Kate 50

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Fue mil veces peor la sensación que me invadió cuando Dylan dejó de respirar que los fuertes golpes que me di con el "exitoso" aterrizaje de Jake. Cuando la compuerta se abrió, tomé a Dylan con la mente y lo hice salir al jardín. El sol ardía con fuerza por encima de nosotros, debía ser medio día, se encontraba totalmente despejado sin ninguna nube a la vista. Sin embargo no hacía calor, había un ambiente fresco lleno del aroma del océano.

Dejé a Dylan sobre la tierra húmeda, y observé como el Albatraoz se había estampado destruyendo el jardín. Una columna de humo llegaba desde la cabina del conductor, trague saliva. Pero la sensación se esfumó cuando vi a Jake salir rápidamente detrás de nosotros. Se veía más pálido que de costumbre.

-¿Cómo está?-preguntó.

Negué con la cabeza.

Una ola de chicos de distintas edadas y fraternidades se aremolino a nuestro alrededor señalando mientras murmuraban acerca de lo que había ocurrido. El Profesor Browning se abrió paso entre la multitud junto con la Profesora Crawford, Helena, Zoe, Ted y Matt. Los seis se quedaron estáticos al ver a Dylan pálido en el suelo.

-¡Tenemos que llevarlo a la enfermería!-anunció la profesora.

-¿Cuánto tiempo lleva así?-preguntó Zoe.

-Unos cinco minutos-respondí con un hilo de voz.

Ted abrió los ojos como platos.

-¿Cinco minutos? No lo logrará.

-Helena...-Browning miró preocupado a la chica, esta se mostró aún más preocupada. No entendía de que se trataba realmente.

Ted saltó directo a nosotros y llenó sus manos de esos curiosos rayos amarillos y comenzó a golpear el pecho de Dylan intentando reanimarlo. Cada vez que sus manos tocaban al chico, su cuerpo entero se estremecía. Estaba al borde del llanto, realmente me sentía asustada. Nunca antes había tenido amigos, mucho menos amigos que no me llamaran: "rara" o "poseída". Dylan fue el primer chico que conocí y no huyó de mí. No podía perderlo, no así.

-¡Vamos!-decía Ted entre cada golpe-¡Despierta!

Lo golpeó repetidamente durante unos cinco minutos aproximadamente hasta que el chico se dio por vencido. Se puso de pie jadeante, con la frente llena de sudor y los ojos llorosos. Helena fue a darle un abrazo, yo observé el cuerpo inerte de Dylan. Pasé mi mano por encima de su rostro, contemplándolo. Intentando recordar su sonrisa.

-¿Qué paso?-preguntó Browning.

-Se sacrificó por nosotros-dije-Por el mundo...

Entonces me eché a llorar encima de él, mientras Browning le pedía a los chicos que marcharan de la escena. Entonces, sentí como el pecho de Dylan se inflaba lentamente al respirar. Me incorporé, y observé al chico. Se encontraba aún pálido y con los ojos bien abiertos, observando alrededor con una mirada llena de confusión.

-¿Qué demonios está pasando?-preguntó desconcertado.

Me eché a reír mientras le daba un fuerte abrazo, Jake se nos unió.

-¡Maldito hijo de puta, estás vivo!-soltó el chico.

-¡Lo logré!-gritó Ted de emoción-¡No tengo ni idea de lo que hice, solo seguí lo que vi en las películas, pero lo logré! ¡Todos al sótano, Browning invita!

Los chicos estallaron en vitoreo antes de correr hacía el Partenón entusiasmados.

-Señor, ahora todos lo amaran-le aseguró al director.

El hombre le sonrío.

-Y a ti te odiaran cuando descubran que tendrán que pagar la ridícula cantidad de bebida que pidieron.

La sonrisa de Ted se esfumó. Zoe nos ayudó a ponernos de pie, y comenzamos a saludarnos entre todos nosotros. En realidad no había pasado mucho desde que nos habíamos marchado, pero sentía como si hubiesen sido nueve meses, o más. Y era genial estar ahí con todos mis amigos. Browning se acercó sonriente.

-Ahora, todos ustedes a mi oficina.

Veinte minutos después disfrutábamos de unas deliciosas sodas en la oficina de Browning, inclusive habían dejado entrar a Ted y al resto. El Profesor Browning entró un rato después acompañado por la profesora Crawford. Nos explicó que habían llevado al Albatraoz a mantenimiento y nos pidieron que les contáramos todo. Así lo hicimos, narramos cada parte de nuestra aventura. Desde que salimos del autobús amarillo, hasta que la isla Mihole se hundió. Cuando mencionamos a Nastrond, la expresión de Browning se tornó seria.

-Tendremos problemas entonces-mencionó-Nastrond...desapareció cuando abandonó el puesto de director, no se le había vuelto a ver...lo había dado por muerto.

Se puso de pie y comenzó a pasearse por la habitación.

-Si lo que dicen es cierto, debemos informarle a WICA-mencionó-No solo eso, ellos están demasiado ocupados en sus asuntos con terroristas...necesitamos a la Orden Neregunthur.

-Más de la mitad ya están muertos-mencionó Helena.

-La Academia Neregunthur, fue fundada con el objetivo de que los Elohims jóvenes pudieran instruirse sin problemas en un ambiente sano, y claro, prepararlos para que cuando fuera el momento ellos pudieran librar sus propias batallas.

-¿Nos está convocando a la guerra?-pregunté confundida.

-Les estoy recordando, que ustedes son nuestra última y próxima línea de defensa. Y les estoy recordando, que la Segunda Guerra Elohim, está por iniciar. Debemos prepararnos, contactaré a cuantos pueda. El enemigo ya nos gana con un gran ventaja en tiempo y preparación. Sí Nastrond quiere guerra, tendremos que dársela.

-¿Cómo podemos ayudar?-preguntó Dylan.

Browning sonrío.

-Fácil, estudien. Aplíquense en sus materias. Prepárense para cuando nosotros ya no podamos luchar, porque entonces ustedes seguirán. Porque la Hermandad no distinguirá entre adultos y jóvenes.

-Usted luchó siendo un adolescente como nosotros-mencionó Jake-Quiero ayudar.

-Lo harán, cuando sea necesario. Por el momento, disfruten de su vida diaria y dejen que yo me encargue. Cuando los necesite, los llamaré. Pero quiero que me prometan...que se comprometan a este proyecto.

-Lo haremos-dije.

-Bien, entonces supongo que pueden ir a relajarse un rato.

Mientras salíamos de la sala de control, pensé en lo que dijo Browning. Nunca creí que tener superpoderes fuera tan agotador. Pero tendría que acostumbrarme, porque ese sería mi nuevo estilo de vida. Y a decir verdad, me encantaba. Al principio me pareció terrible ser normal, llegué a la conclusión de que ser normal es aburrido. Y ser Elohim, era sumamente divertido. Y me sentía tan orgullosa de poder serlo.

Academia Neregunthur I: ElohimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora