3. Supuestamente

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CAPITULO III. SUPUESTAMENTE

Había trascurrido dos largos días desde que Voldemort había sido destruido. En medio del duelo la comunidad mágica en pleno celebraba las diversas noticias que se sucedían una tras otra, casi sin dar tiempo a entender una cuando surgía otra nueva. Muchos brindis, fiestas, fuegos artificiales incesantes, discursos, tributos a los caídos y felicidad por doquier. El día de la caída del lord había sido decretado festivo mundial en honor a Harry Potter, pero también de Severus Snape, de quien ya todos sabían era tras el niño que vivió, el precursor y más importante activo en la destrucción del señor oscuro. También conocían que se encontraba convaleciente en San Mungo, y miles de flores, obsequios diversos y cartas de admiración le llegaban con los mejores deseos de todas las personas a quienes ayudo a salvar.

Otra historia era la del regreso de Albus Dumbledore, quien contaba a todo a aquel que quisiera escuchar, y a viva voz, que el fingimiento de su muerte era parte de un plan meticulosamente elaborado con el fin de lograr la destrucción del mal imperante, y que, el milagro de encontrarse entre los vivos se los debía única y exclusivamente a su muchacho Snape, quien estoicamente había tenido que soportar todas las humillaciones y agravios del mundo entero para mantener la fachada y parecer el peor de los criminales. Incluso, a causa de su reputación se había encontrado en peligro de muerte permanente por ser el más buscado después de voldermort; toda la comunidad mágica quería destruirlo, y ahora resultaba que todos en parte, le debían su vida.

Ajenos a toda la algarabía, un grupo de personas iban de un lugar a otro cumpliendo tareas diversas con el fin de preservar el recién instaurado orden. Había mucho por hacer, todo era muy reciente, y aún quedaban unos cuantos mortifagos sueltos a quienes había que llevar a Azkaban. Esas mismas personas hacían turnos junto a una sala del hospital mágico, como escoltas permanentes del héroe caído, quien aún no despertaba a pesar de recibir los cuidados necesarios, y ningún médico sabia explicar su estado comatoso, ya que el veneno había sido contrarrestado y sus heridas sanadas; entonces se preguntaban todos que iba mal.

Una de esas guardias permanentes era Hermione Granger, que había permanecido a su lado prácticamente 48 horas seguidas, negándose a irse mientras no reaccionara. Hubo que presionar mucho y hacer diversas promesas para que la hechicera accediera a ir a la madriguera a cambiarse de ropa y descansar un poco, y aun así solo debe haberse ausentado unas ocho horas. Todos los que iban trataban de apoyarla, aunque muchos no entendieran su actitud, y no era que ella estuviese llorando y gritando, por el contrario se mantenía serena y templada, como en perfecto control de la situación, pero justamente era eso lo que a todos los tenía en constante tensión, pues se veía que era solo una fachada y que en cualquier momento, todo lo que ella estaba conteniendo podía estallar como una bomba, y el carácter de Granger era bien conocido por todos, y nadie quería ser el responsable y objeto de su ira cuando esta fuera desatada.

Por todo eso, tenían una gran paciencia hacia ella y si alguno llegaba a perderla insinuando que esa actitud caprichosa era propia de una niña asustada, y que debía hacer caso a los mayores, una muy profunda y fría mirada, hacía que al instante hasta Albus perdiera el don del habla. Esas miraditas y unas pocas palabras cortantes recordando a todos que ya era mayor de edad y se había cuidado muy bien en una guerra, mantenía en vilo a los presentes que se sentían en un campo minado.

Pero parecía que lo que era obvio para todos para alguien en especial pasaba desapercibido, y es que, su nada observador novio lejos de recordar las consecuencias de sus acciones insensatas, en esos momentos solo se sentía aireado por su amorcito. Consideraba, que pasadas las penurias ella ahora solo debía estar permanentemente a su lado disfrutando de su maravillosa compañía, alagándolo, consintiéndolo y demostrando a todos lo excelente hombre que era el, y lo afortunada ella de ser la elegida. Sí, el muy inseguro novio, no hacía más que rumiar en sus pensamientos que la manera de actuar de Hermione distaba mucho de ser la correcta, que lo estaba dejando mal parado frente a todos y que él debía aplicar un correctivo a la situación de forma inmediata. Es que, pensaba...

El Cielo Tras el InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora