25: feliz cumpleaños

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Al día siguiente nada hizo que Alana se levantara de su cama, ni las llamadas a su teléfono, ni los golpes a su puerta, los gruñidos de su estómago, no lograron levantarla. Se había quedado en su cama descansando del dolor en su corazón, que se sentía totalmente más un vacío que algo punzante en cada latido, cada vez que recordaba algún momento, incluido el de la noche anterior una lagrima salía y las preguntas volvía a rondar en su cabeza.

Al siguiente día, en la madrugada, se levantó por fin y sintió sus huesos dolerle al ponerse de pie. Camino con dificultad hasta llegar a la cocina para tomar algún medicamento que calmara el dolor en su cuerpo y de cabeza. Observo el calendario y se sintió completamente desdichada, hoy era su cumpleaños, el primer cumpleaños completamente sola. No dejo que las lágrimas le ganaran en la cocina así que se fue a su habitación para que las lágrimas continuarán hasta el punto de quedarse dormida.

En la mañana sin ánimo llegó al trabajo, estuvo en su automóvil un tiempo y luego bajó rezando para que no se lo encontrará, cada vez que iba a llegar a su lugar, su corazón se aceleraba cada vez más con el miedo de mirarle a los ojos. Al abrir la puerta, solo encontró a Elene quien empacaba algunas cosas médicas.

—Buenos días —dijo sin mirarla mientras tomaba unos guantes de látex.

—Hola —contesto Alana con la garganta seca—, ¿han repartido el horario?

—No, recuerda que nos vamos para Berlín para mañana el partido.

—Lo había olvidado —camino hasta su estante y empezó a sacar alguna que otra cosa que necesitaba para el viaje.

Elene salió de la habitación y Alana jadeo por un momento con las lágrimas en sus ojos, las seco rápidamente y termino rápido de empacar para salir donde todos tenían que aguardar.

Empujaba los dos grandes baúles llenos de equipamientos hasta donde estaba el autobús pero su teléfono sonando la detuvo.

—¡Feliz cumpleaños mi amor! —gritaron sin que ella alcanzará a decir alguna palabra— ¡Ya estás grande!

Hola Steven —ladeo uña medio sonrisa—, gracias.

¿Soy el primero que te saluda?

Sí, si lo eres.

Eso me alegra bastante, supongo que hoy te llegará mi regalo y mis cartas por lo tanto me llamaras cuando las hayas leído y te hayas puesto el hermoso vestido que he comprado para ti.

Tenlo por seguro que lo haré, te llamo más tarde.

Está bien, mamá te manda saludes —Alana hizo una mueca triste— ten un día espléndido, te amo —colgó.

Alana suspiró y siguió empujando los baúles sintiéndose nostálgica. Al llegar al lugar donde la mayoría personas estaban ubicadas, pidió el favor de que guardaran las cosas y al voltearse encontró como sus compañeros de trabajo médico y alguno que otro jugador hacían un circulo, todos sonrieron y empezaron a cantar por su cumpleaños.

—Muchas gracias —sonrojada dijo y empezaron los abrazos.

Cuando la última persona la abrazo, miro hacia la esquina donde estaba Manuel mirando desde hace rato como le cantaban a la mujer que había decidido dejar atrás. Ambos se miraron por un tiempo pero Alana fue interrumpida por Alaba y Rode quienes felices le abrazaban y seguían cantando.

—Yo te he comprado esto —dijo Alaba colocándole una pulsera.

—Y como tenía que combinar, yo te he comprado esto ¿me permites? —mostró un collar, Alana sonrió y levantó su cabello para que el rubio le colocara la cadena que tenía un pequeño cristal. Observo a la esquina donde anteriormente estaba Manuel, pero él ya había desaparecido.

—Muchas gracias —los abrazo—. Hablaremos ahora que tengo que ir en el otro automóvil —sonrío y se marchó.

David y Sebastian suspiraron a la vez y se miraron, hicieron una mueca y se adentraron al bus que los llevaría al aeropuerto.

—He visto sus párpados —comentó Rodé— están hinchados y rojos, tal vez ha llorado toda la noche —se acomodó mejor en el asiento.

—Lo único que sé es que tenemos que estar con ella en estos momentos —respondió el austriaco mirando por la ventana—. Y además quiero agradecerte de corazón por la amistad que nos has brindado a mí y a ella.

—Ustedes son los únicos que me aceptaron muy bien —sonrío—, yo les tengo que agradecer es a ustedes.

Ya en Berlín y en el hotel, todas las personas del Bayern se habían acomodado en sus habitaciones a excepción de dos que eran muy pacientes con respecto al tema de organizar las habitaciones de cada quien y el tráfico que había por tomar el ascensor para llegar a las habitaciones.

Alana se encontraba en el lobby y Manuel en patio del hotel, sus dos mentes se coordinaron he hicieron caminar a los que aún se amaban hacia el ascensor. Cuando ambos se dieron cuenta que estaban juntos en un lugar sintieron sus corazones dañados, latir rápidamente. Alana fue la primera en montarse al ascensor mirando siempre el suelo y luego Manuel quien estaba nervioso, no sabía si desearle un feliz cumpleaños o seguir ignorándola como planeaba hacerlo para siempre, sus pensamientos fueron interrumpidos cuando la mujer presionó el número cuatro y la caja de metal comenzó a subir, él con su nerviosismo y torpemente presionó el número seis y volvió a su posición rígida. Observo de reojo a Alana quien con temor había levantado su rostro para ver las puertas del ascensor, y tragó saliva cuando alcanzó a observar las ojeras en su rostro; ambos estaban iguales, al parecer desvelados con preguntas en la cabeza y recordando momentos, queriendo volver a estar juntos.

El elevador se detuvo y Alana sintió sus esperanzas pérdidas cuando supo que él ya no le iba a dirigir más la palabra, aguardo que se abrieran las puertas para salir con rapidez y entrar a la habitación.

Estas se abrieron, Alana tomo aire y salió casi corriendo. Manuel se quedó estático y observo como las puertas se volvían a cerrar para poder liberar lo que tenía atravesado en la garganta.

—Feliz cumpleaños banana, te amare siempre.

HEART LIKE STONE / manuel neuerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora