Dylan 5

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Nos sumergimos en el océano. Todos quedamos tan asombrados que dejamos de gritar. El Autobús se fue hundiendo en el agua, y una vez que estuvo lo suficientemente profundo, comenzó a avanzar. Los vidrios de las ventanas no se destruyeron por la presión, como uno habría esperado, y los neumáticos se transformaron en propulsores; el Autobús se había convertido en un submarino amarillo.

Los cinturones de seguridad se desactivaron automáticamente, dejándonos libres. Jake estaba muy asustado. El silencio reino en el submarino, todos estábamos tan sorprendidos para hablar.

Bob río, y hablo por el micrófono:

-Inmersión realizada al cien por ciento con éxito; tiempo estimado de llegada: media hora...Eh, ¿Jake, aún quieres ese refrigerio?

¿Cómo podía actuar tan normal después de eso? O tal vez, el ya estaba acostumbrado. Entonces me pregunté la cantidad de veces que Bob había conducido ese mismo autobús cargado de adolescentes por un precipicio hacia el océano. Me pregunté que habían pensado esos chicos, ¿lo mismo que nosotros? Daba igual, estábamos vivos y eso era lo que más me importaba en ese momento.

-¿Estás bien?-le preguntó Kate a Jake.

-Si-titubeo-Si....bien....gracias...

Pero no lo parecía, tenía un aspecto terrible, su piel se le veía más pálida y sus ojos miraban con miedo las ventanillas del Autobús...sus ojos, ¡se le habían caído los lentes de sol! Ahora sus extraños ojos rojos estaban a la vista. Intente no mirarlos; pobre, seguro lo ponía incómodo, pero era imposible. Se dio cuenta que lo observaba, pareció a un más asustado y comenzó a rebuscas sus gafas por el suelo, Kate lo detuvo.

-Tranquilo-le dijo-Todo está bien.

Jake la miro por un instante. Sus ojos proyectaron confianza.

-¿Bien?-me sonrío-!Estamos siendo secuestrados por un gordo que atrae con refrigerios a los adolescentes a su Autobús-Submarino amarillo! Seguro es fan de los Beatles...voy mi comida

Reí.

-¡Qué asco¡-gritó una chica.

Todos en el autobús miramos hacia atrás, incluido Bob. En la última fila de asientos, un extraño chico se había vomitado, que asco. Bob se paró de su asiento le dio una bolsa de cacahuates a Jake, cogió un trapeador y se dirigió a la escena del vómito, con expresión cansada, como si ocurriera a diario.

Todos observamos. Después de unos minutos, Jake habló.

-¿Tienen algo de comida?

-Acabamos de caer de diez metros hacia el mar, el autobús en el que te encuentras se convierte de la nada en un submarino, no tienes ni idea de a dónde te diriges, un chico acaba de vomitar detrás; ¿y tú tienes hambre?-pregunté sorprendido-!Y te acabas de comer esos Cacahuates!

Jake se encogió de hombros.

-Sólo soy un ser humano-se defendió-Y me ofreció simples cacahuates.

Busque en mi mochila y saque un empaque de papitas, les compartí a mis nuevos amigos.

-Alabado seas, Dylan-dijo Jake mientras masticaba-Me moría de hambre.

Mire por la ventana, el bosque había desaparecido, ahora sólo veía la oscuridad del profundo océano...y un pez payaso que paso junto a nosotros.

-Yellow Submarine, amo esa canción-dijo Kate mirando al océano.

¿Cómo podían estar tan tranquilos después de lo ocurrido?

-¿Qué es eso?-exclamo un chico de la parte de atrás, el muchacho corrió hasta la cabina del autobús, a mirar por el enorme cristal.

Yo mire, por mi ventana, pero no había nada a la vista. Así que decidí unirme al chico, Kate, Jake y muchos más me siguieron. Y ahí estaba, a unos kilómetros de distancia...era enorme, indescriptible, había una enorme basé submarina.

La ciudad constaba por una enorme esfera de vidrio, unida por unos tubos a otras ocho esferas de menor tamaño, pero igual, enormes. Varias luces tintineaban en todas las esferas, como lo hacía una ciudad durante la noche. Era enorme, déjame decirte que nosotros éramos sólo hormigas comparados con la gran estructura. Mientras nos acercábamos, el lugar se iba iluminando.

-¿Qué...es eso?-pregunté temblando por el asombro.

-Eso, mis queridos amigos-dijo Bob alegre- es la Academia; su nuevo hogar.

El autobús se fue acercando, mientras más avanzábamos, más crecía la enorme estructura, y se comenzaron a divisar algunos otros submarinos yendo de un lado a otro. Dentro de la gran esfera de cristal, puede distinguir lo que parecía ser un enorme patio y algunos edificios, pero no veía muy bien.

Rodeamos las esferas, mientras Bob hablaba por radio y pedía permiso para entrar. Después de unos minutos, el submarino se dirigió a una esfera en especial, al acercarnos, pude ver como una gran compuerta se habría, dejando entrar el agua y a nosotros.

Dentro había una gran explanada, una especie de estacionamiento...un hangar. Los neumáticos volvieron a ser neumáticos; la puertas se cerraron, al mismo tiempo en el que el agua se iba filtrando de la esfera. Una vez que el agua se hubo esfumado, Bob hablo por el micrófono:

-Bienvenidos a la Academia Neregunthur, para chicos especiales-decía orgulloso-Les recordamos que sus pertenencias serán llevadas mas tarde a sus dormitorios, al salir del vehículo. El transporte de la Academia es gratuito, pero si desean dar alguna propina...no estaría nada mal, gracias

Las puertas del autobús se abrieron, los demás chicos comenzaron a salir en orden. Kate, Jake y yo; fuimos los últimos, en salir. Kate le dio cinco dólares a Bob, que nos agradeció my contento. Pobre hombre, pensé en la cantidad de adolescentes que había llevado ahí, y la cantidad de adolescentes que nunca le había dado propina. Así qué, le di todo mi capital: diez dólares.

Al salir, nos hallamos en la gran explanada pavimentada, con varios autobuses amarillos estacionados. El gran domo de cristal, se cernía sobre nosotros; a través de él, pude ver todo tipo de criaturas: peces, delfines, una ballena a lo lejos, inclusive algunos tiburones...una hermosa vista; grandes lámparas colgaban del techo, iluminando el hangar.

Más allá, en las paredes del domo, una gran puerta de acero permitía la salida por alguno de los tubos que unían las esferas pequeñas con la grande. Todos nos acercamos a ella. Todos hablábamos entre nosotros, en cuchicheos, especulando lo que estaba sucediendo; unos decían Aliens, otros decían Sirenas, hubo quien dijo Atlántida. Yo calle mientras Jake y Kate debatían lo que ocurría; preferí contemplar el gran domo de cristal, los autobuses, el paisaje...

La puerta se abrió, y un extraño hombre salió por ella.

Era alto, de piel clara y expresión cansada. Tenía el cabello castaño canoso corto y muy delgado, peinado hacia los lados. Tenía también una frondosa barba color castaña canosa, desde las patillas hasta la barbilla. Tenía unos lentes rectangulares, sus ojos de color azul cristalino. Vestía un smoking muy elegante y unos zapatos de punta negros. Tampoco puedo omitir su bastón, un largo palo de un metro de madera fina y pura; en la punta, una figurilla de oro, representando la cabeza de un águila. Debía tener entre cincuenta o sesenta años. Se acercó a nosotros, cojeaba del pie izquierdo.

-Bienvenidos a la Academia- anunció- Soy el Profesor Browning, su director...

-¿Que hacemos aquí?-preguntó un chico.

-Este es su nuevo hogar-respondió sonriente-Les daremos un pequeño tour, donde les explicaremos todo, pero será de tres en tres, para facilitar la orientación. Yo llevaré al primer grupo, el segundo irá con la Profesora Crowford y el resto del profesorado. Ahora...ustedes tres, vengan.

El Director nos señaló a nosotros tres, que coincidencia. Avancé tímidamente hasta aquel hombre, mis amigos me siguieron. El hombre siguió hablando, dando instrucciones. Después de su discurso, nos llevo atreves de la puerta.

Academia Neregunthur I: ElohimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora