Johann detuvo la música y abrió la puerta del auto para bajar, yo tomé mi teléfono y bajé junto con él, miré intuitivamente y a detalle cada rincón de la calle, a simple vista podría decir que me había equivocado de lugar, pues el edificio era bastante viejo, estaba descuidado, mientras mirábamos aquel edificio que parecía caerse a pedazos Johann hizo un par de preguntas.
-¿Estás seguro que tu intuición aún funciona?- solté un suspiro obligado y metí mis manos a los bolsillos de mi pantalón, miré de izquierda a derecha que era donde Johann se encontraba inquieto comiendo m&m's que no sabía de donde carajo los había sacado y qué demonios se creía para estar masticando chocolates tranquilamente mientras yo trataba de entender ciertas cosas.
-Claro que funciona Johann- hice una pausa- ¿Tienes más chocolates?- aseché mirando el sobre amarillo de chocolates, tenía pocos pero yo quería más, eso no me quitaría la gula.
-Siempre traigo chocolates conmigo- abrió la puerta del conductor y debajo de el asiento del copiloto sacó un portafolios, se puso cómodo como si algo malo tramase. -¿Quieres ver?- alzó sus cejas y miró su alrededor como si dentro del portafolios lleváse droga, O si se tratase de un atentado terrorista y dentro se encontrase la bomba, vamos se sentía gángster mi buen amigo, sonreía con malicia, tenía una mueca de travesura, una cara divertida y misteriosa.
-¡Vámos Johann! Sólo dame unos y listo- lo miré impaciente y abrió el portafolios, tenía muchos chocolates, todos baratos y comerciales, pero un tesoro que de momento, servía en demasía para distraer nuestras mentes de un futuro incierto.
-Toma el que más te agrade- dijo Johann en tono cómplice.
-Sólo quiero chocolates, no quiero parecer sicario- tomé un sobre de chocolates y lo abrí, tomé un puño de chocolates en la palma de una de mis manos y los metí todos en mi boca, guardando la mitad del sobre en los bolsillos de mi pantalón.
Johann guardaba su tesoro de nuevo y yo masticaba placenteramente los chocolates, si, era placentero, un orgasmo directo a mis papilas gustativas.
-¿Usted debe ser el Sr.Einst cierto?- se escuchó detrás nuestro, Johann y yo volteamos a la par al escuchar una voz grave de tras nuestro.
Un chico de cabello rubio, ojos color miel previamente maquillados, de tez blanca con algunos lunares esparcidos sobre su rostro, así era el tipo que me había mencionado.
Me limité a asentir pues tenía la boca saturada de chocolates en exceso y no podía pronunciar palabra alguna, así que decidí tragarme los chocolates enteros o no, por obvias razones no podría dejar que alguien me viese comiendo como un simple mortal, hasta donde yo sabía, sólo Johann, el imbécil de Ahmed y yo, éramos los únicos en nuestra especie capacitados a hacer dicha labor, créanme que dejarme al descubierto ante los demás vampiros no era algo que personalmente disfrutaría.
-Lilith los está esperando caballeros- sonrió intentando hacernos entrar en confianza, cosa que no logró ya que su semblante revelaba mucho de él, dejando qué desear en su comportamiento.
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Soy un maldito, lo sé.
Ma cà rồngLa historia relatada desde el punto de vista de un vampiro sádico, uno que tortura a la gente en pleno siglo XXI... nos cuenta la perspectiva que tiene respecto a la vida y nos narra su eternidad, una historia llena de violencia y sadismo que les a...