El agua y la espuma cubrían todo su cuerpo, excepto su rostro. Sus ojos estaban cerrados tratando de que la paz llegara a su cuerpo para liberar el estrés del el examen que había presentado horas atrás.
Cada vez que pensaba en alguna de las preguntas, su espalda le dolía y le daban ganas de llorar por la angustia. Sus nervios la iban a comer viva hasta que llegaran los resultados, y eso que aún faltaban dos meses para ello.
Limpio la espuma de su cuerpo y salió de la tina ya fría. Desnuda, camino hasta su habitación dejando un charco en cada pisada, sin secar su cuerpo colocó una camisa de Alaba que había dejado una vez en su casa y empezó a peinar su cabello.
Mientras lo hacía miraba su rostro en el espejo, sus ojos estaban pequeños debido a la hinchazón en sus párpados, las ojeras estaban empezando a profundizarse haciendo que lograran llamar la atención porque era lo único que tenía color en su rostro. Suspiró ante su deteriore y dejó una lagrima caer, observó como hacía el recorrido por todo su rostro y cuando iba a finalizar la tomo con su dedo índice, observó la gota con detalle y frunció el ceño. Camino con ella en el dedo y la llevó hasta el cactus que una vez le había regalado Manuel, con el dedo donde tenía la gota toco las piedras que adornaban el cactus y lo miro por sus segundos hasta escuchar su teléfono sonar.
—Por acá se encuentra el señor Mario Götze.
—¿Mario? —frunció el ceño— déjalo pasar.
Aún con el gesto en su rostro, camino hasta la ventana esperando a que el jugador llegara. La relación que tenía con Mario era muy poca, las veces en las que se dirigían la palabra era muy extraño, sin embargo cada vez que los dos empezaban a entablar una conversación, eran palabras sinceras y Alana aún no sabía como es que esa conexión con él existía.
—Bienvenido —dijo dejándolo pasar.
—Lamento venir sin avisar —camino hasta tomar asiento.
—Me sorprende el hecho de que vinieras
—A mí también me sorprende —froto sus manos—. Puedes sentarte, me pones nervioso.
—¿Qué haces aquí Mario?
—Tengo la necesidad de hablar con alguien y tú eres la persona indicada para hacerlo —tragó saliva—. Se sabe que estás muy mal por lo de Manuel...
—Si vienes a hablar de eso, es mejor que te vayas de mi casa —le interrumpió.
—Alana, yo estoy igual que tú —la mujer levanto las cejas y empezó a caminar para tomar asiento—. Elena me tiene de la misma manera en la que Manuel te tiene a ti, supongo yo.
—¿Elene?
—He estado enamorado de ella desde el momento en que la vi —tapó su rostro con sus manos.
—¿Yo por qué no sabía eso? —dijo con una medió sonrisa.
—Ella ha querido mantener todo en secreto ¿quieres escuchar la historia?
—¿Tú en verdad quieres que yo la escuche?
—Si no, no hubiese venido —ladeo el labio.
Alana bufo con una sonrisa.—Cuéntame tu historia.
—Hemos salido un par de veces, esas veces ella ha sido muy amable conmigo, es algo especial que siento y creía que ella lo sentía hacia mí, pero ahora veo que solo me ha engañado.
—¿Por Manuel? —cruzo las piernas.
—No —negó con la cabeza—. Ella se fue de su antiguo trabajo por una relación que tuvo. Terminar con la persona que estaba hizo que cayera en depresión y empezará a sufrir otras cosas más —la miro—. Sabiendo eso, la trate mejor, trate de que se sintiera a salvo conmigo, que yo fuera su nuevo comienzo aquí en Múnich.
—¿Le contaste lo que sentías?
—Acabe de hacerlo —bufo—. Me dijo que no buscaba ninguna relación en el momento y también que solo me veía como un amigo más. Un amigo al que lo besas y lo ilusionas —murmuró.
—¿Y yo que tengo que ver en esto?
—Manuel no está ni ha estado con Elene, ellos son solo amigos de interés, Elene le cuenta las cosas que yo hago a Manuel y él le cuenta todo lo que siente. Lo sé porque los he escuchado hablar más de una vez.
—Yo no tengo nada con Rode —Alana miro hacia la ventana—. Él es como mi pañuelo de lágrimas pero últimamente tiene confundido mi corazón, es muy atento conmigo, me da consejos, me hace compañía aun así no lo haya llamado, es muy cariñoso conmigo —suspiro—, no sé si sea por ser caballeroso o qué es. Es igual que Elene contigo.
—¿Entonces no estás con él? Todo el equipo piensa que sí.
—Se equivocan, los dos solo nos juntamos cuando veíamos todo perdido, porque como Elene tiene problemas Sebastian también.
Mario se quedó callado en su lugar mientras miraba el suelo. Alana se levantó y camino hacia él, se arrodilló y levantó su rostro para limpiar una lágrima traviesa que empezaba a recorrer su mejilla.
—Nunca me sentí tan débil ante una mujer —dijo con sarcasmo haciendo que los dos rieran.
—Son etapas de la vida Mario —sonrío—. Se supone que son las mejores etapas.
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HEART LIKE STONE / manuel neuer
Ngẫu nhiênTodo a mi alrededor es de plata y oro, pero mi corazón nunca se cura. Mi corazón sólo se siente como una piedra. ©LiebeReus