Iba de prisa cabalgando hasta mi castillo, llebaba a Johann en el lomo del corcél negro, lo sostenía del traje para que con el galope no callese al suelo, la sangre escurría lentamente de su estómago manchando el pelaje del pura sangre, estaba inconciente pero vivo aún, lo que me daba esperanzas, quizás podríamos curarlo con algún hechizo, aunque a ciencia cierta no me detuve un segundo a preguntarle a Irina si esto era posible, sólo le di instrucciones de que hacer con el chófer y el carruaje antes de salir huyendo hacia el castillo, Irina venía tras de mi junto arriba del segundo caballo quien horas antes tiraba de nuestro carruaje, al chófer lo dejamos varado en el castillo de los Graham, importándome poco su seguridad.
Calbagaba con ímpetu, levantaba polvo con cada trote del caballo.
- ¡Aguanta un poco más, llegaremos en pocos segundos Johann, es una orden! - grité desesperado esperando que, en su inconsciencia escuchará mi voz y estuviese luchando por sobre vivir, si no sería yo quien lo buscaría en el infierno para patear su trasero por dejarme sin mi autorización.
Seguí cabalgando un par de kilómetros más a todo galope, saltando incontables objetos para no detenerme, hace mucho que no corría en uno así.
La adrenalina corría por mis venas, estaba alterado, nervioso, confundido, desesperado y de alguna manera esperanzado a la magia de Irina, detuve al caballo tirando de su correa, bajé rápidamente de él, tomé el cuerpo de Johann en mi hombro cual costal de papas, pateé la puerta sin cautela, lo último en que se me cruzó por la mente era cuidar mi imagen, ahora, en ese mismo instante me importaba un carajo que alguien supiese que soy realmente, caminé con nuestros trajes bañados en sangre hacia la entrada del castillo, lo llevé hasta el comedor que era lo más cerca que tenía para recostarlo, el ama de llaves gritó horrorizada tirando los platos que llevaba en sus manos al vernos entrar cubiertos de sangre, recosté a Johann sobre el gran comedor tirando todo lo que podría estorbar, lo acomodé rápidamente para después ver el rostro pálido y lleno de pánico al ver el enorme hueco en el abdomen del chico.
- ¿¡Qué le ha pasado al joven Johann!?- La ama de llaves se apresuró y se acercó con intenciones de tocarlo pero antes de que lo hiciera la detuve.
-¡¡Largate!! - grité enfurecido, buscando algo para lavar la herida que era lo suficientemente grande para ser mortal.
- ¿Lo... lo.. lo puedo ayudar señor? - preguntó nerviosa, me acerqué a su rostro y apunté hacia la puerta que daba a la sala de estar.
- ¡¡Dije largo!! - enfurecí, di media vuelta encontrando el recipiente, lo llené de agua limpia para comenzar a lavar la herida.
- Si... si señor- dio media vuelta y antes de cerrar las puertas del comedor le di una orden.
-Elis... Vigila la puerta, nadie que no sea Irina puede pasar, en cuanto llegue dile donde estamos, asegurate que se de prisa, cierra todo con seguridad, pon trabas y candados, en cada ventana y puerta que dé al exterior, pon todo lo necesario para que nadie tenga acceso a el- asintió y salió corriendo.
- Como diga señor- dijo temerosa y salio corriendo cerrando las puertas tras de si, me quedé a solas con Johann tratando de atender su herida, pese a mi ignorancia en la medicina.
- ¿Johann? ¿Puedes oirme? - pregunté esperando respuestas, pero nada sucedia, tomé mi traje y comencé a romperlo en trozos- ¡¡Maldición Johann háblame como un carajo!! - grité lleno de desesperación, mis manos temblaban, estaba nervioso, comencé a lavar la herida que era más grande de lo que me imaginé - ¡¡Johann, responde en este puto instante o juro iré al infierno por ti para traer tu trasero de vuelta!! ¿No querrás verme furioso o si? - Si Johann lograba escucharme diría algo, el me temía, al menos ese temor ayudaría en algo.
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Soy un maldito, lo sé.
VampirosLa historia relatada desde el punto de vista de un vampiro sádico, uno que tortura a la gente en pleno siglo XXI... nos cuenta la perspectiva que tiene respecto a la vida y nos narra su eternidad, una historia llena de violencia y sadismo que les a...