Capítulo 31

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Nos dirigimos hacia la cocina para inseccionar lo que sucedía dentro de la misma, al abrir la puerta la escena con la que Johann y yo nos encontramos era bizarra y espeluznante.

- ¿Morgan que demonios hiciste? - pensé en alto.

- Yo sólo me defendí - se excusó con la mejilla algo rojisa.

- Diablos Florian, tenías que traer a una desquiciada a casa- Johann golpeó su frente con la Palma de su mano mientras yo veía la escena con inquietud.

- Si fueras más inteligente no me llamarías desquiciada en este preciso momento- agregó Morgan mientras apuntaba a Johann con el cuchillo ensangrentado que se hallaba entre sus manos.

- Te sugiero tengas cuidado con ese cuchillo que no tienes idea de lo que hago cuando me enojo - miré a Johann extrañado por su comportamiento, hace tres segundos la defendía de mi y ahora la amenazaba ¿Qué demonios le sucedía? Era en estos momentos en los que Johann parecía mujer en período y dudaba de su heterosexualidad.

- ¡Te sugiero que cierres la maldita boca a menos que quieras terminar como él! - apuntó el cadáver con el cuchillo en mano mientras limpiaba la sangre de su rostro.

- ¡Calmate niña a mi no me asustas! - Johann comenzaba a discutir como niño pequeño.

- ¡¡Ya me lo dirás cuando corté tu pene en rebanadas y me lo coma!! - gritó Morgan.

- ¡¡¡Ya!!! ¡Déjense de estupideces ambos! Su discusión es totalmente absurda y fuera de lugar - Ambos me miraron a la expectativa dejando su discusión en segundo término- ¡¿Me puedes explicar lo que acaba de suceder Morgan?! - Me exalté y perdí por un momento los estribos.

- Ya te dije, sólo me defendí - la bofeteé.

- Soy tu amo, háblame con el respeto que merezco y dame una buena explicación sobre... ésto- miré los intestinos del cocinero regados descuidadamente en el suelo, un bello panorama para mi, pero odiaba tener que deshacerme del cuerpo, limpiar la sangre y quitar el hedor a intestinos que emanaba del ahora difunto cocinero.

- Lo siento amo- recapacitó y le hice una seña para que continuase con aquella explicación - Estaba por prepararme un emparedado cuando el muy infeliz trató de sobrepasarse conmigo, yo no me dejé y me defendí como pude, me dió algo de batalla pero al final consiguió lo que tanto anhelaba... un final felíz, aunque me temo que el final felíz sea para mi y no para él - hizo una mueca llena de asco y dejó el cuchillo sobre la mesa de madera.

- No era para tanto- dije aminorandole importancia al tema pues que más daba, había asesinado a un gran cocinero, conseguir a otro reemplazo sería casi imposible, mis gustos eran clasificados y específicos y por lo regular nadie captaba mi atención en platillos desde el fallecimiento de Claire. - Pudiste darle lo que buscaba - bufé molesto.

- Ni de broma - arrugó su nariz y me miró directo a los ojos- Nadie está conmigo a menos que yo así lo desee.

- Sin comentarios- agregó Johann cubriendo con sus manos su rostro.

- ¡Maldición Morgan, ¿Porqué al estúpido cocinero?- Exclamé exasperado.

- No es como si hubiese elegido matarlo ¿Podrías tomarlo con más calma? - con sus manos sujetaba su cabello para después sujetarlo con una Liga.

- ¿Clama? ¡Era mi maldito cocinero! No tienes ni la mas puta idea de cuanto me costó encontrar a alguien que cocine delicioso para mi- miré los intestinos del susodicho con aberración.

- Cierto, cocinaba deliciosamente bien- Johann hizo una mueca de pena y comenzó a acariciar su estómago, eso era señal de hambre en su lenguaje corporal.

Soy un maldito, lo sé.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora