Capítulo 59

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Desperté, una jaqueca se hizo presente, pude quejarme, bajito, pero lo hice aún con los ojos cerrados, sentí a alguien acomodarse a mi lado a la altura de mis piernas, más sin embargo me costaba mucho trabajo abrir los ojos, escuché a Johann llamarme, después la sutil voz de Jackson, sentí un roce sobre mi rostro, algo dulce y delicado, tierno a su vez, Jackson supuse, después de unos minutos y de intentos fallidos de abrir los ojos pude abrirlos, aunque ardían demasiado lo cuál sólo me obligó a cerrarlos.

-Calma, estarás bien- dijo Johann tierno y paciente, como el solía ser, tomó mi mano en señal de apoyo y besó mi frente, supe que era el cuando sus labios gélidos tocaron mi cálida piel.

Suspiré frustrada al no poder si quiera abrir los ojos, estaba confundida, no tenía idea porqué me encontraba así, en esa incómoda situación.

-Qué... qué... pa... pasó- respondí.

-Nadie lo sabe, no debes preocuparte por nada de eso, sólo queremos que estés bien- dijo Johann acariciando mi cabello.

- No hables, trata de descansar un poco más, estás en buenas manos- dijo Jackson tratando de tranquilizar mi frustración aunque en realidad no sabía que carajo sucedía.

-¿Dó... dónde esto... estoy?- cuestioné, me sentía realmente mal, las costillas me dolían demasiado, la cabeza y más que eso, mi pecho se sentía algo contraído, tenía un nudo en la garganta.

-En casa, sigues donde siempre pequeña- dijo Johann, sentí como alguien se levantaba de la cama, escuché pasos alejarse, luego sonó algo líquido, agua tal vez, después los pasos regresaban y colocaban algo frío y húmedo en mi frente.

-¿Qué... me...- unos dedos interrumpieron a mis labios, me habían callado.

-Una compresa de agua fría pequeña- dijo Johann.

-Ummmm- respondí.

-Estás bien ahora, es sólo cuestión de que te recuperes, es todo, bastante reposo y bueno unas cuantas pastillas, sólo éso y estarás como nueva- respondió, tal parecía que estaba preparado para las preguntas que podría hacerle, pero, ¿Porqué?.

Me esforcé por abrir los ojos, más sin embargo no pude, comencé a desesperarse algo malo sucedía y ellos no decían nada, no decían nada, simplemente aseguraban q ir todo estaría bien, ¿Pero realmente a que demonios se referían? Comencé a moverme desesperada, todo me dolía, ardía, punzaba, palpitaba todo con dolor y eso no me importó en lo más mínimo.

-¡¡Cálmate!!- decía Johann tomando mi rostro entre sus manos.

-Qui...quiero... saber, ¿Qué...sucedió?- respondí alterada, estaba aferrada a ese sentimiento de pérdida que se quedaba ahí en mi garganta causando una opresión a mi pecho que simplemente para mi no tenía explicación alguna, sentía que me ahogaba sin saber porqué.

-Morgan por Dios cálmate - dijo Jackson.

-¡No!- respondí furiosa, quería saberlo todo ya.

Me esforcé, comencé a subir por la cama para poder tomar asiento entre las almohadas, con mucho dolor lo intenté y no me daría por vencida por el maldito dolor.

-Déjame ayudarte por favor- dijo Johann, sonaba preocupado y a pesar de eso negué con la cabeza y continúe la letanía- Vas a lastimarte, por favor déjanos...- lo interrumpí con un grito.

-¡Déjame!- grité.

-No seas terca Morgan por favor entiende- insistió.

-¡Yo puedo...ca...rajo!- respondí furiosa.

Seguí intentando y volví, una y otra vez, no tuve noción del tiempo simplemente lo hice hasta lograrlo, y vaya que lo conseguí, solté un bufido doloroso pero lleno de alivio. Llamé a Johann, se acercó lento, quité la compresa de agua de mi frente lanzándola al suelo, tomé su rostro entre mis manos, comencé a abrir los ojos, ardía, demasiado, como cuando cortas tu piel por accidente y le tiras alcohol a la herida, miré un poco y cerré los ojos rápidamente, los ojos se me habían llenado de lágrimas en ese segundo, aquel líquido salado se deslizó rápido por mis mejillas hasta llegar a las sábanas supongo. Volví a intentar y los dejé abiertos un poco, miré a Johann, lo observé, comencé a parpadear para aclarar mi vista nublada, pero no funcionaba, así que decidí dejarlos abiertos un poco más. Llevé la frente de Johann a la mía y suspiré, sin cerrar los párpados le pregunté despacio.

Soy un maldito, lo sé.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora