Que la primera imagen del día sea el rostro calmado de una de las personas que más apreciaba en su vida pero mantenía está de patas arriba, era un poco extraño para la mujer que hace rato miraba detalladamente el rostro del alemán. En el momento había podido contar unos cuantos lunares y detallado sus líneas faciales.
Después de unos momentos Manuel abrió los ojos, levanto un poco su cuerpo y descubrió que estaba solo en la habitación. Salió de esta y camino más despacio cuando escucho la voz de Alana responder algo.
—Probablemente estaré aquí en casa, tengo día libre. Estaré bien —todo quedó en silencio—. Eso está bien, mándale saludos a mamá.
—Buenos días —dijo cuándo había escuchado a la mujer colgar el teléfono.
—Buenos días Manuel —pronunció mirándolo a los ojos—, ¿dormiste bien?
—Excelente gracias.
El salón quedo en silencio, podría narrar que las miradas seguían estando estáticas, pero no era así. Alana miraba sus dedos y Manuel hacia un lado, ambos esperando alguna iniciativa, como era siempre.
Alana suspiró y como siempre, camino hacia él para darle un abrazo.
—Gracias por quedarte —murmuró enrollada en los brazos del grande.
—Haría cualquier cosa por ti pequeña —beso su cabello—. ¿Quieres ir a desayunar?
—Me cambio y vamos —se separó un poco de él para mirarlo a los ojos.
—Nada de eso, estás hermosa —sonrío y la levanto para cargarla.
Al tenerla en sus brazos la llevo a su automóvil para empezar a conducir a la cafetería más alejada de la ciudad, donde podrían disfrutar la belleza de la naturaleza y la tranquilidad. Ambos en el camino hablaban sobre cualquier cosa, aunque siempre era más Manuel el que hablaba, Alana solo se encargaba de escuchar y preguntar.
—¿Cómo van las cosas dentro de las canchas?
—Podría decir que bien, todo ha mejorado —mintió.
—Escuche que piensan despedir a todo el persona ¿es cierto?
—No eso es mentiras, no sé de donde sacan eso, todo va enserio de maravilla —volvió a mentir pero estaba vez mirando el vapor del café mientras sentía sus ojos picar por las lágrimas.
—Me alegra escuchar que las cosas que le han dicho a Ele han sido solo rumores —ladeo una sonrisa y ella levanto la mirada.
—Ele —pregunto.
—Elene.
Alana solo dejo salir una expresión de sus labios para llevarse el café a la boca y sin importar que le quemara la lengua siguió tomando, creando ahora que el dolor fuera su compañía. Manuel llevo un panecillo a su boca para luego levantarse y pagar la cuenta, cuando volvió a la mesa no encontró a la mujer. Salió del lugar y la encontró de espaldas, se acercó de a ella con paciencia.
Escucho su respiración calmada y parecía casi que ni lo hacía, el clima estaba frio por lo que disfrutaba el aire congelando sus pulmones deseando que este congelara un poco más al centro, su corazón; el cual latía con fuerza y ya no lo entendía, no entendía porque se seguía partiendo ante solo un nombre, un hecho, o una mirada confusa del que juraba conocer hace cuatro años. Le gustaba el Manuel que tenia de amigo desde hace tiempo, el divertido, inteligente y despreocupado; sin conocer la zona de su corazón, de templo al cual solo se le permiten entrar a pocas personas, entre ellas, ella había sido una, quizás la primera que estaba en el lugar de Neuer.
—Solo quería que te despreocuparas un poco por lo que paso en tu familia, si no fue así perdóname y déjame llevarte otra vez a casa.
—No es eso —susurro sin abrir sus ojos.
—¿Entonces qué es?
Alana pensó una respuesta, una mentira pues no quería decir la verdad, no quería volver a alejarlo de su lado pues todo el tiempo en el que no estuvo una parte de ella se había vuelto una piedra, necesitaba estar a su lado para entender un poco mejor sus sentimientos y a un Manuel diferente.
—No había tenido un día así desde hace mucho tiempo —abrió los ojos para mirarlo—, gracias —beso su mejilla.
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HEART LIKE STONE / manuel neuer
SonstigesTodo a mi alrededor es de plata y oro, pero mi corazón nunca se cura. Mi corazón sólo se siente como una piedra. ©LiebeReus