capítulo 50

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La noche era bastante oscura, o al menos más de lo normal, las estrellas tintineantes me miraban curiosas, dando un aspecto hermoso a la ciudad, Jackson estaba dentro del departamento buscando mis viejos antidepresivos, hoy no me encontraba del todo bien, me sentía algo sola, quizás porque así me encontraba, no tenía tenía nadie más que no fuera el, aunque su compañía me hacía bien, siempre iba a necesitar a mi familia, aunque yo tenía la conciencia de que ellos no habitaban más este mundo, Gian era el único que venía a verme cuando me sentía así, de esta forma tan miserable y estúpida, pero hoy había rechazado su compañía, ¿Porqué? Porque necesitaba tiempo para restaurar mi deshecho corazón, un nudo en la garganta se aferró en mi interior, unas ganas de vomitar se adueñaban de mi ser, estaba sentada en un diván que teníamos en la terraza, estaba totalmente en posición fetal por mis malestares, un terrible dolor de cabeza se estancó en mi frente, y esto, era una señal, alguien quería hacer contacto conmigo del otro lado, efectivamente, alguien necesitaba de mi tiempo para darle un mensaje a alguna persona con vida en este plano, sólo por estos malestares físicos odiaba el "Don" (como solía llamarlo Jackson ) que me había obsequiado alguien llamado "Dios".

- ¿Estás bien?- se acercó Jackson despacio, pues sabía que cualquier ruido me ponía mal, el era cuidadoso con todos esos detalles, me protegía de esto y aquello, buscaba lo mejor para mi, eso me hacía sentir menos sola, desprotegida y amada, aunque no sabía a Ciencia cierta si Jackson sentía por mi amor o lástima.

- Creo que si- respondí suavemente, temo reventar mis tímpanos por estruendoso sonido de mis palabras, que en estos momentos parecía estar sobre un iceberg gritando a los cuatro vientos y causando un eco mortal, al menos ese era mi sentir en cada sonido, en cada palabra, ruido y suspiro.

- Te traje un analgésico - susurró besando mi cabellera mientras yo conservaba mi cabeza gacha, oculta entre mis rodillas.

- Sabes que eso no servirá de nada - dije con fastidio evidente.

- Nunca pierdo la esperanza que esta vez funcione- me tomó del hombro suavemente y me acercó a su pecho intentando reconfortarme.

- Eres demasiado testarudo - sentí su sonrisa formándose en su rostro.

- También tú - dijo discreto sentándose a mi lado.

- Alguien quiere hacer contacto conmigo- susurré.

- Entonces déjalo entrar- Jackson frotó mi espalda.

- No se si deba, siento que no es nada bueno- lo intuía.

- Quizás, pero si quieres descansar debes escuchar lo que tiene por decir antes de tomar la decisión de no dejarlo entrar, podría ser algo importante que cambie el mundo, inténtalo si quiera- insistió.

- No quiero por que me dejan agotada, es cansado tener contacto con ellos, por eso odio ser lo que soy, puedo mantener contacto con todos menos con mi familia, eso no me gusta, ¿Que clase de privilegio tienen los desconocidos?- traté de defender mi posición.

- No tengo idea, pero de lo que si estoy seguro es que lo que sea que quiera establecer un contacto contigo no dejará de fastidiar hasta que lo atiendas, y esa jaqueca continuará hasta que establezcas contacto con el ente que quiere hablar, decide tu cariño- besó mi frente y Jackson se retiró, aunque no quisiera aceptarlo el tenia razón, si quería quitar el dolor debía dejar entrar a aquel espíritu.

Me concentré, cerré mis ojos poniendo sobre mi lengua aquel inútil analgésico, tragué aquella mini droga y respiré profundo, puse mi mente en blanco, escuchando los ruidos de la ciudad, los grillos y los ladridos de algunos perros que se encontraban lo suficientemente lejos, conté en cuenta regresiva, abrí aquella puerta mental para dejar entrar a aquel ser que quería comunicarse.

Soy un maldito, lo sé.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora