moretones, cortadas, quemaduras, golpes, etc. Siempre creí que solo me había vuelto loco, hasta que descubrí quien era en realidad.

Todo ocurrió un día de Verano. Para empezar, deberías saber que soy huérfano. Yo vivía en el Hogar Wayne; con muchos adolescentes más. Ese día había una excusión al Museo de Historia Natural. Ya casi era hora de salir así que nos hallábamos fuera del museo, en las escaleras de la entrada, almorzando. Todos se hallaban acomodados por grupos, estaba el de los populares, el de los nerds, el de los skaters, etc. Yo como siempre, me hallaba solo y alejado de los demás. A veces prefería estar solo.

Observaba la calle, veía a los carros pasar. Enfrente del museo, había algunas cuantas tiendas. Una juguetería, una librería, restaurante y una joyería. La última, lucía unos hermosos collares de perlas en sus aparadores de afuera. En ese momento, yo no sabía que mi vida estaba a punto de cambiar para siempre.

Una enorme camioneta derrapo sobre la acera; dos enormes hombres de traje negro salieron inmediatamente de las puertas traseras, y entraron a la joyería. Sin embargo no le di mucha importancia al suceso. Para mí en ese momento solo se trataba de dos hombres que entraban en una joyería con un chofer que no sabía conducir. Pero pasados unos minutos, comenzaron unos gritos seguidos de varios disparos. Me levanté sobresaltado. Miré a mi alrededor, todos estaban tan distraídos platicando entre ellos que no notaron nada. Sin embargo, yo si me di cuenta de lo que ocurría. ¿que debía hacer? ¿llamar a la policía? No tenía teléfono. Busqué con la mirada, y ahí, junto la tienda se hallaba un teléfono publico

Además, era probable de que solo se tratara de un extraño malentendido. Pero aún así, no me sentía seguro, no. Tenía que investigar. Baje lentamente las escaleras, crucé la calle y me pose en la entrada de la joyería.

-!Oye, niño!-dijo alguien detrás de mí- Era el conductor de la camioneta que acababa de bajar. Me apuntaba con su arma-Lárgate y no te haré daño.

Me quede petrificado por el miedo. Quise irme, correr; pero no pude. Mi cuerpo no me respondía.

-!Lárgate!-me advirtió el hombre.

Por detrás de mí, la puerta de la joyería se abrió y los dos hombres salieron corriendo a toda velocidad.

-¡Enciende el auto!-gritó el señor-¡La policía está en camino!

Al ver que su compañero no respondía, el hombre corrió a toda velocidad hacia la puerta del conductor. Al pasar, empujó al ladrón que me apuntaba, que al mismo tiempo me disparaba, accidentalmente, claro.

Me tiré al suelo por instinto, sin embargo la bala logró rosarme el hombre, destrozarme la vieja camisa y hacerme una pequeña herida.

-¿Qué hiciste?-gritó un ladrón.

-No le dio...!que importa!-estalló el tercero, que en ese momento subía al auto.

-¿Yo?-estalló el otro-¡Que hiciste tú!

-Maldito, solo es un niño-le regaño el otro

-Niñas, ¿ya terminaron?-los apremió el tercero.

-¡Maldita sea!-gritó uno-¡Vámonos!

Pero ya era demasiado tarde. La policía había llegado. Levante un poco la cabeza y pude ver como diez oficiales acorralaban a los ladrones mientras estos tiraban sus armas. Un policía corría hacía mí, y se arrodillaba mientras observaba la herida del hombro

-¡Necesita atención! Herida menor-les dijo a los otros.

Los demás oficiales se llevaron a los ladrones. Un policía, llamó a mi grupo de excursión, quienes legaron inmediatamente. Dos minutos después, ya había llegado la ambulancia, y y se disponían a limpiarme la herida cuando algo extraño ocurrió.

La herida comenzó a dolerme mucho más, un instante después comenzaba a cerrarse y el dolor cesaba. Todos quedaron boquiabiertos. El director del Internado, corrió hacia la escena. y comenzó a hablar con los demás. Unos minutos después, dejaron que me fuera. Felicitándome por mi suerte, y agradeciéndome por ayudar distrayendo a los ladrones un rato.

En el camino de vuelta, todos me veían raro (más que de costumbre) y me ignoraban (más que de costumbre) al llegar fui a hablar con el director. Estaba a punto de entrar a la oficina cuando escuche que hablaba por teléfono, así que decidí esperar.

-Si, es urgente-decía el director- Pues porque lo vi con mis propios ojos...no....si....digo la verdad....no me había fijado antes....por favor, nunca había visto nada parecido, tiene que ser mañana.....aja....bien....gracias...si, tomaré todas las responsabilidades....gracias...hasta pronto...un gusto.

Toqué la puerta débilmente.

-Pase.

Entré a la habitación.

-¡Dylan!-exclamó el Profesor-Que gusto que vienes, precisamente quería hablar contigo ahora.

-¿Conmigo?

-Sí, acabo de hablar con..Servicios Sociales, serás enviado a otro...Colegio...Internado...Academia

-Pero...

-Lo siento, Dylan. La decisión no fue mía.

-Está bien-dije.

-¿Querías decirme algo?-me preguntó.

-No-mentí.

-Bueno...recoge tus cosas, mañana pasa un autobús por ti.

-Si...gracias...supongo.

La verdad, muy en el fondo agradecía mi traslado. Era una nueva oportunidad. Una nueva oportunidad de tener amigos, de no ser el niño raro. El accidente del disparo desapareció de mi mente; y por un momento, me lleno la esperanza.

Academia Neregunthur I: ElohimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora