Capitulo 8: Juego de niños

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El camino a casa de Lauren fue muy silencioso. La pelinegra intentaba alejar esos pensamientos, al igual que Camila. Llegaron a casa de Lauren y subieron a su habitación. Estaba hecha un caos.

-Siento el desorden, no me ha dado tiempo de recoger esta mañana. -se disculpó Lauren.

-Lo sé, tenías prisa... -dijo sonriente sentándose en los pies de la desecha cama y palmeando el espacio a su lado, para que Lauren se sentara. - Tienes algo que contarme. -levantó las cejas y las bajo rápidamente varias veces, sacandole una sonrisa a la pelinegra, aunque lo último de lo que tenía ganas era de reír.

-Tenemos que hacer el trabajo... -intentó desviar el tema, sabiendo que no lo conseguiría.

-Vamos, no puede ser tan malo...A ver... ¿Eres prostituta? -Lauren negó divertida, sentándose al lado de Camila. -¿Eres... narcotraficante? -siguió bromeando mientras la otra negaba. -¿Eres fan de Justin Bieber y tienes un club de fans clandestino con el que te juntas? -esa última suposición le sacó una carcajada a Lauren, siempre le fascinaba como la mente de Camila podía llegar a pensar ciertas cosas. La morena solo podía sonreír viendo a Lauren carcajearse. -Entonces, ¿qué? No me gusta presionarte pero... Ya sabes, dijiste que me lo dirías. -se burló.

-No es malo, es... no sé que es... Quizá inesperado. No puedo, Camila... -dijo bajando la mirada a su regazo.

-Si no me lo dices, habrá muy malas consecuencias. -sonrió malvadamente.

-Que las haya, me da igua... -sus palabras fueron interrumpidas por las manos de Camila en sus costados, haciéndole cosquillas. Lauren intentó levantarse, pero a la velocidad de un rayo, la morena tumbó a Lauren en la cama y se puso a horcajadas encima de ella, sin dejar se hacerle cosquillas. La risa de Lauren retumbaba por toda la habitación, y eso solo alimentaba las ganas de la otra chica de hacerle más cosquillas, enamorada de los sonidos que salían de la boca de la pelinegra. -¡Cam...ila, par...para! -decía sin aire.

-¿Entonces me lo dirás? -dijo divertida sin cesar las cosquillas.

-¡N...No! -los movimientos de la morena aumentaron y dejaron sin respiración a Lauren. Desesperada tuvo que elegir entre, contar su secreto o morir por falta de oxigeno y terminó cediendo. -Va...le, per...pero para. -suplicó.

-Entonces te escucho. -sus manos salieron de los costados de Lauren y las apoyó a ambos lados de la cabeza de esta, mirándose fijamente a los ojos. Los largos y oscuros mechones de pelo de Camila rozaron la cara de Lauren, que estaba debajo de ella. En ese momento se dieron cuenta de su posición, pero ninguna hizo nada para separarse. Se miraban en silencio, admirando la belleza de cada una, Lauren todavía respirando agitadamente por los acontecimientos pasados. La pelinegra, con ambas manos a los lados de las piernas de Camila, comenzó a subirlas por estas. Primero por la rodilla, subiendo tocando todo su muslo lentamente, hasta terminar en el trasero de la morena, fijando sus manos allí. Sus miradas seguían pegadas, hasta que Camila la bajo un poco hasta los labios de Lauren. Sus miradas reflejaban deseo, y sus cuerpos estaban calentándose de alguna manera que ninguna de las dos sintió antes. Lauren apretó un poco el trasero de la morena entre sus manos, y esta soltó un suspiro entre cortado, que excito de sobremanera a la pelinegra. Sus mentes no pensaban en lo que estaban haciendo, ni en lo que pasaría luego, ni en que eran dos chicas, sus mentes no podían pensar en nada en ese momento.

-¡Lauren tienes visita! -su madre anunció al otro lado de la puerta. Las dos chicas se separaron y se pusieron de pie en menos de lo que canta un gallo, con el corazón a mil por hora.

-¿Q...Quien es? Pasa... -su voz sonaba temblorosa, tanto como sus manos, por otra parte Camila estaba con la cara que parecía un tomate.

-¡Laur! -entró un niño de seis años y se abrazó a la cintura de Lauren.

Encontrarte (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora