5: tú y yo

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Manuel Neuer en portería —dijeron por el teléfono del apartamento.

Cuantas veces tengo que decirle que lo dejen pasar sin mencionarlo.

No se me enoje señorita Wessel. Ya va subiendo.

Danke Paco.

Alana se levantó de su cama con pereza y por un momento miro la noche desde su ventana, nada adornaba el cielo oscuro, la luna se había escondido entre las nubes dándole palidez a la noche. Antes de salir de su habitación se miró al espejo. Unos jeans rotos, una camisa que tenía un animal estampado y sus particulares zapatillas, se guiño el ojo a su misma y sonrió para ya salir de habitación.

El timbre sonó y su estómago se volvió un revoltijo de emoción, mordió su labio y corrió por el pasillo. Acomodo su cabello y tomó aire antes de abrir la puerta.

—Alana —Manuel sonrió ilusionado viendo el rostro de la mujer mientras tenía un girasol en su mano.

—Manuel —le invito a pasar y la sonrisa que ella tenía se borró al ver al hombre vestido de saco y corbata—. ¡Por qué no me dijiste que era formal la salida! —le grito alarmada.

—Esta hermosa como estas —sonrió de lado.

—¡Cállate Manuel!

—Te traje un girasol... —apenas terminó la oración Alana corrió hacia su habitación buscando algo para cambiarse.

Neuer carcajeo un poco y dejó la flor en la mesa de desayuno. Caminó hasta la habitación de la mujer con suavidad, sin hacer ruido. Empujo la puerta suavemente y se quedó admirando a la mujer que pintaba su rostro suavemente.

—Sabes que no existe ninguna necesidad de que hagas eso —susurro.

—Estoy horrible —comento pintando sus mejillas.

Manuel apretó sus labios mientras metía las manos en sus bolsillos y camino hacia ella sintiendo como su corazón palpitaba con rapidez, suavemente saco la mano de su bolsillo para tomar la cintura de la mujer, bajo un poco su mano acoplándola a su cuerpo para llamarle la atención y a halarla hacia él. Alana dejó el maquillaje en la mesa para voltear a ver al guardameta que ahora colocaba su otra mano en la otra parte, la miro a los ojos y sintió que el tiempo se detuvo.

Subió un poco sus brazos para colocar sus antebrazos en su pecho y tocar su cuello con los dedos cosa que hizo que él se erizara.

—Para mí eres la mujer más perfecta que he visto en mi vida —murmuró mirando sus labios y uniendo sus frentes.

La respiración de ambos empezó a ser un poco entrecortada por la distancia de sus rostros. Alana cerró sus ojos esperando que por fin recibiera un beso de él, lamió los suyos y los abrió un poco esperando que se acoplarán perfectamente.

Apretó sus ojos y tomo aire al sentir los labios de Manuel en su frente.

Él no se atrevía a bajar para que sus labios se tocarán y por fin producirán el primer beso de los dos. Y Alana no tenía la necesidad de tener la iniciativa pero si sentía un poco de fastidio al saber la inseguridad que tenía Neuer siempre que estaba con ella.

—¿Nos vamos? —dijo está en un susurro separándose de él para tomar su bolso. Manu acepto con la cabeza y salió de la habitación junto a ella, el ambiente se había puesto un poco tenso para él—. Olvidé mi abrigo —vociferó y corrió otra vez a su habitación.

Cuando Manuel vio que la mujer desapareció golpeo una pared de ladrillos y maldijo su impotencia por bajo, sentía que ese era el momento perfecto para besar los labios que tanto ha deseado tocar desde hace cuatro años y quedarse enamorado por el resto de su vida.

HEART LIKE STONE / manuel neuerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora