Capítulo 32

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- ¿Quién demonios te dejó entrar a mi casa? - espeté furioso, estaba perplejo, me puse de pie y el ya estaba sentado en el balcón de mi habitación, había abierto las puertas que daban hasta ahí y había tomado asiento plácidamente como si lo hubiese invitado a tomar una taza de te.

- Entré por voluntad, no por invitación - dijo despreocupado.
En mi larga existencia había visto a este hombre, cabellera esponjosa color chocolate, pálido, ojos color miel, lentes en el cabello, con un semblante despreocupado, llevaba una chaqueta de cuero color negra, una camisa color blanco y jeans de mezclilla, miraba desde el balcón la vista al bello lago que estaba tras la mansión.

Corrí hacia el y lo tomé de la chaqueta, lo empujé hacia atrás sin soltarlo, sólo era una advertencia.

- Jajaja, mi buen amigo, eres tal cual te describieron- comenzó a reír con demencia.

- ¿Quién demonios eres y quien te habló de mi? - lo tomé del cuello mientras él sonreía con cinismo.

- Soy un vampiro como tú, eso es bastante obvio, aunque no puedo darte detalles de la persona que me habló de ti- tomó sus lentes de sol, acomodó su cabellera y volvió a acomodar sus lentes de manera que su larga cabellera no se volviera estorbosa.

- ¿Qué quieres de mi? - cuestione su estadía en mi mansión.

- Si me sueltas te diré - miró su camisa y volvió a posar su mirada sobre mi. - Tus ojos se vuelven negros cuando te enfadas- criticó.

- No tengo tiempo para críticas, dime ahora mismo quien te mandó y que quieres, antes de que acabe con tu existencia- lo amenacé.

- Y si no lo hago ¿me matarás? - comenzó a reír de nuevo, este tipo me estaba cansando con sus burlas.

- Dime de una buena vez que no tengo tiempo ni paciencia- lo miré firme a los ojos y clavé mis uñas en su cuello, el extraño ni hizo gesto alguno, sólo se limitó a sonreír desenfundando sus colmillos.

- Está bien Einst, te diré - miré al tipo con impaciencia. - mi nombre es Marcus Lupré, y he venido hasta aquí para darte un mensaje- se detuvo y me miró.

- ¿Quién mierda te mandó? - insistí.

- Si me sueltas te diré, ésta postura no viene nada bien para mi espalda- lo tenía acorralado a punto de tirarlo al patio trasero.

Solté a Marcus y me alejé dos pasos, observé mientras componía su atuendo.

- ¿Me dirás quien te envió? - volví al tema.

- Sí, pero primero necesito darte el mensaje- dijo sonriente - Diablos Einst, arruinaste mi camisa- reacomodó su camisa Blanca y volvió a jugar con su cabello para poner sus lentes sobre el.

- Habla entonces - Marcus soltó un suspiro y me miró analizándome, en ese momento me sentí un completo imbécil, nunca le habría dado una oportunidad a alguien que tuviera la osadía de entrar a mi mansión sin previa invitación.

- Bien, he venido desde muy lejos, sólo a decirte que el Consejo te está buscando- fruncí el ceño confundido, no comprendía porqué el Consejo mandaba a alguien a Notificarme que me buscan, con algún propósito desconocido, un contacto que podrian tener conmigo sin problema alguno.

- ¿Y? - le di la espalda y cerré las puertas de mi habitación, recordando que Morgan aún limpiaba la mansión de pies a cabeza y no tardaría en aparecer, como era su maldita costumbre siempre aparecía en los momentos más inoportunos.

- Debes cuidarte- dijo Cerio.

- ¿Del Consejo? - reí un poco- ¿Cuidarme del inútil Consejo? - volví a reír.

Soy un maldito, lo sé.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora