Capitulo X

1K 132 64
                                    

¿Estás bien?, preguntó





Kotaro sintió cierta inquietud por lo cual se despertó. Esperaba encontrar a la pequeña Aileen entre sus brazos, pero no. Estaba completamente solo en ese dormitorio. Se sintió mal (y tonto), por volver a quedarse dormido. Claro que, lo beneficiaba para sus planes, pero no le gustaba perder de vista a la pequeña.

Se sentía mucho más que débil, un inútil.

—Audrielle—hablo con voz fuerte y clara.

Pero no hubo respuesta. Busco indicios en la habitación, cada rincón, e incluso echo un vistazo en el viejo y feo armario. Kotaro comenzó a tensarse.

—Maldita sea, esa niña. Espero que no esté con Phantomhive de nuevo—espetó golpeando la puerta del armario.

Salió muy apresurado de ahí, teniendo solo en mente a ella, así podría localizarla pero como más de un maleficio, no lograba concentrarse. Como sí ella hubiera dejado de existir. A punto de bajar las escaleras, se encontró con Sebastian.

— ¿En dónde está Phantomhive?—Tomo a Sebastian por la camisa, casi a punto de empujarlo por la bajada.

—Abajo, leyendo un libro.

— ¿Mi Ama está con él?

Sebastian rodó los ojos.

—Por supuesto que no.

Kotaro lo soltó, ahora estaba confundido pero también mucho muy asustado.

— ¿Qué sucede?—Sebastian le bloqueó el paso—. Luces muy desesperado. ¿Tus siestas de belleza no te ayudan a relajarte?

— ¿Quién te crees para hablarme así?

Su mano estuvo a punto de darle un puñetazo en la cara de Sebastian, pero este último la detuvo estratégicamente apenas rozándolo.

—No encuentro a Audrielle, ahora deja de estorbar y ayúdame.

Sebastian no se sorprendió por eso; a lo que notaba, Aileen se salía fácilmente del control de Kotaro. Algo bastante estúpido. Ambos bajaron velozmente, dispuestos a contarle las malas noticias a Ciel, pero lo que no imaginaron es que él también estaba arriba y que también los seguía por detrás.

— ¿Qué acaso no puedes localizarla?—Le demandó Ciel.

Kotaro lo ignoró.

— ¿Problemas?—Apareció Arnold caminando muy cerca de ahí.

Todos de inmediato captaron el detonante del problema.

— ¿En dónde está Aileen?—Mascullo Ciel.

— ¿Ahh? Ahora estoy muy confundido—llegó a detenerse frente a ellos—. Esa niña... ¿Se llama Aileen o Audrielle?

Su sonrisa se expandió de forma sarcástica y picara.

— ¿En dónde está ella, maldito fantasma?

Apenas iba a golpearlo cuando desapareció y volvió a visualizarse junto a la puerta de la entrada principal, girando un par de llaves amarradas a una cuerda. Sus carcajadas no se hicieron esperar, empezó a reír tan fuerte y animadamente, como si apenas le hubieran platicado una broma.

— ¿Por qué le toman tanta importancia a una niña? ¿Es acaso un tesoro? ¿Por qué no dejarla descansar si ya había muerto...?

Kotaro no pudo contenerse. Corrió hacia allá y sacando de su manga, extrajo una gran daga de plata, amenazando a ese ser.

Kuroshitsuji: Vitam Et Mortem IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora