- Mi nombre es Florian Einst, mientras estés a mi lado resguardaré tu seguridad, siempre y cuando me des tu fidelidad y respeto- hablé sólo para presentarme, aunque en realidad me daba igual, lo único que esta chica debía saber de mi era mi nombre y saber reconocer el nombre de su nuevo amo, porque quiera o no ella desde que aceptó estar a mi merced firmó su contrato al infierno, yo ahora era su amo y ella se debía a mi.
- Irina Pataky, gusto mi Lord- miró mi semblante serio, ese semblante que recién conocía pero que en mi era tan común. Tenía un rostro inexpresivo.
- No me has dicho cuantos años llevas siendo bruja- observé con detenimiento su esbelta figura, tenía un bello cuerpo al igual que su rostro, era de cabello lacio y largo, rubia, de ojos color miel y una tez perfecta, algunas cuantas pecas adornaban sus mejillas creando un perfecto y natural antifaz en esa zona, era bastante alta y atractiva, podría decirse que Irina en lugar de bruja parecía más bien un ángel, uno caído para ser exactos.
- Llevo 153 años señor- sonrió macabra.
- ¿Cómo es que no...- interrumpió.
-¿Envejecí?- asenti mientras ella pasaba una de sus manos por la mesa quitando el poco polvo que yacía en la madera brillante- Mi señor, crecí como una niña normal, al igual que todos jugaba e hice travesuras a mi madre, lo único que me hacía distinta entre todos era la magia que corre por mis venas, llegando a la edad de 23 años mi sistema de desarrollo paró y mi cuerpo se congeló en esta edad- hizo un ademán con sus manos para que yo observarse su cuerpo, justo como momentos antes había sucedido conmigo ante su presencia- por ello no envejecí, le diré algo, mi madre al morir y cerrar sus ojos para regresar al mundo espiritual, envejeció con una rapidez impresionante, hasta hacerse polvo, no pude tener su cuerpo un segundo mas pues con el transcurso de los segundos su cuerpo había pasado de ser una chica de apenas 23 años a simple polvo en mis dedos- Miré sorprendido pero sin hacérselo notar, tomé mi barbilla analizando su confesión.
- ¿Entonces ustedes tampoco envejecen? - observé pues se volvía a acercar.
- No, a menos que nos maten, somos tan mortales como los humanos- sonrió de nuevo.
- Ya veo, ¿Si un vampiro bebe la sangre de una bruja que sucede? - me intrigó el hecho de imaginar el sabor de su sangre en mi paladar.
- ¿Quiere beber de mí señor? - Irina se acercó lentamente quitando la capucha que ocultaba su bella cabellera, dejando al descubierto más las facciones de su rostro angelical, tomó su cabellera haciéndola a un lado para darme mayor visibilidad de su cuello jugoso y pálido. Imaginé el sabor de su sangre dentro de mi boca, inhalé un poco de su natural perfume para inundar mis pulmones de el gran sabor que su sangre poseía, tragué saliva con la loca idea de morderla, pero necesitaba de ella y su información, no deseaba matarla.
- Te hice una pregunta, no me gusta que me respondan con otra- dije con mi mal humor permanente.
- No ocurre nada, si está pensando en la posibilidad de que mi magia sea transfiera a su cuerpo esta equivocado- volvió a sonreír con malicia- Yo estoy a sus servicios mi señor, si usted me indica ser su desayuno comida o cena estaré a sus servicios- dijo con tranquilidad.
- Necesito que vengas a vivir a este lugar- le di la espalda mirando por la ventana.
- Cuando usted diga-
- Ahora mismo entonces- volteé hacia donde se encontraba.
- Bien, iré a casa por mis cosas, en dos horas me tendrá usted por aqui- se acercó a la puerta volviendo a poner su capucha despidiéndose.
- De ninguna manera, le diré a mi hombre de confianza te lleve de regreso y vuelva por ti en dos horas- me acerqué a la puerta junto con ella para hablar a Johann quien era un humano que sabía me era fiel.
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Soy un maldito, lo sé.
VampireLa historia relatada desde el punto de vista de un vampiro sádico, uno que tortura a la gente en pleno siglo XXI... nos cuenta la perspectiva que tiene respecto a la vida y nos narra su eternidad, una historia llena de violencia y sadismo que les a...