11. El Segundo Ataque

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CAPITULO XI. EL SEGUNDO ATAQUE

Faltaban dos días para concretar los planes y Ron estaba bastante inquieto. No dejaba de pensar que tanto le haría a la traidora de su ex, él se ocuparía personalmente. Quería que sufriera y gozar con ella, deseaba que cuando el vampiro la tocara ella lo rechazara acordándose de lo sucedido. Tantas ideas en su mente, pero no sabía cuál realizar primero y cuales descartar. Lo único que había decidido era el lugar donde la llevaría, la casa de su amiguita muggle que estaba fascinada de conocer un mago verdadero. La chica acepto bastante bien la verdad cuando él decidió decirle que era, y una de las cosas que ayudo a eso fue el momento en que lo hizo, durante el sexo.

Cuando se acostaban le hacía algunas cosas mágicas para que ella disfrutara más. Al principio la chica solo se mostraba feliz y muy complacida y lo alababa constantemente. Pero después de una semana empezó a preguntarle cómo era que lograba todas esas cosas tan divinas en ella; y el decidió mostrarse tal cual y su poder. Mientras la penetraba esa noche empezó a decirle que podía darle aún más placer, solo si ella prometía que nada de lo que viera lo repetiría a nadie, cuando la chica extasiada acepto comenzó la demostración.

- Ves esta varita cariño, no es de juguete, y con ella puedo darte mucho mas

- Muéstrame Ron, quiero mas

- Siente esto -y sin otra palabra apunto a la chica y de inmediato su clítoris comenzó a vibrar-

- OH RON DEMONIOS COMO LO HACES SIN TOCARME!!!

- Soy un mago, uno verdadero, no son ilusiones, existimos pero estamos escondidos, y esta noche te voy a demostrar como puedo usar mi magia para darte goce durante horas sin parar. ¿Quieres que lo haga? ¿Quieres que te lo demuestre? ¿Podrás aguantar?

- OH si, usa tu magia para que me cojas mejor cariño, quiero hacerlo toda la noche, y claro que voy a aguantar

Después de eso, siguieron varias horas en que el chico uso todo lo que sabía. Lo que más le encantaba a ella era que aunque el acabara lo podía volver a hacer de inmediato, solo tenía que tocar su pene con la varita y este se ponía duro como una roca; era como no tener principio ni fin, solo una placentera continuidad. Después de cinco horas, cuando la amante rogo por descanso, la dejo tranquila. Ella solo dijo que era maravilloso saber que existían los magos, y solo le pedía que siguiera dándole tanto placer; por supuesto no se lo diría a nadie, de eso solo disfrutaría ella. Días más tarde le pidió que en fecha veinte lo dejara solo en la casa y no regresara hasta la noche del siguiente día; él la necesitaba para terminar sus proyectos, de los que le había contado muy poco y mentiras además -recuerdas que te dije que unos magos muy malos me hicieron daño, bien ese día hare algo para desquitarme y no quiero que estés en peligro, solo lo hago por tu seguridad cariño-. Así la chica acepto sin hacer más preguntas, y el lugar donde nadie los encontraría estaba a su disposición.

Para Hermione fue bastante vergonzoso lo ocurrido con la revista; la habían visto en fotos con esa sugerente ropa, y en ese momento por un segundo se sintió desnuda ante todos. Cuando llego a su casa sintió un gran alivio de librarse de las miradas acusadoras de los Sres. Weasley y en especial de no tener que soportar al imbécil de Ronald por más tiempo. Apenas pudo hablar con Severus cuando la dejo en su casa, quedaron en reunirse después en el N°12. Cuando volvieron a verse él estaba realmente molesto con el mocoso Weasley por los insultos, y por el dichoso reportaje; cuando descubriera quien fue el autor real de todo le daría una muy merecida lección, y Harry y Remus pensaban ayudarlo.

Si bien es cierto que no se veían todos los días, sus encuentros se producían con regularidad y el tiempo a solas siguió siendo al menos el suficiente para satisfacerlos. Compartían con Harry y los otros bastante, pero el chico era muy gentil al no acapararlos y en no molestar cuando se retiraban a la habitación del profesor. Allí se producían episodios cada vez más apasionados, y desde el segundo día de aquellos con el dueño de la casa ahí, siempre recordaban poner un hechizo aislante para que los gemidos y gritos de la joven no volvieran a ser escuchados por su amigo, quien después que la joven se fuera luego del primer momento en que les dio intimidad hablo con Snape para decirle, que si bien no tenía ningún problema con lo que hicieran en privado y además lo imaginaba, le agradecía usaran los medios suficientes para que él no se enterara otra vez.

El Cielo Tras el InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora