53 Epilogo II

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EPILOGO II

SEVERUS.

Hay días como el de hoy que me recuerdan con mayor énfasis lo oscuro y luminoso de mi existencia, los contrastes marcados que han determinado las etapas de mi vida, y que le han dado un porque a cada caída.

Hace años atrás, muchos me parecen, solo despertaba para maldecir mi patética vida y el que mis padres decidieran traer vida al mundo. Año tras tras año, desde que podía recordar todo estaba tapizado de conflicto, desgracias y frustraciones. Un hogar de padres llenos de oído y resentimientos que tenían a su hijo como catalizador y destinatario de sus miserias. Una adolescencia que arrastraba mis inseguridades y que me llevo al ostracismo, al primer amor y al repudio social. Una joven adultez plagada de desatinos, de errores inconfesables, de vergüenza y humillaciones; de la pérdida de la amistad verdadera y del comienzo de la oscuridad más adusta. Un hombre convertido en sombra siempre al servicio de otros poderosos, con agendas ocultas, con misiones, con una necesidad de mis habilidades... de mi servilismo.

Con cada amanecer solo llegaban otras veinticuatro de horas de vacío y planes, de tolerancia y resignación, de soledad y desespero. Mi alma siempre estaba abierta por la herida que perder a Lili y a mí mismo, me cause miles de lunas atrás. La adolescencia es tiempo de autodescubrimiento, de errores y aciertos; pero es el periodo peligroso donde una muy mala decisión te marca hasta la muerte. Yo nunca tuve un padre que guiara mis pasos, que me aconsejara cuando una caída se aproximaba, a quien poder acudir cuando me aturdía la multiplicidad de acciones que podía realizar, los varios caminos a tomar. No, yo tuve que dar cada paso a ciegas, confiando solo en mí, algo realmente estúpido. No deje que los buenos consejos de Lili me guiaran, porque la humillación de un amor no correspondido me cegó, porque el querer dejar de ser el raro y ser aceptado me deslumbro y fue más importante que lo poco bueno aprendido.

Idiota, sordo, totalmente inmaduro y manejable; fueron las características que me definieron y con las que forje cada hoyo donde caí. Pero todo eso al final sirvió un propósito... el de la redención, la mía. Sufrí, llore, desespere, hasta que al final del túnel encontré la primera luz en la oscuridad, y comenzó el pago por cada error. Albus fue mi carcelero sin celdas ni cadena, sin oposición y por voluntad propia. Le entregue mi vida y lealtad a cambio de que el, más fuerte y honorable que yo, salvara a la única persona a quien le di de forma sincera mi corazón. Al final ni él pudo detener los hilos del destino, pero me brindo un propósito para continuar mi podrida y patética existencia, me convirtió en un antihéroe que a pesar de sus defectos, algo podía hacer bien.

Y así transcurrió el tiempo, en un pequeño letargo donde nunca deje de prepararme para la batalla que al final me alcanzaría, y que esperaba me diera la tan anhelada jodida redención. Potter y el regreso de su némesis, Potter y el difícil trabajo de mantenerlo con vida, Voldemort en pleno poder queriendo arrasar con todo, el trio dorado y sus misiones; y yo jugando a dos bandos queriendo un balance imposible y jugándome el cuello con cada respiración que daba. Y llego ella... la muerte pacífica y segura que pondría fin a mi miseria y que otorgaría descanso a mi alma, la posibilidad quizás de otra vida opuesta y feliz... eso solo si Hermione "metiche" Granger lo permitía, cosa que agradezco no haya hecho.

La veo jugar con nuestros hijos en la grama, con el sol brillante en su cabello, con su sonrisa cegadora, con sus ojos dulces; y aun me recuerdo lo putamente afortunado que soy de que semejante diosa posara sus ojos en mí, salvándome y dándome una nueva vida, una familia. Lo que nunca creí poder tener o merecer.

Los demonios estaban en mi vida, cualquiera podía verlos en mi mirada, cualquiera podía quedar atrapados con ellos y quemarse con el fuego de mi infierno.

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⏰ Última actualización: Jan 22, 2017 ⏰

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