Soy un maldito, lo sé.

Capítulo 60

Después de aquel día nada había vuelto a ser como antes, como alguna vez fué, no sería nada igual, Johann y yo continuamos la búsqueda de Florian, aunque a ciencia cierta no sabíamos cómo es que lo intentábamos encontrar, no había mucho por donde buscar, mis heridas sanaban de a poco, tenía secuelas de aquel día en el que Florian había desaparecido, tanto tiempo estando en cama sólo con la poca terapia que Johann podía darme mientras yo me encontraba inconsciente, ya que él iba a mover mis articulaciones todos los días para que éstas no se pusiesen rígidas ya que, al no haber movimiento los ligamentos se ponían tensos y no permitían mover el cuerpo de manera normal sin causar algún tipo de dolor, había estado en coma durante mucho tiempo, siendo revisada y estudiada por un neurólogo hunano que iba a casa a diario, buscaban algún tipo de solución a mi problema.

¿Qué porqué Johann no contrató a algún médico de la comunidad vampírica?
¿Qué no era obvio?

Johann no quería especulaciones respecto al tema de la desaparición de Florian ya que si se enteraban que había una posibilidad de que Florian estuviese muerto ya hubiesen intentado matarnos a todos, si bien era cierto que Lilith su creadora tenía un tema bastante delicado con Florian respecto a su hermana (Éso me lo había contado Johann recién cuando comenzamos la búsqueda, pues debía estar enterada de cada detalle e ir descartando a personas y seres de otro mundo para no entrar en controversias absurdas y, también en caso de que lilith viniese a buscarlo y poder planear un plan para justificar su ausencia, cosa que lilith hizo por cierto, pues lo vino a buscar en innumerables ocasiones incluso antes de que yo despertase, Johann ya había planeado algunas coartadas) no necesitábamos a Lilith metida aquí día y noche, también tuvimos a Meredith aquí, pero todo se manejaba con discreción, sólo excusas dábamos, los únicos que sabíamos de todo era Johann, Jackson y yo.

Habían pasado apenas un par de meses, era poco pero mucho el interés de encontrar a Florian.

Yo me encontraba leyendo un libro, tratando de descansar un poco el cerebro, descansar las ideas de a qué país debíamos dirigirnos ésta vez en su búsqueda, aunque sabíamos que era inútil pues no encontrábamos ni una sola pista que nos acercase a Florian. Aveces solía que tener algo más de esperanza, otros días no tanto, aveces tenía que levantarle el ánimo a Johann, aveces él hacía ése trabajo por mi, aveces él, a veces yo.

Toc- toc - Alguien tocaba a la puerta de mi habitación, de ésta habitación en la cuál me ponía a sacar teorías que al final terminaban en la basura, exactamente, tenía muchos planes escritos en hojas de papel que estaban hechos bola dentro del basurero, parecía increíble pero no sacaba nunca esas hojas del cesto ya que en algún momento podía encontrar una teoría certera y concretar dicha teoría con algún apunte de ese minúsculo cerro de papel, porqué mi cesto no era nada parecido a un cesto, era un cerro de hojas de papel hechos bola con un tesoro dentro de él llamado CESTO.

- Adelante- respondí bajito, el picaporte hizo su peculiar sonido y la puerta se abrió lentamente, era Johann como siempre, no despegue los ojos de aquel libro, Johann cerró la puerta tras de sí y caminó hacia mí lentamente, se escuchaban sus pasos acercarse despacio y sin prisa alguna.

-Buen día bonita- dijo tiernamente, acarició un poco mi cabello y tomó asiento frente a mí, justo como Florian lo había hecho hace casi dos años, aparté la vista de aquellas páginas llenas de letras y palabras conocidas pues era la tercera vez que leía dicho libro.

-Buen día feo- respondí y sonreí.

-¿Sigues con ése libro?- dijo burlón.

- No hay mucho que hacer, tengo que distraerme en algo, cualquier cosa- Johann simplemente sonrió, asintió y soltó un largo suspiro.

-¿Cómo te sientes hoy?- preguntó.

-Igual que todos los días, por desgracia, supongo- respondí sonriente.