Capitulo LI

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51 (FINAL)


"Lo eres todo para mí, estoy esperándote ¿Puedo amarte?"


—Supe desde muy en el fondo que ella las cuidaría bien. Sabía bien que yo había cometido un error, ir a recuperarlas ya era demasiado tarde y cobarde mi parte, cariño. A pesar de todos estos años, nunca las he olvidado a las 3.

No transcurrieron muchos minutos en los que padre e hija aclararon muchas cosas.

La pequeña Aileen le contó sobre la aldea pero jamás de los sucesos con ángeles y demonios, mucho menos del libro maldito del Vitam et Mortem. Le habló del ataque a la aldea, el secuestro de los aldeanos y el milagroso hecho de que ella había sido la única en poder escapar de ese calvario. Le explicó el "error" por parte de Ciel de informarle que ella había muerto; "se confundió con otra niña" dijo intentando hacerlo parecer completamente real.

—Fui incluso a la "tumba" —dijo el señor Ward un tanto apenado pero en segundos cambio su postura para agregar—, informaré al cementerio para que la retiren...

Aileen ya no pudo soportar guardárselo. Lo amaba, quería a su padre y volverlo a ver le había quitado cierto peso de encima pero su vida ya había dado un giro de 180 grados. Morir, conocer seres fuera de lo normal y un montón de aventuras peligrosas le había hecho abrir los ojos. Por más que quisiera vivir "normalmente" todo eso sería inolvidable.

—Yo... No voy a vivir contigo, papá.

Él no se mostró muy sorprendido.

—Tampoco es lo que mereces—repuso él—en estos momentos estoy enfermo, lo sucedido hace unos días me ha afectado en una crisis nerviosa grave. Y qué decir, han pasado tantos años... Debe ser muy raro para ti.

A Aileen se le pusieron los ojos vidriosos.

—Serás pequeña, pero tienes una gran determinación y me siento orgulloso de ti.

—Quiero que sepas que nunca te odiamos, papá.

Los dos abrazados habían permanecido sin un límite de tiempo. Aileen por fin se sentía libre.

—Esos niños... ¿Son tus...?

Rápido el señor Ward intervino.

—No, no. Son hijos de la mujer que vino a hablar contigo solo unos segundos.

Los dos conectaron miradas. La conversación volvía a tener un nuevo tema.

—Ella es mi esposa, claro, pero a ella la abandonó su ex pareja dejando sin nada a ella y a sus hijos. Creo que respecto al recuerdo tuyo y al de Julianne, quería parecer ser bueno y los recibí conmigo.

Aileen le sonrío con total sinceridad. Se paró de puntillas para darle un beso en la mejilla. Ella ya no tenia de que hablar y la hora de despedirse ya lucia como una opción. Muy en el fondo, preocupada, se preguntaba si Ciel y Sebastian la estarían esperando, o al menos los dioses de la muerte.

— ¿Vas a vivir con ese chico? ¿Ese chico de ojos azules y que parece tener un mayordomo?

Movió la cabeza en un "si". Un nudo en la garganta se le formó, no creyó que despedirse si fuera a resultar complicado.

—Puedes visitarme cuando quieras—le dio un beso en la frente— nunca lo dudes, cariño.

—Te quiero mucho, papá. Y Julianne donde quiera que esté también.

—Mis niñas—volvió a abrazarla como final—. Perdónenme, por favor.

*******

La mujer esposa de su padre, había insistido que viviera con ellos, pero por razones que ya no pudo explicar, dijo que mejor sería así, comenzar con una nueva vida. Por el pasillo del departamento, Aileen corrió con el corazón casi a punto de salírsele de la boca. De sus ojos volvían a brotar brillantes gotas que con el movimiento de sus pasos caían como pequeñas luces al vacío.

Kuroshitsuji: Vitam Et Mortem IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora