Capítulo 69

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Me aferraba a su cuerpo con énfasis, sentía que todo lo que algún día fui se destruía, se quebraba cual cristal, era una explosión de emociones que pensé había sentido antes pero, al parecer, no había sido así, me encontraba en un abismo en el cual preferiría quedarme. Las lágrimas aún resbalaban de mis mejillas hasta la comisura de mis labios, ése sabor salino se hacía presente en mi lengua, era el sabor del dolor puro.

Abrí mis ojos con la esperanza de volver a encontrarla con vida, lastimosamente para mi no era así, sus ojos se encontraban sin aquel brillo característico en ella, en aquellas pupilas me reflejé una última vez, me observaba sin mirar nada de mí, jamás volvería a hacerlo. La mordida en su cuello, aquel agujero que la había matado, sus costilla rotas de nuevo por las patadas de Lilith, dejando entrever una pronunciada deformidad en su caja torácica, sus labios llenos de sangre mía y también de ella, ya no se escuchaba el alegre latir de aquel músculo que en un sueño dijo que era por mí, ella ya no se encontraba allí, era sólo un saco de huesos y carne, se había ido, tomé su rostro con la mano derecha para acercarlo un poco, coloqué mi frente en la suya, cerrando los ojos un par de segundos para luego abrirlos y cerciorarme de no estar dentro de una pesadilla, al abrirlos nuevamente, lo confirmé sin separar mi frente de la suya soltando un suspiro lleno de... todo, mi rostro volvía a humedecerse, besé sus labios y atesoré lo poco que me quedaba de aquel amor inconfesable, me arrepentí en aquel momento por no disfrutarla, por no sincerarme y decirle todo lo que sentía, por cegarme a hacer las cosas solo y a autocondenarme a una eternidad solitaria y amarga, me odiaba por no hacer lo que debía, por ser tan egoísta conmigo... Pero no era momento de lamentarse, Johann e Irina aún seguían en la batalla y debía apresurarme.

Dejé el cuerpo de Morgan en el suelo con delicadeza, aunque me sentía mareado, por alguna razón no me sentía bien, como pude me puse de pie, en apariencia estaba sucio, lleno de sangre, tal parecía que había salido recién de alguna película de terror estilo "posesión infernal" y yo era el único sobreviviente a la mañana siguiente y no me importaba, ahora no, aunque nunca me preocupó, simplemente había perdido la cordura, pude percatarme que ya no me encontraba integro en mis sentidos al cien por ciento ya que, ya no había razones para ser coherente, correcto o piadoso.

Comencé aquella travesía dirigiéndome hacia Lilith con malestar, regresar a la batalla en estas condiciones podría ser peligroso y darme desventaja, pero poco me importaba, ahora lo único que me podría reconfortar era la muerte de Lilith, o en su caso la mía, ya que no tenía sentido alguno continuar dadas las circunstancias, quizás eso era lo que yo, de alguna manera estaba buscando, la muerte misma, un posible suicidio, sí, pero al menos lo intentaría, intentaría matarla con mis propias manos.

A cada paso que daba me sentía más loco, desquiciado pues parecía todo ir en cámara lenta y mis pasos inciertos, no podía caminar en línea recta pues tambaleaba a cada paso.

Lilith me observaba de lejos confundida y al mismo tiempo orgullosa de lo que acababa de hacer, aún esbozaba aquella estúpida sonrisa que me encargaría de borrarla con gusto, fruncí el ceño al verla, ella movía sus labios, al parecer daba órdenes a sus subordinados y yo no lograba escucharla con claridad ya que un sonido grave aturdía a mis oidos, volteé a ver mi alrededor, a la izquierda se encontraba Johann, quien comenzó a hacerme señas extrañas en cuanto vio que me acercaba deshecho pero decidido, segundos después le llegaban a sus espaldas más vampiros y continuaba peleando con ellos, volteé a dónde Irina y ella estaba entretenida con vampiros, todos parecían gritar, pero yo no escuchaba nada en absoluto, solo escuchaba aquel sonido y no entendía nada de lo que les sucedía, observé el cielo un poco y Akibel yacía sobre mi a varios metros de altura desplegando sus grisáceas alas sobrevolando el área en dirección a Lilith, después volví la mirada hacia en frente donde estaba ella, observando a distancia como Akibel se le acercaba con rapidez, llena de pánico y con poco tiempo para planear alguna estrategia o simplemente improvisar comenzó a correr para poder escapar.

Soy un maldito, lo sé.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora