25. Tu Sangre, Mi Sangre, Nuestra Sangre

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XXV. TU SANGRE, MI SANGRE, NUESTRA SANGRE

Después de salir del ministerio se dirigieron a Grimmauld Place donde pernotarían Hermione, Harry y Ginny esa noche para partir temprano al juicio. Apenas pudieron comer, Remus sin embargo no probo bocado, la rabia era superior a cualquiera que hubiese sentido antes, su hijo, su pequeño había estado en grave peligro sin saberlo. Es que su bendita condición de licántropo lo perseguiría para atormentarlo el resto de su vida poniendo en peligro a quienes quería, podía eso alcanzar a la mujer que amaba trayéndole sufrimiento y desgracia, y cuantos quedarían con ánimos de venganza en su contra que intentaran saciarla dirigiéndola y accionándola en los seres que a él más le dolían sabiendo que eso lo destruiría; porque podría caerle un meteorito, surgir del infierno llamas que lo envolvieran, ser arrastrado por la más cruenta tormenta en el mar y no le importaría mientras solo a él lo dañaran, mientras ningún tormento destinado a su persona tocara a alguien más, porque la culpa lo perseguiría y corroería sin darle paz a su alma eternamente.

Su amada veía como las expresiones de su rostro cambiaban rápidamente sin que en alguna dejara de reflejarse la desesperación, y su mano enlazada con la del hombre sentía su cuerpo tensarse, contraerse como si se encontrara agónico bajo un gran dolor. En todo el tiempo que llevaban sentados y una vez la miro, pero al hacerlo una nueva oleada de furia lo recorrió, ella tan hermosa y frágil sufrió sin que él fuera el causante, sin poder evitarlo y sin embargo la había cuidado y protegido después; sentían un dolor común y ese los unía más, y el estúpido, solo instantes antes había pensado que quizás lo mejor sería dejarla, separar sus caminos por miedo a que en su nombre la dañaran; pero una sola mirada basto para desechar la idea, era imposible apartar a su ninfa, era poco saludable desligarse, porque ambos se cuidaban, se necesitaban como el aire y eso no cambiaría aunque pusieran un planeta de por medio; se añorarían, se anhelarían, se buscarían y tratarían de reunir sus almas hasta conseguirlo si no en esta vida después de su muerte. Aun sintiendo tanto amor las otras emociones no le abandonaban y ante la creciente advertencia interna de que en cualquier momento perdería el control, se levantó beso sus manos y su frente y se marchó a la biblioteca buscando espacio y sosiego.

Ginny no intento seguirlo, comprendió que necesitaba soledad y ahondar en sus pensamientos sin ser molestado; tampoco ningún otro Weasley lo hizo, pensaban que su sola presencia importunaba. Solo rato después Severus abandono la cocina para buscarlo y lo hayo serio sumido en sus cavilaciones.

- Quizás te pueda acompañar con un trago, creo que lo necesitas

- Gracias Severus, tenía intenciones de tomarlo pero no me he podido mover desde que entre

- No hay problema..., Dumbledore se comunicó para avisar que ya colocaron protecciones extras en tu casa y toda la cuadra así que no te preocupes... también dejo un mensaje de Andromeda, tu hijo está bien... ella quiere que se muden a otra casa... nueva sin conexión con nada del pasado y después hacer un fidelio contigo como guardián

- Es lo más sensato, algo así había pensado... ¿Cómo es que solo tú has venido aquí? ¿Y los otros?

- Todos entienden el impacto que sufriste por el descubrimiento de hoy y no desean importunarte, tu familia política ni pensó en hacerlo, su apellido también es Weasley y suponen en estos momentos te es imposible la no asociación; en cuanto a Harry ya se retiró a escribirle una carta a su novia... y las chicas están haciéndose compañía mutua

- Deberían saber que no pienso así más cuando Ginny es mi novia

- No pueden evitarlo Remus, pasara tiempo antes que dejen de sentir culpa ajena y esto se incrementara a medida que avance el juicio, queda mucho por oír y descubrir

El Cielo Tras el InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora