Capítulo 29: Se fuerte.

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¿Alguna vez se han preguntado cómo sería tu vida si hubiese sido como lo hubieses deseado? ¿O tal vez que hubiese existido una máquina de conceder deseos? ¿Y si hubieses podido cambiar ese día que tanto tuviste que sufrir?

Ese día fue uno de los días más horribles de mi vida...

FLASHBACK*

Tomé el teléfono de mi escritorio y marqué el número de Victoria. Se escucharon los tres pitidos de la llamada. Volví a marcar.

Nadie contestaba.

Decidí bajar a comer algo. Seguro estaban ocupadas ambas.

Abrí la despensa donde había dos bolsas de panqueques de vainilla y un jugo de naranja.

Las tomé y me dirigí hacia el salón. Me senté y encendí la televisión, cambié de apoco encontrándome con una serie muy conocida. Supuestamente ya sabrán de una señora de kilos y un tal irritante, enseñando bailar a muchas chicas. Y las madres a veces hacen un tan desorden, por el supuesto carácter de la maestra Abby.

Estaba de lo mejor echándome un panqueque a la boca cuando siento el teléfono de casa vibrar.

Tomé el teléfono y conteste.

-¿Hola?

-¿Señorita Jamie Winsley Dalton? Llamamos del hospital de la avenida Montt. -dijo una voz femenina.

-Hm ¿pasa algo?

-Le avisamos que su amiga Victoria Carter está hospitalizada.

-¿Está bien? -pregunté preocupada.

-Se espera que pueda venir. Buenas tardes.

Dicho eso cortó. No me di ni cuenta cuando ya estaba corriendo a tomar un taxi para ir al hospital.

Demoré unos veinte minutos en llegar a la gran entrada. Bajé del auto sin antes pasarle unos billetes a lo loco al taxista. Corrí hacia dentro del hospital, fui hacia un mostrador de una enfermera.

-Buenas tardes, busco una joven llamada Victoria Carter...

-Espere un segundo. -dijo tomando un sorbo de su café mientras tecleaba en la computadora. -sala ciento tres.

-Gracias.

Corrí de nuevo hacia el ascensor marcando el número dicho. Esperé un poco mientras me acomodé en algún espacio ya que el ascensor estaba un poco lleno. Un POCO lleno.

Después de pasar un rato en la cosa que demora una cantidad busqué la sala ciento tres. Empezamos... noventa y cuatro, noventa y seis... ciento dos...

Me paré enfrente de la puerta ciento tres.

Esperé un segundo para luego coger la manilla con mis manos haciéndola girar. Allí estaba. Ella y su inolvidable guatita.

-Hola. -dijo sonriendo débilmente.

-Hola ¿Qué tal? -dije tomando una silla para sentarme a su lado.

-Jamie... -dijo esta vez tratando de convencerse de algo, algo andaba mal. -Samantha nacerá hoy.

-Pero eso es genial. -dije feliz.

-No es eso Jamie.

-Entonces que ocurre. -esto me estaba dando dolores de embarazada a mí.

-Yo...

-Disculpe señorita, tenemos que preparar a la joven. -dijo la enfermera interrumpiendo a Victoria y apuntando la puerta para que me fuera.

-Claro. -me levanté de mi puesto sin antes decirle a Victoria en su oído -suerte Vick. Sami nos espera.

Dio una sonrisa tristemente.

Salí de la habitación y me dirigí a la sala de espera. Las horas pasaban muy lentas.

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No podía esperar tanto, realmente no podía... ya habían pasado más de dos estúpidas horas, mientras que me la pasaba leyendo revistas, revisando libros, comics.

Cuando unos tacones afilados interrumpieron mi entretenimiento.

-¿Familia? -dijo acercándose a mí.

-Hm... mejor amiga. -dije vacilante.

-Bien, puede ir a ver a la paciente. -dijo esto mientras caminábamos a la habitación.

Por el vidrio pude ver a la pequeña Sami, se veía tan fuerte y delicada a la vez. Era una niña preciosa. Victoria la cargaba mientras estaba en la cama sentada.

Al abrir la puerta enderezó la cabeza hacia mi emocionada. Me acerqué a ella viendo al bebé.

-Es hermosa. -dije mientras la cargaba.

-¿Cierto que si? Es una niña muy guapa. -se acomodó en la cama.

-Hola Sami. -dije tomándole una manito, la niña era muy chiquita. Hasta podía decirse que caía en una caja de zapatos.

Miré a Victoria quien había sustituido su sonrisa por una completamente distinta y diferente. Se veía mal.

-Vick ¿estás bien?

-Si... claro. -sonrió, falsamente.

-Estas mal. -dije sin apartar mi mirada en un entrecejo.

-Claro que no. -dijo también juntando sus cejas.

-¿Qué ocurre? ¿Es que no te alegras de tener a Sami, con nosotras? -me miró incrédula.

-No, ella es mi hija. Estoy muy feliz porque esté conmigo, es una niña hermosa Jamie. A ella la amo, gracias a ella estoy aquí. -dijo volviendo su mirada a la ventana.

-Entonces porque estas así, linda. -dije dándole a Sami a la enfermera quien se la tenía que llevar para hacerle algunos exámenes.

Me miró. -porque no podré estar con ella Jamie -su mirada estaba llena de odio y pena. Sus ojos se aguaron, se veía tan cansada.

-¿Porque no? tienes una linda vida por delante que seguir con ella Victoria.

-No puedo. -dijo mirándome culpable, mientras sus ojos lloraban -me pronosticaron cáncer Jamie -su voz se cortó haciendo que se escuchara como un susurro para sí misma -el cáncer está avanzado.

-Victoria... -dije mientras me acerqué a ella para abrazarla -que todo salga bien amiga... que todo salga bien.

-Aprovecharé el máximo de tiempo con mi nena, te lo aseguro. No dejaré que un cáncer me separe de mi hija. -se trataba de secar las lágrimas, las que no terminaban de salir.

-Tu mamá lo sabe... -dije asegurándome.

-Si... -susurró.

-Debe estar tan herida. -no me imaginaba que mi madre estuviera así, si yo tuviera cáncer. Sería un gran dolor para ella ver que su hija de un día para otro ya no esté con ella.

-Mucho... Brad también lo sabe. -dijo apenada.

-Pero él...

-Él está apoyándome Jamie. -dijo volviendo a romper en llanto -lo amo tanto.

-Eso... no dejes de luchar por favor. -dije mientras le daba un beso en su frente.

-Nunca... nunca. -Y dicho esto se quedó dormida en una gran tristeza, felicidad y esperanza.

En grandes emociones juntas, pero si de algo estaba segura, es que nunca la dejaría sola. Jamás. Tendría todo mi apoyo y cariño.




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