Capitulo 28: No lo dudes nunca

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Narra Camila.

Llevé a Lauren hacia mi piso, con nuestras manos entrelazadas. Se sentía tan bien haberle dicho lo que sentía... se sentía tan bien, solo estar así, sosteniéndole la mano. En aquel momento no había futuros en mi mente, solo eramos ella y yo.

Abrí la puerta de mi casa, y solté el agarré de nuestras manos, solo para mirarla directamente a los ojos. Su mirada me quitaba el aliento, veía tanto... cariño. Quise salir corriendo por estar metiéndome de lleno en la boca del lobo, pero mi acelerado corazón no quería abandonar esa habitación ni por un millón de dolares. Me acerqué a ella rodeando mis brazos por su cuello y acercándola a mí, sintiendo como ella apretaba mi cintura. Nuestras frentes se juntaron y el contacto visual nunca se cortó.

-¿Donde está Sofi? -preguntó cortando ese silencio.

-¿Enserio piensas en mi hermana en este momento? -ella rió y yo sonreí tontamente.

-No quiero dejarla con severos traumas por vernos haciendo el amor. -ella se encogió de hombros con una sonrisa y yo reí negando, aunque a la vez con una emoción indescriptible. Era la primera vez que haría el amor, y sería con Lauren.

-Eres idiota, está en casa de una amiga suya. Además, ¿de verdad crees que haría el amor contigo, estando mi hermana en casa? -pregunté incrédula, sin borrar la sonrisa de mi cara.

-Eso espero. -golpeé su hombro riéndome, y ella rió. -Es broma, tontita.

-Tu sí que estas atontada... -susurré acercándome a sus labios.

-Y cuanto más cerca mío estas, más tonta me hago...

No la dejé terminar y atrapé sus labios en un suave y tierno beso. Sus manos me apretaron más contra su cuerpo, dejando cero espacio entre nosotras. Nuestros labios se entrelazaban con la misma habilidad y complicidad de siempre, pero esta vez con un sabor distinto. Un sabor a que esto estaba bien, que era lo correcto.

Caminaba empujando a Lauren hacia mi habitación, hasta que al llegar la empuje contra la cama, poniéndome a horcajadas sobre su cuerpo. Me incliné volviéndola a besar, de una forma más hambrienta y ella respondió con las mismas ansias. Me separé de ella y me erguí. Nos miramos en silencio, yo admirando su belleza y ella no sé, pero parecía igual de encantada que yo. Hice que se sentara conmigo encima, y empecé a quitarle la camiseta lentamente.

-¿Como puede ser que con solo besarme me pongas así...? -susurró ella atacando mi cuello, mientras tiraba su camiseta por algún lugar de la habitación.

-¿Así, como? -pregunté con una sonrisa coqueta.

Ella me sonrió de igual forma, pero no contestó, de lo contrario intentó darnos la vuelta para quedar ella encima de mí. Pero la detuve.

-Ah, ah. -negué con la cabeza, y sus manos apretaron fuertemente mi cintura. Sabía que se moría por hacerme el amor en este mismo instante, pero quería hacerlo lento.

Pasé las manos por su espalda, hasta encontrar el cierre de su sujetador y se lo saqué rápidamente. Era increíble lo mucho que me gustaba su cuerpo, era simplemente perfecto. Ella copió mis movimientos y en segundos, las dos nos encontrábamos desnudas de cintura para arriba. La empujé por sus hombros, hasta dejarla tumbada en la cama de nuevo y mientras ella acariciaba mis muslos de forma lenta y cariñosa.

-Me gusta tu cuello. -me agaché para besar esa zona con delicadeza. -Y tus hombros. -repetí el anterior movimiento. -y tus pechos. -volví a repetirlo, pero esta vez parándome más tiempo a disfrutar de esa zona, y a hacerla disfrutar a ella, quien empezaba a tener la respiración agitada. Pude sentir como ella se endurecía cuando lamí y succione esa zona y eso me hizo seguir con más ganas. -me gustas entera, no lo dudes nunca...

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