Capitulo III

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En multimedia les dejo una imagen del pueblo en donde viven "Aileen" y Kotaro :3

Saludos!


(ノ◕ヮ◕)ノ*:・゚✧





Mañana ya estaré sola...





La primera luz que entra por la ventana siempre me despierta. Ésta, como todas las mañanas, me encuentro sola en la habitación ya que Kotaro es el primero en levantarse para hacer las tareas matutinas en el jardín de atrás.

Me levanto muy deprisa para cambiarme con la ropa limpia de hoy. Es una fortuna tener personas que nos regalan ropa que ya no quieren o necesitan.

Cepillo mi cabello hasta dejarlo sin ningún enredo y salgo hacia la sala de estar para comenzar a barrer, pero me detengo en seco al ver quien se encuentra ahí.

El demonio que aparenta mi edad.

¿Cómo pude olvidar que estaban aquí? Más bien, creí que ayer por la noche se habrían marchado. Kotaro no me dijo nada. ¿Ahora qué puedo hacer? Ciel... — ¿si se llamaba así? Si...—, parece estar dormido. Mi cuaderno de trabajos está junto a él y no creo tener la oportunidad de llevármelo. ¿En dónde estará el otro demonio?

— ¿Me tienes miedo?

Giro la cabeza con nerviosismo. Tomo la escoba que esta recargada en una de las paredes y con ella trato de esconderme un poco. Patético...

— ¡No!—muevo una de mis manos negándolo—. Solo es que te vi "dormido" y no quería molestarte.

Vaya, lo estoy "tuteando".

Su ojo profundamente azul me mira con atención; su otro ojo, de color purpura oscuro llama toda mi curiosidad; desde ayer lo había visto pero no me había dado mucha la importancia de percatarme que eran distintos.

—Tengo que limpiar...

Se sigue manteniendo serio después de eso. Me encamino hacia el comedor y comienzo a barrer algunas boronas de la comida de la tarde.

—Dibujas bien—dice con cierto hilo de voz.

Frunzo el ceño y me dedico a visualizarlo. Siento como me congelo de pies a cabeza al descubrir que ha hojeado mi cuaderno hasta las últimas páginas en donde hago... Dibujitos... de... Kotaro. Tiro la escoba a un lado y corro hacia él perdiendo la compostura por querer recuperar mi cuaderno. Al llegar me pone una mano en la cara, impidiéndome avanzar.

—Hey—retrocedo enojada—. ¡Deja de husmear las cosas de los demás!

Me ignora, tal y como si yo no existiera en estos momentos. Logro sujetar el cuaderno de un extremo y lo jalo para luchar arrebatárselo. Cuando me ve haciendo eso, me lanza una mirada inexpresiva, como enojado.

— ¡Deja mi cuaderno!—Mascullo.

Baja la mirada a nuestras manos y sin esperármelo, lo suelta haciendo que me caiga hacia atrás a varios metros de distancia. Por poco me golpeó la cabeza contra la pared.

— ¡No vuelvas a hacer eso!—exclamo ardiendo en cólera.

Inclina la cabeza y sonríe solo un poco.

— ¿Hacer qué?

Estúpido, ESTUPIDO DEMONIO CREIDO. Solo por llevar ropa elegante y tener un gesto intimidante se cree mucho mejor. Me sonrojo al ver que continua viéndome con gracia. Maldita sea, ¿por qué Kotaro les permitió quedarse?

Kuroshitsuji: Vitam Et Mortem IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora