Capítulo 1: Rodando.

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Mucho tiempo después...



Mi nombre es Jamie, y como saben ya, no vivo con mi familia entera, al menos la mitad. Vivo en Houston, Texas. Después de enterarme del supuesto divorcio que odio con el alma, me vine a vivir solo con mi padre mientras que mi madre y mi hermana se quedaron juntas en un departamento a kilómetros de aquí.

Se preguntarán a lo mejor por qué lo del divorcio. La verdad es que no los entiendo, de veras de veritas. (O no los dejé explicarse).

-Jamie, vamos cariño. -la voz de mi padre -Albert- me llama.

Es un hombre alto y fornido, de piel blanca. Al fijar mi vista en él,  deja a la vista sus ojos avellanas al sacarse las gafas de sol. Tenía su cabello castaño claro desordenado y un poco mojado.

-Ya voy papá, déjame despedirme de la abue. -dije con tono amigable. Estábamos de visita en su casa. -Adiós abuela, cuídate... ah, gracias por el desalmuerzonce -le guiño un ojo.

-Adiós mi corazón de melón, no es de nada. Después de todo tiene que irse llenita para la casa. -rió para luego mover la mano en forma de despedida hacia papá -Cuídate hijo.

Papá la imitó. Subió al coche y encendió el motor. Nos fuimos todo el camino riéndonos y charlando de cosas divertidas. Hasta que una llamada de mamá nos sacó del tema. Papá se dio cuenta y asintió con la cabeza para que respondiera.

-Hola mamá.

-Hola cariño. ¿Qué tal el día? ¿La pasaste bien dónde la abuela? -La dulce voz de mamá me llenó de alegría. La extrañaba demasiado.

-Bien, aunque creo que estallaré de tanto haber comido -Sonreí al acordarme como la abuela no me dejaba ni un minuto sin comer.

"¿Tienes hambre, quieres comer?, hice una sopa exquisita, ¡tengo postre de frambuesa!"

-Que bien cielo. Tu hermana te manda besos. -Siento como ríe a través del auricular, y habla con una persona. -Hija, tengo que colgar... ya sabes, tengo turno. Cuídate.

Dicho esto cortó la llamada. Dejé el teléfono en la cartera de mi abrigo. Los minutos pasaron volando. Hasta ver por el vidrio mi casa, no era grande pero era acogedora.

Me bajé del auto con las bolsas de comida que la abuela me dio para no pasar hambre, pero si no se daba cuenta, la muerta de hambre pronto tendría que bajar rodando. Como Ñoño.

Ok, eso es bullying.

Abrí la puerta principal que daba al living. La sala estaba contemplada por dos sillones rojos de pluma, al centro una mesita con un pequeño cactus punteagudo y al frente un televisor que quedaba justo al lado de una estufa. No era muy grande el cuarto. El suelo era una alfombra café clara que cubría toda la sala y las paredes eran pintadas de color barniz haciendo lucir la madera natural.

-Qué tal si cocino uno ricos huevos con tocino -Papá me miró con una sonrisa de oreja a oreja, entusiasta.

-Creo que paso -Dije sonriendo burlona, estaba demasiado satisfecha y ya no me quedaba más estómago para seguir tragando. Asintió sin quitar su sonrisa.

-Cómo quieras, más para mí.

-Iré a mi habitación -le di un beso en su mejilla afeitada. En este caso... ambas están afeitadas.

Subí las escaleras de forma de caracol, pasando por un diminuto pasillo hasta la puerta de mi habitación que estaba entre abierta. Había una cama de plaza y media de mantas rojas junto a una mesita de noche. El suelo era cubierto de la misma alfombra del salón al igual que las paredes. Había un pequeño armario lleno de pegatinas a un lado de la pared y lo completaba un estante muy viejo.

Me recosté en la cama mirando el techo, pensando, en como me gustaría que mi madre y hermana estuvieran aquí, junto a nosotros. Pero las cosas nunca son como uno quiere, así es la vida. A veces te aparta de las cosas que más quieres sin permiso.

Me levanté y me dirigí a la ventana que quedaba mirando la calle. Era una noche muy hermosa y estrellada. Al frente veo como tres niños juegan a las escondidas, al otro lado un perrito escarbando haciendo sus... necesidades tranquilamente.

Siento golpecitos en mi puerta. Papá entra y se acerca hasta mi.

-Jamie, ya es muy tarde. Tienes que preparar tus cosas, mañana tienes que levantarte temprano -me tomó del brazo dándome un beso en la frente. -Duerme bien.

-Tu también papá -vi como sus comisuras se elevaban sin dejar paso a abrir su boca, mientras caminaba a la salida cerrando la puerta despacio.

Guardé los cuadernos con la materia que me tocaba mañana. Ya llevo casi un mes en el instituto y me aprendí el horario. Este es mi último año de castigo y necesito estudiar mucho para seguir con mis buenas calificaciones y postular a una universidad, algo que me acordaba que ya era vieja con sólo diecisiete años.

Ordenaba los demás libros en el estante colgado en la pared, hasta que calló algo a mis pies. Al recogerlo y ver su nombre me acuerdo de quien me lo había regalado...

Bajo la misma estrella. Para Jamie cara de pato. -mi hermana, MUY linda en verdad. Me lo había regalado en mi cumpleaños, no la quería ver ya que quería que estuvieramos las dos juntas para presenciarla. Pero después del divorcio el plan no funcionó.

Supongo que es muy buena. Algún día la veré, ojalá la persona que me acompañe no la haya visto. Aunque lo dudo,
¿Quién no ha visto la película? Hasta el libro se lo han leído. Pero por algo será, debe ser re contra buena.

¿Si no por qué lo leerían?

La dejé en el estante, y luego me fui a cambiar a un pijama, y caminé al baño para lavarme los dientes. Al volver a mi habitación estiré las mantas hacia atrás, me senté y puse a cargar mi celular en la mesita de noche donde tenía una lámpara, le coloqué alarma para en la mañana no quedarme dormida y me cubrí hasta la cabeza. Sin antes despedirme de mi otra parte de la familia:

Buenas noches mamá y Addy.

Cree en ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora