10: schopenhauer

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Hizo una coleta mientras mordía con fuerzas sus labios para no contestarle a su madre quien le gritaba reclamando algunas cosas que deberían quedar ya en el pasado. Al sentir el automóvil detenerse, abrió la puerta y corrió sin despedirse; iba treinta minutos tarde porque la noche anterior se la había pasado estudiando y se había acostado tarde. Camino más despacio cuando vio de lejos a la mayoría del personal reunidos, abrió espacio entre las personas y trato de calmar su respiración cuando el director de medicina la observo con atención.

—Eso es todo, pueden retirarse a trabajar —dijo el mayor—. Alana tú te quedas —todos miraron a la mujer y luego se fueron todos a sus puestos, ella apretó sus labios y agacho la mirada.

—Puedo explicarlo —susurro.

—Lo único que me tienes que explicar es lo que pasó con Guardiola y porque tenemos otra igual tú.

—¿A mí?

—Linda, inteligente, llamando la atención de todos los chicos, esas cosas —sonrío. Alana se quedó estática en su lugar y empezó a sentir algo recorrer su espalda—. Pero tú eres la primera que llegó aquí, tú eres la reina y no te pueden quitar tu trono pequeña —le guiñó el ojo—, ahora cuéntame lo que paso con Pep.

—Somos muy pocos para tanto trabajo y para la presión que están aplicando sobre nosotros, es injusto que venga a decir que nosotros somos los que hacemos que su equipo este bajando de nivel; solamente necesitamos más personal.

—La situación está bastante complicada, piensan despedirnos a todos y contratar nuevo personal, la chica nueva que entro —suspiro—, no es por alarmarte pero están pensando que es tu reemplazo.

—Me daría igual si lo hacen.

—Pero a ciertas personas no —le tomo el hombre bridándole una sonrisa y luego se retiró.

Al abrir la puerta todos posaron su mirada en ella, pues ya corrían los rumores que iba a ser la siguiente despedida. Ignoro las miradas y observó a la nueva mujer, tenía el cabello corto, su piel era morena y tenía una estura promedio; se acercó a ella por la espalda para tocar su hombro y descubrió el rostro de la susodicha, su cara era perfecta como al igual que todo su cuerpo, ella le sonrió y Alana la imito.

—No nos hemos presentado —lamió sus labios antes de seguir—, Alana Wessel —estiró su brazo y la morena enseguida lo tomo con fuerza.

—Un gusto, Elene Schopenhauer.

Después del reconocimiento, volvieron a los lugares de trabajo. Alana se encargaba de ver el historial médico de todos para observar las debilidades que estarían presentando en ciertas zonas del cuerpo, pasó haciendo ese trabajo hasta la hora del almuerzo donde se sintió fatal.

La mayoría de sus amigos estaban en una mesa compartiendo con la nueva mientras que todos sonreían y hablaban con furor. Ella pasó al lado de ellos y ni notaron que lo había hecho, se apartó de la gran masa de gente para hacerle en una de las últimas filas de la cafetería.

—Nunca comas sola, es un sentimiento horrible —comentó Sebastian mientras se sentaba a su lado. Alana sonrió y bebió de su botella de agua.

—Tu eres el único que no se ha olvidado de mí —le sonrió y él también lo hizo—, gracias.

—No puedo creer que enserio ellos estén allá —carcajeo irónico—, vaya amigos que tienes.

Alana lo miró y le sonrió, acción que vio Manuel. Apenas los había podido observar pues él era también uno de los que estaba en la mesa de la nueva viendo que le podría llamar la atención de ella, apretó su mandíbula ante la mirada y apartó la vista cuando se conectó con la de Rode en el momento que después de mirarla a ella, trato de imaginarse a esos dos personajes juntos. Volteo la cara con una ceja arriba, el cuello un poco arriba, queriendo lucir superior.

—A veces creo que Manuel me odia.

—¿Por qué lo dices?

—No lo sé —no iba a decir que era porque estaba compartiendo tiempo con ella, le daba vergüenza el tal vez confundir que tenían una bonita amistad con una relación, aunque siempre parecían que fuesen novios.

El día fue un poco estresante para Alana pues sentía desde ahora como se sentía remplazada por sus mismos compañeros de trabajo, siempre eran ellos los que le preguntaban a ella cosas sobre medicina, ahora las preguntas iban a Elene y ella como si fuese una enciclopedia les contestaba todo. También por otro lado había estado Manuel, aprovechó un tiempo para tomar aire y se lo encontró, ambos se quedaron mirando, Alana se quedó esperando algún gesto de cariño por parte de él pero lo único que recibió fue una levantada de cabeza como saludo de mala gana, después de eso él se entró al lugar sin decir nada ignorándola por completo.

Terminó su trabajo y espero a que su madre la recogiera. Empezaba a caer la noche y la señora Wessel nada que se aparecía.

—¿Quieres que te lleve? —vociferó Neuer dentro de su automóvil.

—¿Quieres hacerlo porque te nace o por qué?

—Por qué no quiero que te pase nada.

Alana escondió su sonrisa y abordó el automóvil. El camino fue acompañado solo por música, sus voces no se escuchan en ningún momento y se sentía extraño no tener que hablar y ni siquiera un gesto. Al llegar frente a la casa, ambos observaron que todas las luces estaban apagadas y el automóvil de su madre no estaba, frunció el ceño y abrió la puerta más no salió.

Alana jugo con sus manos y con cuidado pronuncio: —Eres confuso para mí.

—Tú también lo eres para mí.

Se miraron a los ojos por un tiempo hasta que Alana se cansó y bajó del automóvil para entrar a su casa y gritar.


HEART LIKE STONE / manuel neuerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora