2: alana

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Dejó con cuidado el teléfono en la mesa de noche mientras seguía cargando, abrió el libro que anteriormente estudiaba, trató de volver a concentrarse en la lectura pero le fue imposible; la conversación con Manuel la había desconcentrado, sus ojos se perdieron en las letras y se sumergió en sus pensamientos, quizás aquella conversación ahora colocaría su vida de cabeza.

Suspiro y dejó el libro a un lado y apago la luz de noche para cerrar sus ojos.

—¿Hermana del joven Wessel? —ella acepto con la cabeza—, ¿por qué estás recomendada?

—No lo sé, tal vez por qué soy buena...

El director de salud la miro con seriedad y luego volvió a mirar la hoja, las palabras que había dicho la muchacha frente de él era ciertas pues los tantos nombres reconocidos en las cuatro hojas de papel lo confirmaban.

—Empiezas el lunes.

La joven acepto con la cabeza y se retiró de la oficina con el rostro serio, no le daba importancia trabajar ahora con el club bávaro, era solo algo más para agregar a su hoja de vida la cual estaba de maravilla. Miro al hombre de al frente que la miraba con una sonrisa expectante a que digiera algo, ella solo levanto las comisuras de sus labios y el que tenía algunos rasgos similares aplaudió dando saltos y la abrazo. Ella no con respondió el gesto y cuando la soltó camino.

—Vamos a ser compañeros de trabajo.

—Ahora te tengo que soportar todo el día, pensé que en la casa tenía suficiente.

—Cállate, ven acompáñame que tengo que masajearle las piernas a alguien —ambos rieron pues era un chiste que ellos solo comprendían.

La castaña camino junto al rubio (color que saco de su abuelo) hacia una gran sala de terapia, se quiso quedar afuera pero su hermano la arrastro.

—Hola Manuel, te presento a mi hermana, Alana —ambos sonrieron.

El recuerdo llego a su mente cuando desayunaba, lamio sus labios y miro hacia todos lados. Ahora no vivía con nadie, su hermano había sido contratado para otro club germano abandonándola en una ciudad y en un trabajo que no le gustaba.

Al llegar al estacionamiento colorido de rojo, blanco y azul. Tiro su asiento hacia atrás soltando un gran suspiro.

¿Qué iba a hacer cuando se encontrara con los ojos de Manuel? ¿Qué iba a hablar cuando la llamara aparte? ¿Cómo iba a actuar delante de él sin que se pusiera nerviosa? ¿Actuaria igual que siempre o de una forma más lejana?

Dejo de pensar y no tomó ninguna decisión, dejo que su instinto la llevara y bajo del automóvil con rapidez pero la voz de alguien la hizo parar.

—Baja la velocidad muñeca —tomaron su cadera y poso sus labios en la mejilla de la mujer.

—Buenos días negro —le abrazo.

Este solo sonrió y caminaron, en un momento llegaron a las salas que se dividían y se despidieron con un saludo que ellos habían creado.

Al entrar a su lugar de trabajo, saludo con una sonrisa falsa a sus compañeros y se dedicó a revisar a los menores de la cantera, era el único trabajo que le gustaba pues no trataba con los mayores que sabían la mayor parte de su vida y hablaban de sus problemas los cuales no quería saber para nada.

Estaba concentrada quitándole el yeso a uno de la U19 hasta que el disparate de las voces masculinas por toda la sala la asustaron e hicieron que mirara hacia donde estaban llevando en camilla a alguien. Entre el alboroto se alcanzó a escuchar un grito y se estremeció porque sabía de quien era, se puso nerviosa al ver a tantas personas alrededor del gran cuerpo del jugador. El capitán se hizo a un lado y miro la expresión de Alana, este le silbo para que lo viera y así lo hizo.

"Es Manuel." Le pronuncio en los labios y la castaña acepto.

—¡Cuidado! —le grito el joven al que antes estaba atendiendo. Paro de apretar el botón de la sierra y la quito, una pequeña eriza le había producido.

—Lo siento —tomo unas gasas y las coloco en la herida para que parara la sangre.

Entre en ajetreo escucho al director de medicina gritarle a los que ayudaban a Neuer que se fueran y lo dejaran solo, sintió que sus manos se sintieron inútiles y todos sus conocimientos se habían ido por los nervios que estaban empezando a tomar parte de ella. Movió sus manos dejando el pedazo de tela en la herida del joven y busco con rapidez algo.

—Deja aquí, ve donde Manuel —le toco el hombro con sutileza el doctor y ella negó con la cabeza.

—Este es mi paciente —contesto con seriedad.

—Te ordeno que vayas donde Manuel ahora mismo Wessel. Revísalo y haz la hoja médica para pasarla a las directivas.

Se sintió impotente en ese momento. Quería salir corriendo del lugar y no volver nunca más, sentía su estómago revolver y algo en su pecho que la dejaba sin poder respirar cuando caminaba hacia el lugar.

Quito la cortina y la cerro velozmente sin mirarlo, Manuel al contrario se le iluminaron los ojos al ver a la mujer y una pequeña sonrisa salió de sus labios

—¿Qué parte esta golpeada? —pregunto fingiendo no prestar atención.

—Mi pecho.

—Especifique—escribió el lugar que dijo el antes.

—Mi corazón.

—De uno a diez ¿qué tan fuerte es el dolor?

—Bastante, no tenerte duele mucho.

Alana levanto la mirada y observo los ojos azules de él que estaban con pequeñas arrugas a su lado por la pequeña sonrisa que tenía.


HEART LIKE STONE / manuel neuerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora