Capitulo 30: ¿Quieres...?

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Narra Lauren

Y las cosas no podían ir mejor, cada día, Camila y yo estábamos más cerca. Me pasaba las tardes en su casa, junto a ella y Sofi, y en cuanto podíamos, aprovechábamos nuestros momentos a solas. Cualquiera diría que la presencia de Sofi, podría ser molesta para nuestra intimidad, pero la verdad es que las dos hermanas eran tal para cual, imposible no quererlas.

Camila seguía siendo todo un misterio, pero no quería meterle prisa para que se abriera completamente a mí. Porqué entonces saldría corriendo, como anteriormente.

Esas dos semanas junto a ella, y su entorno, me sirvieron para darme cuenta de que seguía siendo la misma niña, con un sentido del humor tonto, solo que con una capa de polvo encima.

Miré la hora en el reloj de la mesilla al lado de su cama y mecí un poco a Camila, que dormía plácidamente en mi pecho.

-Camz... -la llamé por lo bajo. -Camzi, tienes que irte a trabajar, y la niñera de Sofi llegará en nada.

-Mmm... No quiero. -se aferró más a mí y sonreí. Lo que decía, la misma niña.

-Tienes que hacerlo, venga levanta. -le di un besito en la nariz y ella ni se inmuto. -Caaaaaaaaaaamz, Camzi, Camz, Caaaaaaamzi. -no paraba de llamarla, dándole golpecitos en su labio inferior con la yema de mi dedo indice.

-Odio que me despierten así, me pongo violenta. -susurró somnolienta dándome la espalda, y solté una carcajada.

-Bueno, pues pegame, pero primero tendrás que levantarte... -contesté mientras salía de la cama y ella bufaba resignada.

-Odio trabajar por la noche. -dijo tumbándose cara al techo.

-Piensa que mientras tu estés trabajando, yo, estaré calentita en la cama. -me burlé y ella me lanzó su cojín, riendo.

-¡Oye! ¿Que clase de... de... persona, dice eso? -dijo sin saber que etiqueta ponerme.

-Lauren Jauregui. Ahora, mueve tu precioso y redondo trasero. -cogí su mano y la estiré. Ella se resistió dejando su cuerpo muerto, haciendo que las dos estalláramos en risas, pero finalmente se levantó.

-Te odio, que lo sepas. -dijo antes de darme un beso, y dirigirse a su armario.

-Sí, claro, y yo soy monja. -contesté sentada en la cama. Mirando como a Camila, su pijama, le quedaba dos tallas más grande. Haciéndola adorable. Yo por otro lado, estaba con la camiseta con la que había venido y mi ropa interior inferior.

-Tu de monja no tienes nada... -murmuró más para ella misma, que para mí. Me reí.

-Tu lo sabes mejor que nadie. -le guiñé un ojo mientras me ponía los pantalones y ella rodó los ojos.

Después de que se vistiera, salimos al salón, a esperar la llegada de la niñera. Sofi hacía rato que estaba acostada, así que básicamente, la niñera venía para que ella no estuviera sola por las noches.

-Al final, ¿saldrás mañana por la noche conmigo y las chicas? -pregunté, rogando por una respuesta afirmativa.

-No sé Lauren, no me apetece nada. -dijo haciendo un puchero. -Podrías venir tu aquí, y así estaríamos juntas, viendo alguna película... -me dio un pequeño beso en los labios. -Por fi.

-No te hagas la mona ahora... -reí, por lo tierna e idiota que era. -Bueno, no quería decirte nada, pero, es que... En fin, tengo una sorpresa para ti, deberías venir. Sería una pena que se fuera todo a la mierda. -me encogí de hombros y ella sonrió de oreja a oreja, terminando por abrazarme.

-Si es así, no puedo negarme, ¿no? -susurró en mi oreja, mientras rodeaba su cintura.

-No, no puedes negarte. -susurré de vuelta. Disfrutando de su aroma, y el calor de su abrazo.





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