15: primera decepción

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—No deberías estar teniendo sexo con tu mujer para que por fin tengas un hijo —pregunto sobre su pecho.

—Mis cuadrúpedos son mis hijos Banana —acaricio su cabello mientras seguía con su mirada en la televisión.

—Creo que no —se levantó y mi miro—, es mejor que vayas a tu casa con tu esposa para que yo pueda arreglarme.

—¿Para dónde vas?

—Manuel me invito a una fiesta familiar —susurro con las mejillas rojas mirando hacia el suelo.

—Tan bien van las cosas con él —pregunto sorprendido y se levantó—. Eso me alegra demasiado pequeña, pero aun así no dejes que las cosas se apresuren, todo a su tiempo, porque lo que va rápido termina rápido.

—Hemos esperado esto por cuatro años —mordió sus labios.

—Lo sé, pero aun así no olvides eso —beso su frente—. Iré a procrear por ti —guiño su ojos y se fue.

Suspiro en el espejo cuando termino de arreglarse, esta era la primera vez que Manuel la invitaba a una reunión con su familia, conocía a sus padres y el hogar donde vivían pero no conocía al resto de familia, lo que la ponía aún más nerviosa. Estaba sacando suposiciones sobre la invitación, la que más le sonaba era el presentarla ante los demás para ver que opinaban de ella y tal vez dar el siguiente paso y formar una relación de verdad, un noviazgo tal vez.

Coloco música para poder relajar su cuerpo, volvió a mirarse al espejo y con suavidad empezó a aplicarse brillo labial. Al terminar salió para esperar al guardameta en la sala.

Jugaba con sus manos nerviosamente y las mariposas en su estómago revoloteaban sin parar. Pero, lastimosamente todo eso fue disminuyendo al pasar de las horas.

Tres horas había aguardado por él pero no había aparecido, le había mandado mensajes, le llamo y no contesto nada.

Se miró al espejo y se río de ella misma, una lágrima resbaló por su mejilla y la dejo seguir hasta que cayera, limpio el camino con los pañitos para quitar el maquillaje y luego lo hizo con todo su rostro. Quito su vestido y deshizo su peinado.

Prendió su televisor, tomó unas botanas y se acostó en su cama dejando que la tristeza y decepción la invadiera. Era un día que quería recordar para siempre, uno lleno de emociones, diferentes personas que eran importantes para el hombre que quería demasiado; ahora lo iba a recordar cómo la primera vez que Manuel la había plantado como una tonta ilusionada y enamorada.

Después de unos largos minutos se quedó dormida efecto del cansancio que le había provocado los sollozos, no escucho los mensajes ni las llamadas incesantes; lo único que la despertó de su sueño profundo fue el timbre de la casa.

Se levantó con los ojos legañosos y camino sin ánimo hacia la puerta, tomó aire para abrir y se quedó sin ese al abrirla y encontrar el personaje que estaba frente a ella.

—Alana.

—Manuel.

—Perdóname —tomo sus manos.

Alana miro la unión de sus manos y luego paso a detallarlo, lo que más le llamo la atención fue un pequeño manchón rojo que tenía en su quijada, ella sonrió con ironía y toco el lugar.

—Tienes un poco de labial en el cuerpo Manuel, procura limpiarte bien antes de venir —soltó el agarre que tenia de su otra mano y pasó esa a la puerta para poder cerrarla.

Manuel miro los ojos de Alana esperando que le surgieran las palabras pero no ocurrió nada, se había llenado de nerviosismo y la culpa le empezaba a invadir el cuerpo al ver el brillo de los ojos de ella provocado por las lágrimas que iban a empezar a descender. Sintió su garganta seca, sus labios secos y su corazón vacío cuando Alana le miro a los ojos y cerró la puerta. 

HEART LIKE STONE / manuel neuerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora